El director del Museo del Prado tiene dos despachos, uno en el Casón del Buen Retiro, el centro científico de la institución, donde los historiadores del arte tienen sus despachos; el otro, en el ala económica, donde se gestiona el museo. Miguel Zugaza, ya camino del Museo de Bellas Artes de Bilbao, siempre despachaba cerca de las cuentas, lejos de la ciencia. Miguel Falomir dice que prefiere éste del Casón, donde siempre ha trabajado junto con la decena de conservadores jefe del museo. Primer síntoma de la nueva era en la que entra el museo español más importante, tras los 15 años del mandato Zugaza. “Para que luego digan que esto será continuidad”, dice Falomir, que es el primer director salido de la “cantera” del Prado, desde Francisco Sánchez Cantón, entre 1960 y 1968.
¿Qué ha aprendido de Miguel Zugaza?
Mucho, muchísimo. Ha sido el director más exitoso que hemos tenido. Una de las mayores lecciones que nos ha transmitido Miguel ha sido confiar en nosotros mismos. El Prado tenía un déficit de confianza y si algo le sobra a Miguel es esa confianza que ha transmitido. Ha sido muy importante y es lo que explica el gran salto adelante del museo a todos los niveles. También, la ambición. Esa combinación de ambición y confianza en uno mismo es un legado muy positivo.
El Guernica no lo voy a pedir jamás. No voy a entrar en competencia con ninguna otra institución cultural
¿Qué es lo que se debe mejorar?
Muchísimas cosas. Cuando dicen que será una dirección continuista, porque he sido parte de su equipo. Si me han elegido a mí es porque tampoco quieren un cambio copernicano. Hay cosas que se crearon en época de Miguel, pero no han llegado a concretarse de la manera en que se pretendía, como es toda la parte de la educación y de la Escuela del Prado. Pero cada uno tiene visiones distintas de muchas cosas y lo veremos en el bicentenario, porque será el momento de revisar lo que hemos sido y lo que queremos ser.
¿A qué se refiere?
El museo ha cambiado en muchas cosas, pero en otras sigue apegado más al siglo XIX que al XXI. Por ejemplo, en la concepción decimonónica de escuelas nacionales, con departamentos estancos. La sociedad en la que vivimos ahora es distinta, desde la dimensión racial, la presencia de la mujer, y debemos estar en consonancia con nuestro siglo. Eso quiere decir que debemos narrar de otra manera nuestras colecciones, tanto en la permanente como en lo que serán las temporales.
¿Está pensando en cambiar la estructura de los departamentos?
De momento sería muy difícil cambiarlo, pero sí que exigiremos a los trabajadores del museo narraciones distintas. Este es un museo cuyas colecciones proceden de los siglos XVI y XVII, y sus obras proceden de la curiosidad, no de la razón. Otros museos han nacido con vocación enciclopédica, pero nosotros somos otra cosa. Lo que tenemos es personalidad, somos distintos. Y tenemos que enfatizar lo que es nuestra singularidad. Así que cuando te planteas divisiones de Tiziano por un lado y Rubens por otro, Velázquez por otro.
La pintura veneciana, Rubens y Velázquez son los tres trípodes del museo y eso es lo que hay que potenciar
¿Piensa cambiar la galería central?
Es una declaración de intenciones y no seguiremos una evolución cronológica, sino que seguiremos la lógica del Prado. La pintura veneciana, Rubens y Velázquez son los tres trípodes del museo y eso es lo que hay que potenciar. Así como discursos como el de Metapintura, para rebasar los límites cronológicos.
¿En esa narración del siglo XXI también incorporará el arte contemporáneo, como impulsó Zugaza?
El arte contemporáneo es una exigencia para nosotros, pero no somos un museo de arte contemporáneo. Nunca vamos a montar una exposición de Jasper Johns, para eso está el Museo Reina Sofía. Ahora bien, sí debemos estar abiertos a la sensibilidad contemporánea. El museo debe seguir siendo inspiración de artistas, es una obligación.
¿En esa revisión del arte contemporáneo entra Pablo Picasso? Miguel Zugaza dijo a este periódico que “incorporar a Picasso es la oportunidad de reflexionar sobre el progreso de la Historia del Arte”.
