Juan Diego Botto: “No se puede entender a Lorca sin su sexualidad y sin su compromiso político”
El actor se pone todas las noches en la piel del poeta Lorca en la obra 'Una noche sin luna', que también ha escrito y dirige Sergio Peris-Mencheta.
1 julio, 2021 02:16Noticias relacionadas
Cada día, desde el pasado 17 de junio, a las 19 horas, Federico García Lorca resucita en el Teatro Español. Lo hace sólo durante una hora y media, y aprovecha la magia para salir de la fosa, donde su cuerpo permanece desde su asesinato por “rojo y por maricón” en 1936. Desde el escenario nos pone un espejo a los espectadores. Nos hace ver que aquellos años que precedieron a la Guerra Civil tenían, por desgracia, mucho que ver con el momento actual. El odio al diferente, el auge de la extrema derecha, los matones de patio que amenazaban…
Lorca resucita cada día, pero lo hace en otro cuerpo, en el de Juan Diego Botto, que se transforma radicalmente en el poeta en Una noche sin luna, una de las obras de teatro que marcan esta temporada. Un texto escrito por él y dirigido por su amigo Sergio Peris-Mencheta con el que conmueve y remueve. Hace reír. Emociona. Nos cabrea. Una obra por la Memoria Histórica, esas dos palabras que todavía dan tanto miedo a muchos. A pocos pasos de donde el actor se encuentra con EL ESPAÑOL, una estatua de Lorca preside la plaza Santa Ana. Cada día, tras el pase, se llena de flores.
Me imagino que, cada día, cuando sales del Teatro, le ves a él. A Lorca. ¿Qué sientes cuándo le ves en la plaza?
Cuando salgo no pienso en nada, pero cuando entro todas las tardes lo noto. Le doy un saludo a la estatua de Lorca. Impresiona mucho. Nosotros insistimos en que fuera este teatro, el Español, porque fue aquí donde Lorca estrenó casi todas sus obras y eso tenia una carga simbólica fuerte. Hacerla aquí. Insistimos y esperamos a que hubiera un hueco porque tenía que ser aquí, pero impresiona mucho.
Es una función emocionalmente es muy exigente, ¿cómo está siendo el viaje?
No sé cómo es para el espectador, pero para mí es un viaje donde me quedo vacío. Es enormemente placentero, hacer ese viaje con toda la gente, se crea una comunión preciosa con el público. Se genera una complicidad enorme, siento que nos acompañamos en ese viaje. La obra tiene mucho sentido del humor pero hay un recorrido por la memoria, por la historia de este país y la mía propia. Evidentemente la presencia de los ausentes es muy notable, en mi propia historia está el tema de los desaparecidos en Argentina, está el tema de las fosas y la memoria por desenterrar y eso va cogiendo fuerza según avanza la función y que piense las ganas que tengo de descansar, porque emocionalmente es un viaje cansado.
¿Impone Lorca?
Sí, mucho. Imponía también en hacer de Lorca, porque todo el mundo tiene su Lorca en la cabeza. Yo mismo. Si yo viera este espectáculo como espectador, en los 15 primeros minutos me juzgaría, porque todos tenemos a nuestro Lorca en la cabeza, cómo hablaría, cómo se movería... y nos daba miedo que la gente pensara que le estábamos faltando al respeto. Pero era una decisión que desde el texto estaba clarísima y que teníamos que jugarla a tope, y esa apuesta por hacer su gestualidad. Creo que había que hacer justicia a cómo describen que se movía, a su sensualidad, su sexualidad y su opción sexual.
Tu Lorca, ese que tenías en la cabeza antes de hacer la obra, ¿ha cambiado?
Sí. Cuando tomé la decisión de hacerlo, como dramaturgo, hay un momento en que te das cuenta que para que la gente empatice hay que tener defectos. Con los héroes sin fisuras empatizamos mal. Y ahí aparecieron estas cosas que él tendría y que los testimonios destacan. Ese ego, ese narcisismo, el placer en hablar de sí mismo, ese gusto por recitar sus poemas… Y eso me dio una arista de su personalidad que yo no había imaginado nunca. Para mí, como lector, era esa figura casi perfecta que no tiene una dimensión real sino fantasiosa.
Uno piensa en héroes y piensa en Marvel, indestructibles, con poderes, que encarnan la virilidad.Y hay un heroísmo enorme en un tipo frágil y sensible, capaz de arriesgar tanto
¿Cómo nace esta obra?
