El ex tesorero del PP Luis Bárcenas es un hombre que cree que el arte es "ajuar doméstico", y dice abiertamente que si nunca ha declarado sus compras y sus ventas de obras de arte -desde los años ochenta- es porque "en España nadie las declara". Hoy martes ha vuelto a erigirse ante el tribunal como un animal empresarial, un ser intuitivo, visionario y sensible al patrimonio que bien encontraba un día en un anticuario una jugosa obra de otro siglo, la adquiría a precio de ganga y la revendía a los años por un quintal. "Ves algo que te gusta, lo compras y luego te llevas la sorpresa de que tiene mucho valor". Es sólo su ojo de halcón el responsable de su fortuna.
Él reconoce que disfrutaba, junto a su señora esposa, "viendo los cuadros colgados del salón de casa". El "éxito" de todas sus compraventas le reportó 1,84 millones de euros. La novedad que se extrae a este respecto de sus declaraciones de esta mañana ante la Justicia es que algunos de sus cuadros procedían de incautaciones de la Guerra Civil.
Las pruebas aportadas en juicio remiten a documentos firmados por la Junta Delegada de Incautación, Protección y Conservación del Tesoro Artístico Nacional, dependiente entonces de la Dirección General de Bellas Artes -Ministerio de Educación-. Las capturas mostradas en directo también aportan número de inventario y procedencia.
El patrimonio, al bando vencedor
La Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico fue un organismo creado a comienzos de la Guerra Civil por el gobierno de la República. Su misión era incautar y conservar en nombre del Estado "todas las obras, muebles o inmuebles, de interés artístico, histórico o bibliográfico, que en razón de las anormales circunstancias presentes ofrezcan, a su juicio, peligro de ruina, pérdida o deterioro", citando el decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes recogido por la Gaceta de Madrid.
Tuvieron trabajo: sólo la junta de Madrid levantó 935 actas de incautación entre el 3 de agosto del 36 -afectando a bienes de la familia Álvarez de Toledo- y el 2 de marzo del 39 -acta referida a la colección Nakens-. Finalmente, el Consejo Nacional de Defensa ordenó la disolución de la Junta. Sus competencias pasaron directamente a la Dirección General de Bellas Artes, eso sí, con orden de no entregar a nadie los bienes conservados sin autorización del Consejo. Cuando acabó la guerra, los delegados de la Junta Central entregaron las fichas recopiladas y el patrimonio al bando vencedor. De Franco a Bárcenas.