La expansión del cristianismo por todo el mundo hasta convertirse en la religión mayoritaria no fue una odisea sencilla. Durante años fueron perseguidos por distintos pueblos y no sería hasta el 27 de febrero del año 380 cuando el emperador Teodosio convertiría el cristianismo en la religión exclusiva del Imperio romano.
Pero hasta la llegada de Teodosio, Roma era un caos heterogéneo de creencias. Había varias religiones que competían entre ellas. De todas las que había destacaban el culto imperial oficial, las religiones mistéricas griegas y los ritos egipcios de Serapis e Isis. Escribía el profesor Isaac Asimov en Los egipcios (Alianza) que "quien observase el Imperio Romano hacia el 200, podía creer fácilmente que si había una religión que iba a predominar en el futuro en Roma, esa era el mitraísmo, y no el cristianismo".
El mitraísmo era una religión de origen persa que prácticamente se trataba de una forma de culto del Sol. Tal y como narra el escritor nacido en Rusia, las primeras manifestaciones de este culto a la divinidad Mitra comenzaron a aparecer en Roma con Augusto y Tiberio. Un siglo más tarde, con Trajano y Adriano, llegó a ser la religión más importante del Imperio.
Por su parte, el cristianismo tenía sus propias peculiaridades. "De todas las religiones y filosofías del Imperio, el cristianismo era la más exclusivista, si pasamos por alto al judaísmo, que hacia esa época había perdido mucha importancia", publica el autor. Las demás creencias carecían de ese ansia por imponerse por la fuerza a las demás, y se enfrentaban dialécticamente en "el mercado libre de las ideas". Pero el cristianismo se declaraba como única religión verdadera y negaba la veracidad de cualquier otra fe.
Sin embargo, la pregunta sigue sin contestarse. ¿Cómo triunfó el cristianismo en el Imperio romano? Según Asimov las mujeres tuvieron una gran responsabilidad en la labor de expandir la fe cristiana. Y es que el mitraísmo tenía un inconveniente fatal. Solo los hombres podían participar en sus ritos. "Las mujeres, al verse excluidas, solían volverse hacia el cristianismo, y eran estas las que criaban a los niños y las que influían en ellos cuando se trataba de elegir una religión".
Evidentemente no fue el único factor. Los cristianos supieron aprovechar y adoptar las festividades paganas para hacerlas suyas y crear un tejido social acorde con la rutina de los ciudadanos. Además, también recurrieron al neoplatonismo de la época, tan extendido por aquella época. Pero fue gracias a las mujeres el hecho de que las nuevas generaciones romanas crecieran bajo el cristianismo y terminara siendo la religión más practicada del globo.