Ricardo Gómez interpretaba a Carlitos Alcántara por primera vez en septiembre de 2001. 17 años después se despide del papel en el que toda España le ha visto crecer. No sólo a su personaje, sino también como actor. Aquel chico de gracia endiablada y con pelo a la taza se ha convertido en un intérprete de raza, de esos que aman el riesgo y que pudiendo haber elegido ser una estrella adolescente, prefirió forjarse en las tablas de un teatro.
En todos los años que ha estado en la serie ha conocido a muchos actores de muchas generaciones, y con uno de ellos surgió una conexión. El respeto y la admiración profesional se convirtió en amistad, y ahora en colaboración artística. Juan Echanove y Ricardo Gómez estaban destinados a encontrarse fuera de Cuéntame, donde sólo coincidían en unas cuantas escenas, y lo hacen ahora en Rojo, la función que estrena el Teatro Español y que estará en cartel hasta el 30 de diciembre.
Ambos ponen voz y cuerpo al texto de John Logan que habla de Rothko, el maestro del expresionismo abstracto que interpreta Echanove y que describe como un ser “despreciable" en lo personal y "descomunal" en lo artístico. Gómez da vida a Ken, su ayudante y la única persona que se atreve a ponerle un espejo para que se vea como es. El veterano actor contaba en la presentación que todo el mundo sabe que hay muchos Rothkos en el cine y el teatro, pero que evita encontrárselos. “Hay muchos y son tóxicos. Los actores somos un material muy sensible, que cuando nos tenemos que enfrentar a gente tan despiadada, como Rothko, puede acabar con nosotros y no recuperarnos jamás”, añadió el actor y director de la obra.
Entre el pintor y Ken surge una “tensión generacional, hay tensión pictórica, pero, sobre todo, la función habla sobre el arte.” “Utiliza la pintura para poner sobre la mesa una cuestión vital, una cuestión de lo que empieza y de lo que acaba, de las complicaciones que Rothko se encuentra para ser, para existir y para evolucionar", ha señalado Gómez que luego contaba a EL ESPAÑOL que entre Echanove y él no hay tensión generacional,pero sí un diálogo en el que también disienten.
Esa brecha también se muestra a veces en cómo se enfrentan como actores a la obra, y es que Echanove confiesa que él es “más ansioso que Ricardo de cara a los resultados, pero es que yo manejo en mi cabeza los tiempos de otra manera, estoy acostumbrado a los 43 días de ensayo, para mí esto es una carrera contrarreloj y veo que se agotan los días”. “Y yo, en contraposición, el grueso de mi carrera lo he hecho en la inmediatez de la pantalla y encuentro el placer absoluto en dilatar el resultado”, añade Ricardo Gómez. Entre ambos se nota una química brutal. También el respeto, y Echanove confiesa que tiene que contenerse en el escenario para no emocionarse cuando ve a dónde ha llegado ese chaval que no levantaba tres palmos del suelo cuando le conoció.
Yo he hecho muchas cosas por dinero para producir teatro… bueno y para vivir como un duque, pero nunca en el teatro, nunca
En Rojo también se habla sobre los principios del artista, y sobre si uno puede traicionarse a sí mismo por dinero. Juan Echanove lo tiene claro, él lo ha hecho, pero nunca en su lugar sagrado: el teatro. “Sí, sí, yo sí, yo he hecho muchas cosas por dinero para producir teatro… bueno y para vivir como un duque, pero nunca en el teatro, nunca. En televisión alguna vez, en cine alguna vez, pero en teatro ni una”, apunta con seriedad. Para Gómez también hay momentos en los que uno pone en duda su integridad como actor: “Por supuesto que hay momentos en los que recibes cosas, propuestas de tele o de publicidad, que no te gustan o no te terminan de gustar, pero que económicamente… joder, pues sí. Ahí, como yo lo veo, es que tienes que ver qué te apetece y por qué apuestas y tomar la decisión de lo que te pida el cuerpo. A veces nos traicionamos, sí, pero yo intento que sean las menos”.
Echanove se ha mostrado muy preocupado por la falta de libertad, que, en su opinión, amenaza a los artistas. “España está viviendo momentos complicados en cuanto a la creación. La libertad está amenazad. Hemos abierto la puerta a la autocensura y esa puerta es muy difícil de cerrar. La censura es una situación frente a la que se puede luchar, pero si esa censura se la aplica a uno mismo, el nivel creativo es posible que sea menor del deseado", ha añadido el actor, que también habló del caso de Dani Mateo: “Es una injusticia manifiesta. Apoyo con mi vida a Dani Mateo, perseguido por hacer un chiste sobre una bandera. Parece que el objeto de chiste es la bandera, pero yo veo cosas que se hacen con la bandera y que hacen algunos políticos, de uno y otro lado, y que sí deberían de estar en prisión”.
El alumno y el maestro se reencuentran en las tablas, se retan y se enfrentan, pero donde en Rothko y Ken había venganza y odio, aquí sólo hay admiración, y la confirmación de que el relevo generacional viene con fuerza.