No, el Guernica no lo voy a pedir jamás. Soy consciente de las peculiares relaciones que el cuadro tiene con el Museo del Prado, pero en estos momentos está mejor en el Reina Sofía. No seré yo quien se meta a pedirlo. Además, creo que se ha desviado el punto esencial: ambos son museos públicos y el Guernica pertenece a los españoles. No voy a entrar en competencia con ninguna otra institución cultural.
Tampoco con Patrimonio Nacional.
Desde luego, no es mi intención.
¿Su formación en el extranjero es una ventaja para ampliar las relaciones internacionales del museo? ¿Hay que hacer crecer al museo en este área?
Hemos hecho muchas cosas con museos en el extranjero. Pero estamos en una coyuntura muy peculiar: en el mundo anglosajón se percibe un creciente desinterés por el mundo de los maestros antiguos, que aquí no hemos notado todavía. Museos como el Louvre o el MET, tan enciclopédicos y antiguos, han empezado a orillar a los maestros antiguos en beneficio de otros proyectos con más atractivo como la arqueología o el arte oriental. Nosotros no podemos y eso nos impide encontrar socios, pero por otro lado nos quedamos sin competencia. Lo que no podemos ser es lo que éramos antes: un museo provinciano.
¿Ampliará el alquiler de las piezas o mantendrá el número de obras de arte alquiladas en los últimos años?
Hombre, vamos a ver, alquiler, alquiler, no es. Hemos hecho exposiciones en otros museos a cambio de una cantidad de dinero.
Esta es una forma de conseguir el dinero [alquilar obra], pero si pudiera no lo haría
En 2014, el Prado ingresó 3,4 millones de euros y, en 2015, 2,9 millones de euros por esta actividad.
A mí me gustaría que eso no sucediera. Nada me gustaría más que no tuviéramos que recurrir a eso, pero no seamos ingenuos: si quiero tener un museo puntero, con programas de educación e investigación extraordinarios, y un programa de exposiciones ambicioso, si quiero abrir los siete días a la semana, necesito ese dinero. Esta es una forma de conseguir el dinero, pero si pudiera no lo haría.
¿Cómo compaginará un museo científico y un museo turístico?
Pues ese es el gran reto que tiene el museo del futuro. Está muy bien que hayamos aumentado el número de visitantes, cualquier institución debe gratificarse por ello. Pero el gran problema es ese: cómo lograr que una visita al museo siga siendo una experiencia grata y no sea un agobio, como sucede en muchos museos y como nos sucedió en El Bosco. Me maravillo de que no haya habido más quejas de las que hubo, porque la exposición de El Bosco no se podía ver. Es un ejemplo de morir de éxito. Me gustaría que no se repitieran situaciones como esa, donde la gente no podía disfrutar. A mí se me quitan las ganas como visitante.
Me maravillo de que no haya habido más quejas de las que hubo, porque la exposición de El Bosco no se podía ver. Es un ejemplo de morir de éxito
¿Cuanto dinero le pedirá a Hacienda, cuánto dinero necesita Museo del Prado?
El Prado se ha apretado el cinturón cuando tocaba y hubo un corte importante de la aportación del Estado y el museo respondió con osadía e imaginación: abrimos un día más, en vez de cerrar. Pero pusimos la locomotora a máximo rendimiento para llegar a una autofinanciación del 72%, que es un disparate. En un momento puntual puedes poner la máquina al rojo vivo, pero si lo mantienes mucho tiempo explota. No podemos mantener este ritmo de autofinanciación. Lo ideal, como dice Zugaza, es un 60% nuestro y un 40% del Estado.
¿Alguna cantidad concreta de lo que pedirá a Hacienda?
Si ahora entendemos una coyuntura económica positiva, deberíamos crecer. En cantidades concretas no te sé decir.
Habría estado encantado de presentarme a un concurso público de Buenas Prácticas
¿Le habría gustado que le eligieran con un concurso de Buenas Prácticas?
Una de las cosas curiosas que ha pasado con el nombramiento es que nadie sabía cómo hacerlo. Pensábamos que Miguel no se iba a ir nunca y cuando se marchó tuvieron que pedir a la abogacía del Estado preguntando si debían aplicar el Código de Buenas Prácticas o era optativo. Pero no se podía, porque el Prado tiene unas peculiaridades en sus estatutos. Dicho esto, yo habría estado encantado de presentarme a un concurso.
