El placer es también una razón para la existencia de los museos. Un placer que no se consume, que se consuma. Un placer que es un pecado a la vista de quienes siguen mirando con la lascivia de las religiones. Provocar el placer, ruborizar los gustos. El arte se empeña por hacer habitable el mundo, que la nueva censura de la corrección cuestiona. Este recorrido por el Museo del Prado muestra algunas obras que han superado siglos de estigmatización.