Iba a hacer un recital, esa era mi idea. Iba a coger fragmentos de poemas y de monólogos. Iba a coger conferencias. Yo soy fanático de Lorca desde muy joven, desde los 13 o 14 años. Todos tenemos un escritor que nos ha acompañado toda la vida, ese al que vuelves y crees que casi le conoces. Él mío era Lorca. Y me leí una biografía y luego la de Gibson y vi que en su vida había cosas que eran muy actuales. Alguna muy chula y otras tristemente actuales. Había ese eco que vibraba mucho y dije, casi mejor hacer una obra original. Y luego también, una cosa a la que he intentado hacer homenaje y que tiene que ver con el heroísmo de los frágiles.
Uno piensa en héroes y piensa en Marvel, indestructibles, con poderes, que encarnan la virilidad. La virilidad entendida como el más macho del pueblo, el que coge el fusil. Y hay un heroísmo enorme en un tipo frágil y sensible, capaz de arriesgar tanto. Escribir Yerma sabiendo que le iban a criticar tanto, de apoyar el frente popular en el 36 sabiendo que era una opinión tremendamente arriesgada para alguien tan famoso. Un tipo frágil que habla, hasta donde podía, de su homosexualidad, que le otorga a la mujer ese rol a la vanguardia. hay un enorme heroísmo en los frágiles, en los raros, en los distintos. En ese que dice: mi brazo es así de finito pero soy gay y salgo a la calle y lo demuestro. Te pueden partir la cara y lo sabes, pero hay un enorme heroísmo en eso.
A Lorca se le cita muchísimo, se le menciona muchísimo, pero, ¿se recuerda bien a Lorca?
Vamos a ver. No quiero parecer… Se ha escrito mucho y muy bien sobre Lorca. El trabajo de Gibosn es imprescindible. Hay grandes conocedores de la obra de Lorca que hace un trabajo magnífico y que le recuerdan mejor de lo que pueda hacer yo, pero también es verdad que ha habido una especie de lavado de la figura de Lorca donde se le ha colocado en un lugar más cercano al folclore, desposeído de su sexualidad, de su opción sexual, de su compromiso político y se ha insistido mucho en esa imagen. Un Lorca casi desnatualizado.
Y despolitizado.
Despolitizado y dessexualizado. Hay una entrevista que no la menciono en la obra, pero que es muy bonita en la que él dice que hay dos cosas improtantes en el teatro: lo sexual y lo político. Dice: yo escribo más sobre lo sexual que se me da mejor, pero si quitas a un ser humano lo sexual y lo político, ¿qué le queda? Y si le quitas a Lorca lo sexual y lo político, prácticamente no le queda nada. No se puede entender a Lorca sin su sexualidad, sin su opción sexual y sin su compromiso político.
Entendemos el cine o el teatro político como el que va a contracorriente. El que subraya el estatus quo no lo vemos como cine político, y es tan político el uno como el otro
Los periodistas es cierto que os preguntamos de todo, y siempre de política, pero cada vez la gente se quiere meter menos, se moja menos. ¿El arte y la cultura deben ir unidos?
Aunque no lo quieran van unidos. Cualquier pieza artística es una descripción de la realidad desde un punto de vista y tomando partido. La obra más absurda, una comedia romántica en cine, cualquier película de acción, está tomando partido por un modelo de sociedad. A veces para defender un matrimonio tradicional... estas comedias románticas con las que yo soy muy crítico pero que me las como todas, y en las que normalmente sostienen esta idea machista del amor romántico, con el rol del varón tradicional, aunque tengan un pequeño twist para adaptarse a los tiempos. A eso no lo llamamos cine político, pero lo es porque te muestra una forma de entender las relaciones. O el mundo del trabajo, con estas películas donde se glorifica el echar más horas que nadie y que muestran que si te esfuerzas lo vas a conseguir, y va a llegar el éxito porque te lo mereces y si lo deseas… Mentira. No vale con desearlo y pelearlo. Depende de dónde nazcas, de la educación que te puedan pagar. Eso es cine político, pero entendemos el cine o el teatro político como el que va a contracorriente. El que subraya el estatus quo no lo vemos como cine político, sólo al que se enfrenta al estatus quo, y es tan político el uno como el otro.
En la obra hay un juego de espejos, es curioso porque todos nos creemos que ese juego de espejos podría ser real.
Resulta verosímil porque lo que se cuenta podría ocurrir, y es muy triste que pudiera ocurrir. En febrero del 36 a Lorca le demandaron, le escucharon, pero archivaron. Es posible que hoy en día hubiera prosperado, que hubiera ido a juicio. Seguramente sí. Eso es desolador. Y provoca la complicidad del público que podría pasar. Y a mí yo creo que me podría pasar.
Si ser español significa algo hermoso tiene que ser algo cercano a lo que significa Federico García Lorca, a lo que significa Miguel Hernández, Alberti, Machado...
¿Te da miedo eso?