El ministro de Cultura hoy ha dicho que su nombramiento fue consensuado con todos los partidos políticos, ¿cree que ha sido un nombramiento político? ¿No cree que falta independencia política en el Prado cuando se incluyen dos ex ministros del PP y del PSOE en la comisión que lo elije?
El nombramiento es político porque es el Consejo de Ministros quien lo aprueba a propuesta del Ministerio. No es político en la medida en que nadie me ha pedido mis credenciales políticas. Pero la política ha avalado. Hay unanimidad en que las administraciones, desde el pacto de Estado, han respetado al director y no han interferido en el museo.
Pero sí un control, había dos ex ministros.
Es lógico, siempre y cuando sea sólo representativo. Ten en cuenta que Miguel ha terminado conociendo a cinco o seis ministros y ninguno ha interferido en su labor. Eso habla de la autonomía política del museo. Antes no ocurría: cambiaba el gobierno y el director.
Se me pide una actividad intelectual, más que gestor. Eso me hizo cambiar de opinión
En los primeros días usted contó a este periódico que no deseaba asumir el cargo porque prefería seguir su tarea como investigador, ¿por qué cambió de decisión?
La objeción que puse en su momento fue que me parecía que yo era historiador del arte y estaba contento como investigador y me parecía muy prematuro acabar con mi carrera. Le dije al presidente del Patronato que si me lo hubiera propuesto en diez años le diría que sí. Pero entonces hubo mucha gente a mi alrededor que me dijo que estaba en una posición muy maximalista, que no era todo blanco o negro, y que podía gestionar con Marina Chinchilla [Directora Adjunta de Administración] y que lo que se demandaba de mí era una dirección científica. Se me pide una actividad intelectual, más que gestor. Eso me hizo cambiar de opinión.
Con el nombramiento de Andrés Úbeda como su mano derecha, el Prado pierde la oportunidad de tener una mujer en la cúpula, ¿ha dejado escapar una buena ocasión en favor de la igualdad en su primera decisión?
No: la cúpula mantiene la misma proporción del equipo anterior. El director tiene dos directores adjuntos y son hombre y mujer. Además, en el gabinete de dirección de Zugaza había presencia abrumadora de mujeres y se va a mantener. El nombramiento de Andrés será en dos semanas [tal y como adelantó este periódico].
¿Quién se quedará con los cargos que ustedes abandonan?
En mi caso lo dejaré, pero en el caso de Andrés seguirá supervisando su área de pintura italiana barroca. Pero mi idea es incorporar nuevos historiadores al área de pintura italiana.
¿Dos nuevos jefes de departamento?
De momento, con uno vale, el mío. Buscaremos a alguien que abarque todo.
¿Y saldrá de la casa?
No, creo que no porque no hay nadie en la casa con ese perfil. Hay que buscarla fuera.
Mi idea es incorporar nuevos historiadores al área de pintura italiana
Por cierto, ¿cuántas pinturas de Tiziano hay colgadas?
En estos momentos no te puedo decir con exactitud porque hay una en taller de restauración. Pero lo normal es que haya casi 40.
¿Y de Goya?
Bastantes más. Ciento y pico.
¿Devolverá la autoridad de Goya a 'El coloso'?
No es algo que me competa. Yo debo respetar la autonomía de mis conservadores. Manuela Mena llegó a la conclusión de que esa obra no es de Goya y yo respeto lo que ella piensa. De todas formas, el asunto de las atribuciones pensamos que es para toda la vida. Pero no es así y no pasa nada.
Antes de Miguel Zugaza había mucha desconfianza entre el director y los conservadores
¿Cuál es el secreto del éxito de la cantera del Prado?
No hay ningún secreto concreto, pero cuando llegó Zugaza permitió a los conservadores desarrollar proyectos ambiciosos, cosa que antes no sucedía. Era muy difícil, porque había mucha desconfianza entre el director y los conservadores. Una de las claves del éxito de Zugaza fue no entrar a competir con los conservadores. Y a partir de ahí, el talento de cada uno ha podido brillar en el panorama nacional e internacional.
