Su verdadero nombre era Vladímir Ilich Uliánov pero es conocido en el mundo entero como Lenin. Político, filósofo y revolucionario, lideró la Revolución de Octubre de 1917, donde por primera vez en la historia triunfaba un alzamiento popular de carácter marxista.
"Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía", decía el revolucionario ruso. Utópico a la vez que realista, hizo de una Rusia sumida prácticamente en el feudalismo su propia utopía socialista. Para bien o para mal, el historiador británico Robert Service sostiene en Lenin: una biografía (Siglo XXI) que Lenin influyó decisivamente en el despertar de Rusia en la historia del siglo XX. Ahora, el 22 de abril de 2020, se cumplen 150 años de su nacimiento.
Hasta que el deterioro de su salud lo obligó a retirarse, llevó a cabo una serie de reformas que cambiaron en poco más de un lustro toda la estructura política y económica de Rusia. A partir de su muerte en 1924 se produciría una crisis interna en el gélido país donde finalmente Joseph Stalin saldría victorioso. Pero Lenin ya no estaba ahí para contemplar la deriva del país que había construido a partir de 1917.
Se veía como líder
La Revolución de Octubre había sido el desencadenante histórico de un furor y desencanto de la población rusa que crecía desde hacía años. Muchos eran los grupos revolucionarios que se reunían en clandestinidad para dialogar sobre un posible cambio. En 1898 se había fundado del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia pero tan solo cinco años más tarde las disputas en torno a las tácticas a proceder,hizo que se dividieran en facciones opuestas: bolcheviques y mencheviques.
Otros revolucionarios, por otra parte, proponían la creación de una comuna rural. Pero Lenin tenía claro que el cambio debía tener lugar en ciudades industrializadas. "Lenin sostenía que una revolución solo podía ser llevado a cabo por un núcleo central totalmente entregado de revolucionarios profesionales a las órdenes de un líder fuerte (él mismo)", relata Sir Richard Evans en La lucha por el poder (Crítica).
Esa visión narcisista en la que se veía a sí mismo como líder contrastaba con las tesis de otros revolucionarios europeos. "La socialdemocracia es simplemente la encarnación de la lucha de clases del proletariado moderno, una lucha impulsada por la conciencia de sus propias consecuencias históricas. Las masas son en realidad sus verdaderos líderes", defendía la teórica marxista Rosa Luxemburgo. Sin embargo, indica Evans que mientras sus opiniones hacían de Luxemburgo una persona más democrática que Lenin, "su dependencia de las multitudes para generar una revolución sin dirigentes estaba condenada al fracaso". Por ello, Lenin jamás quiso apartarse de la política, ni siquiera cuando su salud lo requería, hasta que falleció el 21 de enero de 1924.
Desconfiaba de Stalin
El testamento de Lenin fue y es uno de los documentos más polémicos en la historia de la Unión Soviética. Nadia Krúpskaya, esposa del fallecido revolucionario, no dudó en plantar cara al que sería el líder de la Unión Soviética y se escudaría para ello en el testamento de su difunto marido, un documento que los comunistas trataron de ocultar por todos los medios. En él, Lenin sugería que Stalin fuera removido de su puesto como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Uno de sus últimos actos de rebeldía fue sacar clandestinamente del país este mismo escrito. En 1926, el testamento de Lenin fue publicado en el New York Times y, aunque dentro de la Unión Soviética este acto pasó desapercibido, la prensa internacional se hizo eco de la desconfianza de Lenin hacia el georgiano Stalin.
Mimado por su madre
Pero la vida de Lenin no empezó a partir de 1917, como quien dice. Para cuando el zar fue asesinado, el revolucionario tenía casi 50 años. Había viajado por Europa, había estado exiliado y tan solo regreso para realizar el cambio más relevante de la historia de Rusia.
A sus 24 años se desempeñaba como abogado en la ciudad de San Petersburgo. Vivió a costa de ella durante años, pues apenas tenía clientela. "He superado mi presupuesto, y no espero poder salir de apuros por mis propios medios. Si es posible, mándame unos 100 rublos más", le escribía mes tras meses según la historiadora Diane Ducret en su obra Las mujeres de los dictadores.
Asimismo, su viaje por Europa, donde terminó por formarse como el intelectual que era, fue costeado por la pensión de su madre. "Estaba tan acostumbrado a salirse con la suya que, si se le ponía algún tipo de obstáculo, era demasiado probable que eso le produjese un arrebato de cólera (...) Siendo ya un joven se convirtió tardíamente en una especie de niño mimado", subraya Robert Service.
Coincidió con Hitler en Viena
Viena, ciudad imperial de Austria-Hungría. Allí pasó un breve tiempo donde frecuentaba asiduamente el Café Central de Viena, que había abierto al público en 1876. Solo en 1913, aquel café tendría como clientes a Sigmund Freud, al futuro líder comunista yugoslavo Josip Broz Tito, a Adolf Hitler y al propio Lenin.
El führer no sería el único líder fascista que pudo haber conocido. Lenin y Mussolini, vivieron en Ginebra, Suiza, entre 1902 y 1904. Ambos militaban en el socialismo revolucionario, y a pesar de su diferencia de edad —13 años les separaban—, el historiador italiano Emilio Gentile cree que es "muy probable" que ambos llegasen a verse las caras en directo en la Brasserie Handwerk el 18 de marzo de 1904, donde los socialistas ginebrinos celebraban el aniversario de la Comuna de París, y tal vez conocerse.
Su cerebro fue troceado
La figura de Lenin, con sus más y sus menos, es venerada a día de hoy en Rusia. Su cuerpo sigue siendo una de las grandes atracciones de la Plaza Roja de Moscú. Sin embargo, a la momia le falta el cerebro.
Tras su muerte, los soviéticos contactaron con el científico alemán Oskar Vogt. José Ramón Alonso lo cuenta en su libro La nariz de Charles Darwin y otras historias de la neurociencia: "Hay quien piensa que dijo a los rusos lo que querían oír: que el cerebro de Lenin era distinto, que tenía algo de peculiar".
Stalin había decidido que sería muy conveniente demostrar científicamente que el líder revolucionario había tenido cualidades superiores. Lo cierto es que Lenin fue tan solo un hombre más; un intelectual que influyó enormemente en la historia del siglo XX y que a día de hoy es considerado un asesino de masas por unos y un formidable revolucionario por otros.