Recién nacido a comienzos de diciembre de 1868, a Eloy Gonzalo García lo abandonaron en la inclusa de las Hermanas de la Caridad de Madrid acompañado de una nota en la que se detallaba que estaba sin bautizar y las instrucciones de cómo debía llamarse. Adoptado a los pocos días después por un guardia civil, la vida del hombre que acabaría siendo recordado por su gesta en el sitio de Cascorro, durante la Guerra de Cuba, quedó ligada a las armas y al Ejército español.
Tras ejercer diversas funciones como jornalero, albañil, barbero y carpintero, hizo el servicio militar en el Regimiento de Dragones de Lusitania 12º de Caballería donde pronto, debido a su buena actitud y eficiencia en las tareas que le fueron encomendadas, fue ascendido a cabo en 1891. Al año siguiente se incorporó al Cuerpo de Carabineros y en el verano de 1894 fue destinado a la Comandancia de Algeciras.
Pero allí, en Cádiz, un acontecimiento que debía convertirse en uno de los momentos más felices de su vida se convirtió en tragedia. Eloy Gonzalo contaba con un certificado de soltería para contraer matrimonio con su novia, que vivía en Palmones, en la bahía de Algeciras. Sin embargo, el 19 de febrero de 1895 fue detenido en esa misma localidad por insubordinación y tratar de agredir a un superior. ¿Qué había sucedido? Al ir a visitar a su pareja tras obtener un permiso de doce días, Gonzalo la halló siéndole infiel con un teniente de Carabineros.
"La natural conmoción psicológica le hizo insultarlo y sacar la pistola para dispararle [a su superior], lo que no llegó a hacer por impedírselo los allí presentes", explica el militar e historiador Gabriel Rodríguez Pérez en el perfil de Eloy Gonzalo en el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia. Por ese suceso sería condenado a 12 años de cárcel y traslado a la prisión de Valladolid.
Voluntario en la Guerra de Cuba
Pocos días después de ser encarcelado, estalló la insurrección en Cuba, también conocida como el Grito de Baire. Las insuficiencias de las tropas españolas llevaron al Gobierno de Cánovas a indultar por Real Decreto a todo el personal militar que se hallase en prisión si solicitaba como destino la isla del Caribe. Eloy Gonzalo accedió y embarcó hacia La Habana, en el puerto de A Coruña el 22 de diciembre de 1895, en el vapor León XIII.
Gonzalo, a quien se le había rebajado el rango de cabo a soldado, quedó integrado en el primer batallón del Regimiento de Infantería María Cristina nº63, que operaba en la zona de Puerto Príncipe, actual Camagüey, en el centro de la isla. Pero no sería hasta finales de septiembre de 1896 cuando daría comienzo la que batalla por la que Eloy Gonzalo sería recordado hasta la actualidad.
El soldado español y casi dos centenares de sus compañeros fueron cercados en el pueblo de Cascorro, a unos 60 kilómetros de la capital de la provincia, por varios millares de insurrectos, liderados por el generalísimo Máximo González y su comandante general de Oriente, Calixto García. Los mambises aconsejaron a los españoles, capitaneados por Francisco Neila, la rendición, pero estos optaron por resistir hasta que llegase una columna de refuerzo.
Héroe de Cascorro
En la madrugada del día 30 tuvo lugar la hazaña que proyectaría a la fama a Eloy Gonzalo por su tremenda valentía. Tras una intensa semana de enfrentamientos, los mambises habían tomado de forma sigilosa una casa situada a unos 50 metros del principal fortín en posesión de las tropas españolas. Desde allí eran capaces de hostigar a sus enemigos con un fuego efectivo y amenazaban con abrir brecha en la línea de defensa.
La única solución para los hombres del capitán Neila pasaba por prender fuego a la casa y la única manera de hacerlo era desde dentro del propio inmueble. Eloy Gonzalo se presentó voluntario para llevar a cabo la arriesgada tarea con una única petición: que su cuerpo fuese atado a una cuerda para, en caso de muerte, poder recuperar su cuerpo.
Pertrechado con un fusil máuser, un bote de petróleo y una caja de cerillas, Gonzalo salió del fortín español escoltado por el fuego de sus camaradas y se incrustó en el objetivo. A los pocos minutos, el fuego comenzó a devorar el edifico y el soldado regresó ileso hacia donde estaban parapetados los suyos. Aprovechando la confusión, el capitán Neila ordenó una embestida contra los sitiadores para dispersarlos definitivamente. En esa segunda acción también participó Eloy Gonzalo, el responsable de la salvación del destacamento.
Los fusiles no dejaron de resonar hasta el 6 de octubre, cuando finalmente llegó la columna de socorro para liberar a la guarnición. El 15 de octubre, el periódico El Imparcial llevaba a primera página la heroica hazaña de Gonzalo, de quien decían que "llevó su valor y su abnegación a un límite sobrehumano". La noticia de su gesta corrió de boca en boca por toda España y a Eloy Gonzalo le fueron brindadas numerosas condecoraciones económicas y reconocimientos públicos.
El héroe de Cascorro siguió operando con valor en Cuba hasta su muerte en el Hospital Militar de Matanzas el 18 de junio de 1897, víctima, como otros tantos miles de soldados españoles, de la enterocolitis ulcerosa, una enfermedad intestinal que presentaba como signos externos episodios de diarrea, cólicos abdominales y fiebre.
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