Esto no es algo que suceda en otros museos, como el Reina Sofía.
Pues no lo sé, pero sí sé que el Prado se ha nutrido de un perfil de profesional distinto: aquí todos somos doctores y muchos venimos de la universidad. En otros lugares, la plantilla no tiene ese grado de especialización y es importante seguir manteniéndola.
¿Sabe cuánto cuesta una entrada al Prado?
En estos momentos, 15 euros.
Lo último que me gustaría sería subir el precio de la entrada
¿Tiene pensado subir la tarifa?
Para mí nada mejor que fuera gratis, pero debo costear las actividades… Lo último que me gustaría sería subir el precio de la entrada. Pero se olvida que más de la mitad de las visitas se hacen en horario gratuito. Sólo un 30% paga la entrada completa.
Zugaza ha disparado en 10 años la recaudación, pero no las visitas, ¿es el Prado un museo para privilegiados, sobre todo teniendo en cuenta que más del 50% acuda en horario gratuito?
No es de privilegiados porque más del 50% entra de manera gratuita. Pero sí creo que tenemos una masa social demasiado concreta. Estoy convencido de que hay muchos distritos de Madrid que no han venido nunca al Prado porque estas columnas les dan miedo, les imponen. Una de las cosas que más me gustaría es ampliar la base social del museo. Hay que hacer un esfuerzo para hacer del museo un lugar para todos, porque nuestro público ha envejecido. Debemos lograr que pierdan el miedo al Prado. Los cuadros del Prado no hacen un examen de cultura.
En las últimas cuentas publicadas en el BOE hay un incremento de un millón de euros en salarios, con recorte de personal, ¿a qué se debe?
Creo que se debe al nuevo convenio colectivo, porque se firmó el año pasado y en él había mejoras para todos los colectivos.
¿Cojea el Museo del Prado en transparencia?
Hombre, solemos ser de los museos con mejores notas en transparencias en los estudios que se hacen.
¿Hay que mejorar?
Lo que percibo es que cada vez hay más control del gasto. Nosotros tenemos dos interventores del Estado en el edificio, permanentemente. Luego hay inspecciones anuales del Tribunal de Cuentas, que llegan a unos grados de especificidad que me parece increíble que pueda darse la corrupción ahí afuera, porque aquí nos piden explicaciones hasta para la compra de pinceles especiales. Pero aquí no tenemos nada que esconder y debería ser de dominio público.
Sin embargo, todos estos años se ha escondido el salario del director del Museo del Prado, ¿cuánto cobrará el nuevo director?
Te juro que no lo sé. Creo que alguna vez se ha publicado, no por parte del museo. No he firmado el contrato, ni he preguntado.
Creo que mi salario como director será de unos 120.000 euros al año. Pero no lo sé.
¿Pero en torno a cuánto será?
Creo que deben ser unos 120.000 euros al año. Pero no lo sé. Te puedo decir que antes cobraba 90.000 euros al año.
¿Cómo hará para incrementar los fondos propios?
No hay necesidad de incrementarlos. Tenemos un programa de patrocinio muy exitoso, gracias a Miguel Zugaza, porque encontró patrocinio antes de la crisis y los ligó al museo. Todas han renovado año a año. Sería interesante incorporar a nuevas empresas grandes. Pero hay una cosa en la que Miguel y yo teníamos opiniones diferentes: el micromecenazgo. A veces él decía que la cantidad que ganas no es alta, cierto. Pero lo importante es lo simbólico, que la gente invierta y forme parte del museo. No hace falta ser rico para contribuir en el Prado. Ese es el papel importante del micromecenazgo, no la aportación. Es una de las cosas que quiero que el museo desarrolle más.
¿Qué puede decir de las humedades y los acuíferos? ¿Qué conclusiones arroja el estudio?
No tenemos el informe. Ya sabes que es uno de los grandes problemas de la zona en la que se asienta el museo.
¿Seguirá prohibiendo las fotografías y selfies?
Sí, me parece una política magnífica. Nos han acusado de elitistas, pero hay una serie de estudios donde el Prado siempre sale entre los tres primeros del mundo gracias a este tipo de prácticas.