El PP se ha puesto como objetivo la defensa de las tradiciones españolas. Ya han dejado claro que para ellos los toros y la caza son prioridades. Lo subrayan en cada discurso de sus líderes, y a esas costumbres que quieren proteger se ha unido otra: el belén. Ha sido su secretario general, Teodoro García Egea el que ha aprovechado las fechas navideñas para segurar que "nosotros ponemos el belén, el árbol, celebramos nuestras tradiciones y nuestra Semana Santa y nos sentimos orgullosos. Y al que no le guste, que se aguante, porque nosotros somos españoles", y también para pedir que se reconozca al belén como "valor artístico, cultural y seña de identidad de nuestro país".
Viendo el ruido que generó desarrollaron su idea, y dijeron que querían crear una iniciativa "de defensa de las tradiciones en nuestro país, de apoyo a la tradición belenística española, que son parte esencial de nuestra cultura y que nos acompañan desde miles de años". La idea es que "esta tradición de los belenes, que proviene de la Edad Media y que está extendida por los cinco continentes, sea patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO, instando a su vez al Gobierno a que desarrolle una ruta de los belenes junto a las comunidades autónomas para poner en valor este sector industrial".
Teodoro ha metido en el saco de tradiciones españolas un par que pertenecen a casi todo el mundo occidental. Empezando por el árbol de navidad, que está en todas las casas de medio mundo, y cuyo origen viene de Alemania, donde se dice que San Bonifacio (680-754) cortó un árbol que representaba tradiciones paganas, y en su lugar plantó un pino que simbolizaba el amor de Dios y que adornó con manzanas y velas. Las manzanas simbolizaban el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas representaban la luz de Jesucristo.
Pero su mayor defensa ha sido del Belén como “seña de identidad de nuestro país”. Nadie duda de que en España haya tradición belenística, la misma que en muchos países latinoamericanos, europeos, y menor que en el que es realmente su país de origen: Italia. Por mucho que el PP se empeñe en hablar de la tradición española, el nacimiento del belén no fue en nuestro país. Las primeras representaciones fueron pintadas en la Catacumba de Priscila, en la Via Salaria de Roma y datan del siglo II antes de Cristo.
Si se refería al Belén como lo conocemos hoy en día tampoco ha acertado, ya que su origen también se encuentra en Italia. Fue San Francisco de Asís el que montó el primero para conmemorar el nacimiento de Jesús. Fue en la Nochebuena de 1223 en una cueva cerca de la ermita de Greccio, en Italia, y en aquella ocasión sólo estaban el pesebre (todavía sin niño), junto al buey y la mula.
Habría que esperar casi 30 años para encontrar un belén que ya sea como el que se pone actualmente, y esta vez tampoco el suceso tampoco ocurrió en España, sino en el Monasterio de Füsen, en Alemania, en 1252, casi a la par que el de Arnolfo di Cambio, encargado por el papa Nicolás IV y datado en 1289, del que todavía se conservan las figuras. El primero del que se tiene conocimiento en España fue en 1300, en la Catedral de Barcelona.
Los belenes se popularizan y asientan durante el siglo XIV, especialmente en Italia, pero rápidamente se extiende por toda Europa, aunque en España hay que esperar al siglo XV gracias a la labor de los franciscanos, y fundamentalmente a la labor de Carlos III, anteriormente Rey de Napoles y que ya en Italia hacía convertido el Belén en una tradición. Fueél el que encargó más de de 200 figuras a los artistas José Estévez Bonet y José Ginés Marín y al imaginero Salzillo para crear para su hijo ‘El belén del príncipe’. Muchas de sus figuras se conservan aún en el Palacio Real, y ese fue el despegue definitivo de una tradición que Teodoro García Egea ha considerado española, pero cuyos orígenes no tienen nada que ver con España.
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