Do Ho Suh quiere levantar un monumento a la que fue su casa y estudio durante casi dos décadas, en el barrio de Chelsea, en Nueva York. Tuvo que abandonarlos por la muerte de su propietario, aunque tres años antes del fallecimiento, el artista surcoreano se dedicó a frotar la superficie de su hogar sobre hojas de papel calco gigantes, con lápices de colores y pastel. Paredes, suelos, techos, lavabo, chimenea, cuadros, puertas, picaportes, cajas de fusiles, aires acondicionados, la lechada entre los azulejos, cortinas, alfombras, todo. La idea es que los visitantes que acudan a la exposición que se inaugura hoy en la galería Victoria Miro (Londres) puedan entrar en el apartamento fantasma.
El artista es conocido por hacer del dibujo una forma escultural, al hacer de lo dibujado algo tridimensional. Un sueño tridimensional. Crea estructuras sobre espacios ligados siempre a su movida vida, dividida entre Seul, Londres y Nueva York. El hogar no sólo es una estructura física para el artista surcoreano, también es la experiencia de una vida. El hogar es uno mismo. Replica con extremo detalle la arquitectura de los lugares en los que ha vivido, como la casa de sus padres y sus apartamentos occidentales, en telas traslúcidas, donde se ven reflejadas ideas sobre la migración, la caducidad o las identidades cambiantes.
Cosidas entre ellas, sus casas sin peso cuelgan del techo, parecen existir entre la imaginación y la realidad. Rubbing/Loving Project es “un gesto de amor”, como cuenta el propio autor… por el hecho de frotar, acariciar las paredes. El efecto es parecido a entrar en un dibujo, en el dibujo que desvela la memoria de Suh: Arthur y Dee han muerto y sus hijos venden la casa. En lugar de olvidar y pasar a otra vida, el artista se regodeó en el proceso de recordar. Una tortura emocional de un espacio que formaba parte de él. El artista asegura que ve la vida como un movimiento a través de muchos espacios muy distintos.
Suh empezó a frotar sus lapiceros por la planta baja y sótano del apartamento, y lo llamó “habitación azul”. Luego, la “habitación amarilla”, su estudio, junto al corredor “rosa”. Los tres espacios se diferencian del resto de la casa, incluyendo las escaleras, porque en estas partes empleó los pasteles. Uno de los florecimientos arquitectónicos más espectaculares es la del Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo (MMCA), en Seúl, donde introdujo una réplica a escala 1:1 de dos casas en las que el artista había vivido. La casa tradicional coreana envolvía a su primer edificio de apartamentos en los que vivió cuando llegó a los EEUU, en Providence, en tela púrpura. Una vida a tamaño natural.