La colección de arte del belga Jan Starckx, que comenzó a los 18 años con un préstamo de su madre, no deja de crecer gracias a sus visitas a rastrillos, pequeñas galerías y, desde hace unos años, a páginas de segunda mano en internet, y entre ellas se incluye una del maestro Willem De Kooning que adquirió por 450 euros.
No suele invertir mucho en sus adquisiciones, a veces solamente uno o dos euros, pero cuando vio el retrato de aquella pequeña rubia, vestida de rojo, que sostiene entre sus manos una especie de monedero redondo mientras su mirada se pierde más allá del marco del cuadro, Starckx tuvo una corazonada.
No invierte mucho en sus adquisiciones, a veces solamente uno o dos euros, pero cuando vio el retrato de aquella pequeña rubia no lo dudó
"Una noche me crucé con este cuadro y llamó mi atención porque es un retrato muy bonito. Y después de hacer esto durante tanto tiempo, puedo distinguir lo bueno de lo malo. Inmediatamente me chocó por la belleza de la pintura", explica, mientras muestra orgulloso su adquisición.
Sobre el lienzo, marcado por unos trazos gruesos pero decididos, colores expresivos y el manejo preciso de los detalles, su autor había dejado un rastro que pronto captó la atención del coleccionista belga. "Me llamó la atención la firma, en la que pone 'Wim Kooning', lo que me hizo pensar en el famoso Willem de Kooning", apuntó, en referencia al maestro del expresionismo abstracto de origen holandés, pero nacionalidad estadounidense. "Investigando en internet, vi que cuando era joven le llamaban 'Wim', tal y como está escrito en el cuadro", recalca Starckx.
Al comprador se fijó en la firma donde ponía 'Wim', posteriormente descubrió que es como llamaban a De Kooning de joven
El coleccionista también descubrió que De Kooning había pasado unos seis meses en Bruselas cuando apenas contaba con veinte años, en torno a 1924. Y el lienzo estaba a la venta en la capital belga, donde el vendedor lo ofrecía dentro de un lote con objetos tan variopintos como bicicletas o una máquina de coser. "Ahí es cuando decidí comprarlo", explica, y relata cómo logró adjudicárselo por 450 euros, una suma mucho mayor de lo que suele destinar a este tipo de apuestas artísticas, pero insignificante si se compara con los entre 65.000 y 100.000 euros en que se estima su valor ahora.
Starckx tuvo entonces que certificar que la ganga era en realidad un tesoro artístico oculto durante décadas en un hogar bruselense, para lo que recurrió a la casa de subastas Christie's y al programa de la cadena británica Fake or Fortune (Falso o Fortuna). Mientras los expertos de la primera dijeron verse incapacitados para avalar su autenticidad, la BBC se sumergió en el misterio y logró dar en Miami con la propietaria de otro lienzo muy similar, el Retrato de Renée, que el artista también pintó durante su estancia en Bruselas.
Mientras que la casa de subastas Christie's dijo verse incapacitada para avalar su autenticidad, el programa de la BBC Fake or Fortune descubrió en Miami otro lienzo muy similar
"Ahí es donde descubrimos que los dos lienzos están hechos con pintura de la misma fecha", indica el aficionado al arte, quien relata que no obstante quedan aún muchas otras incógnitas por despejar, como la relación que guardan las dos pequeñas retratadas, o el paradero de la obra durante todos estos años. Lo que parece cierto es que De Kooning pintó ambas piezas en Molenbeek, el distrito de Bruselas hoy conocido en todo el mundo por haber sido lugar de residencia de varios terroristas islámicos.
Starckx, ahora jubilado tras dedicar su vida profesional al departamento de juventud de la ciudad flamenca de Turnhout, sólo abandona su sempiterna sonrisa cuando expresa su decisión de exponer la obra en este modesto distrito, antes de que viaje a Estados Unidos el próximo año. "Creo que les gustará tener una historia bonita que contar" sobre Molenbeek, afirma.
Su gesto se vuelve a relajar cuando relata con buen humor que aunque el cuadro de De Kooning es la pieza más valiosa de su colección, ésta cuenta con otras pequeñas joyas que adora. Entre ellas, destaca un dibujo que muestra la espalda de una mujer tan sólo cubierta por un mantón de manila negro, bajo la que se puede ver la firma de un autor español desconocido junto a la del célebre Johan Cruyff. Su origen es casi tan rocambolesco como el del cuadro de De Kooning -lo encontró en un puesto de un rastrillo de pueblo- y su precio, igual de imbatible: apenas 1,5 euros.