Sí, me da miedo. Creo que estamos en un momento complicado y creo que uno de los motivos de la función es mostrar que hay señales en nuestro pasado que nos dejan advertencias que a veces no vemos porque desconocemos nuestra historia, porque si prestáramos atención a esas señales diríamos: cuidado, cuidado con esos discursos racistas, homófobos, ultra nacionalistas. Cuidado que el fascismo esta ahí y otra vez estás en lugares tenebrosos. A mí sí me da miedo
¿A Lorca le llamarían ‘maricón’ hoy?
Sin lugar a dudas. Se lo llamaron entonces y ahora tbuen. No neguemos que hemos avanzado muchísimo. Lorca no podía ir de la mano con su pareja ni darle u n eso, y hoy se ve todos los días. Hoy te puedes casar con tu pareja seas del genero que seas. Se acaba de aprobar la Ley Trans que creo que es un enorme avance... Hay muchas cosas en las que hemos avanzado, pero hace tres días he visto a un chaval al que le han dado una paliza al grito de ‘maricón de mierda’.
Le llamaban subvencionado, otro falso mito contra los artistas que ya estaba entonces, ¿cómo es posible que eso perdure?
Es curioso… el odio a los homosexuales, lo de vivir de las subvenciones, el decir que no eres buen español... Cuando en la obra Lorca dice eso de que el chino bueno está mas cerca de mí que el español malo, pues en esa entrevista le preguntaban si había sido bueno expulsar a los moriscos de España, y él decía que no. Y eso, es fácilmente sacable de contexto. Esos argumentos que se usaban contra él son los mismos. La extrema derecha no ha cambiado el argumentario en 80 años. Eso, además de terrorífico es sorprendente. Por la falta de imaginación y por la eficacia que tiene.
No sé si soy un niño intentando vaciar el mar con una concha, pero es la única cosa que tengo. Y si tengo que estar toda la vida con esa concha intentando vaciar el mar, lo haré
Esto que mencionas me recuerda tanto a lo que pasó con el discurso de Fernando Trueba cuando ganó el Premio Nacional de Cinematografía.
Es el mismo discurso y también lo que pasó después, que le llamaron antiespañol, odiable… y eso me llama la atención, porque hay pocas cosas más españolas que Fernando Trueba, que su cine y tenemos pocos motivos de orgullo más grandes que su cine. Si ser español significa algo hermoso tiene que ser algo cercano a lo que significa Federico García Lorca, a lo que significa Miguel Hernández, Alberti, Machado... el punto más alto de la literatura española de los últimos siglos. Hubo un momento en el que la vanguardia de la literatura europea estaba en España. Eso no se ha vuelto a dar. Si el franquismo y su genocidio de la cultura y de la no cultura no hubiera llegado, éramos ese país. Estábamos a la vanguardia de un montón de cosas. Y es un orgullo para mí, que yo no he nacido aquí, pero me siento muy español, porque me identifico con esas cosas hermosas que representan Lorca, Valle-Inclan, Machado... gente que han construido cosas hermosas, que elevan la categoría de nuestro país y que son los que se colocan del lado de los más frágiles.
Es una obra en defensa de la Memoria Histórica, ¿por qué asustan tanto esas dos palabras a la derecha?
Porque un pueblo con memoria es un pueblo capaz de ver las señales, de reaccionar y de cambiar. Sin memoria no somos nadie. Tú piensa lo que es una persona con alzheimer, una persona que se va vaciando de su propia identidad, que pierde las coordenadas. Y un país sin memoria histórica es un país al que se le va provocando un alzheimer voluntario, se le va llenando de agujeros que permiten no reconocerse a sí mismo, y eso es algo que no se detiene. Hace nada se destruían unas placas en el cementerio de la Almudena para recordar a personas fusiladas en el franquismo. Se sacaron y se rompieron. Era un homenaje a gente fusilada por una dictadura, no sé a quién le puede molestar eso. Pero eso permite a la gente juntar las partes de la memoria histórica de nuestro país y que puedas ver el cuadro completo. Da miedo porque nos permitiría unir las piezas.
¿Les da miedo que recordemos?
El franquismo fue un régimen profundamente criminal. Y recordar eso para muchas familias herederas de ese régimen y enriquecidas por ese régimen, que pilotaron el franquismo, la transición y la democracia, significa recordar algo que no es grato, que su abuelo participó en un régimen criminal, así que se intenta vaciar el contenido criminal del régimen.
¿Cómo de importante es el arte para hacer memoria?
Sea mucho o poco es el único arma que yo tengo. No sé si soy un niño intentando vaciar el mar con una concha o tiene alguna repercusión, pero es la única cosa que tengo. Y si tengo que estar toda la vida con esa concha intentando vaciar el mar, lo haré.