Adolf Hitler lo quería todo, también la bomba atómica. Después de la invasión nazi de Noruega, el Tercer Reich se adueñó de la única fábrica de agua pesada del mundo: la planta de Vemork, situada junto al pequeño pueblo de Riukan, en la región del Telemark, y propiedad de la empresa Norsk-Hydro. El führer envió hasta allí a medio millar de científicos para que desarrollasen lo antes posible, adelantándose a sus enemigos, el arma definitiva para ganar la II Guerra Mundial.
Pero los servicios de inteligencia británicos conocían el proyecto atómico de los alemanes e ingeniaron, apoyados por la resistencia noruega, un plan para destruir la fábrica. Hubo varias misiones fallidas hasta que el 27 de febrero de 1943 se puso en marcha la Operación Gunnerside. Un comando de diez hombres se infiltró por la noche en la planta y, sin pegar un solo tiro ni causar ninguna baja, colocaron las cargas explosivas en el interior de la planta y las detonaron.
El líder de aquella operación de sabotaje fue un noruego de 23 años llamado Joachim Ronneberg, facellecido el pasado domingo 21 de octubre a punto de convertirse en centenario. Era el último héroe vivo del Telemark, la arriesgada pero exitosa misión secreta articulada por las fuerzas especiales británicas del SOE (Special Operations Executive) para que los nazis no lograsen la bomba atómica.
La operación, que fue definida por el general Nikolaus von falkenhorts, comandante del Ejército nazi en la ocupada Noruega, como "el mayor golpe que jamás he visto", fue recreada en el cine en la famosa película Los héroes del Telemark (1965), dirigida por Anthony Mann y en la que actúan Kirk Douglas o Richard Harris. Hace un par de años también se estrenó una miniserie noruega, La guerra del agua pesada (2015), que trata de recrear el sabotaje del proyecto nazi.
Píldoras de cianuro
A las 11:30 horas de la noche del 27 de febrero de 1943 el grupo de comandos se infiltró en la fábrica. Iban armados con granadas, pistolas, explosivos y subfusiles Thompson. También llevaban consigo brújulas, cizallas y cápsulas de cianuro por si eran capturados por los alemanes (mejor la muerte que el cautiverio). La incursión fue un éxito y solo se toparon con un guardia noruego al que redujeron sin problemas. Cuando la cuenta atrás de las cargas explosivas llegó a cero, los diez hombres ya habían huido de las instalaciones.
Solo entonces los alemanes se dieron cuenta de que habían sido saboteados. Ronneberg y el resto del grupo ya se habían puesto los esquíes e iniciado el largo camino bajo la nieve de más de 300 kilómetros hasta la neutral Suecia. "Fue maravilloso (...) Más o menos como llegar al cielo", explicaría Ronnebeg más tarde tras culminar el arriesgado encargo. La Operación Gunnerside fue una de las misiones más importantes de la II Guerra Mundial y logró el objetivo: inutilizar la fábrica de agua pesada. Más tarde los Aliados bombardearían la planta y los alemanes se verían obligados a abandonarla, enterrando el sueño de Hitler de desarrollar la bomba atómica.
Durante la contienda, Joachim Ronneberg también participó en otras misiones como la destrucción de un puente de ferrocarril utilizando explosivos plásticos o el sabotaje de las líneas de comunicación y de suministro de las fuerzas enemigas. Por todo ello recibió diversas condecoraciones como la Cruz de Guerra con espadas noruega, la más importante de su país, la DSO británica (Orden de Servicios Distinguidos) o la Cruz de Guerra de Francia.
Al término de la II guerra Mundial, Ronneberg se pasó al periodismo y comenzó a trabajar en la emisora de radio de la localidad de Alesund, donde nación en 1919, perteneciente a la corporación de radiofusión estatal noruega (NRK). Fue el director de la cadena hasta que se jubiló en 1988.
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