Las iglesias de todo el mundo nunca se han visto tan vacías. Este siglo XXI se ha convertido en una época de desertores cristianos y nuevas generaciones que no conocen la religión que, pese a todo, es todavía la que más feligreses tiene en el mundo entero. La sociedad occidental sigue siendo cristiana en su vida diaria. Sea creyente o no, ha conformado toda una cultura que todavía impregna nuestro modo de actuar.
Desde El Señor de los Anillos, donde la caída de Mordor ocurría el 25 de marzo —misma fecha en la que Cristo murió en la cruz—, hasta temas tan trascendentales como el amor y la manera de amar del ser humano, están directamente ligados a la herencia cristiana. Al menos es la idea que defiende el doctor en Historia Tom Holland en su nuevo libro Dominio (Ático de los libros), donde explica que "vivir en un país moderno es vivir en una sociedad cuyos instintos y tradiciones tienen unas profundas raíces cristianas".
En una entrevista concedida a EL ESPAÑOL, el quizá historiador británico más destacado de las generaciones más jóvenes, desgrana las claves de su libro, y se pregunta lo mismo que Nietzsche ya cuestionaba hace más de 100 años: "¿Si ya hemos matado a dios, cuánto más persistirán sus sombras en la sociedad actual?".
Vivimos en un mundo cada vez más ateo. ¿Por qué piensa que la sociedad sigue siendo eminentemente cristiana?
Cuando comencé a escribir el libro imaginé a Occidente como una pecera. Nosotros éramos el pececillo y las aguas en las que nadábamos era el cristianismo. Después encontré una metáfora todavía mejor gracias a la serie de Chernobyl. La radiación se extiende por Escandinavia para más tarde llegar a Europa pero la gente no lo ve. Eso es el cristianismo. Ese aire que respiramos y no vemos. Con esto, evidentemente, no quiero decir que el cristianismo nos mate, de ninguna manera.
En el libro habla del valor del amor como un valor cristiano. Pero también lo podemos ver en el islam o directamente como un sentimiento ajeno a la religión. ¿Por qué cree que es cristiano?
Esta idea del amor como una fuerza animada que mueve el universo la encontramos en otras tradiciones, es cierto. Sin embargo, lo distintivo del cristianismo es la forma en la que se ha expresado. Por ejemplo, Aristóteles hablaba de un movimiento primario que había puesto en marcha el universo. Él creía que la responsabilidad de los seres humanos era amar este movimiento. No hablaba de que este movimiento amara a los seres humanos; no había reciprocidad.
El cristianismo, influenciado también de la tradición judía, absorbió esta idea del movimiento primario y habló de un dios que amaba también a los que habían sido creados. Lo hizo a través de la encarnación, de la crucifixión y la resurrección de Jesús. Esta historia tiene un potencial mítico tremendo y explica que el entendimiento cristiano del amor es el más hegemónico que ha tenido la civilización hasta el día de hoy.
Pablo consideraba a los cristianos ciudadanos del cielo. ¿Qué quería decir con esto?
Pablo nace en un mundo que ya estaba muy familiarizado con la globalización. Él hablaba griego porque Alejandro Magno había conquistado gran parte del mundo. Esa idea de un Estado universal que englobara a todo el mundo ya era común en esta época. Lo que hace Pablo es fusionar elementos de Grecia y de Roma con la tradición judía para crear un dios que hubiera fundado el mundo entero. No era exclusivo, todo el mundo podía sentirse identificado con este dios.
De nuevo, no quiero identificar el cristianismo con la radiación o ningún tipo de maldad pero es como el coronavirus. Empieza en un lugar muy concreto, muta y se extiende a todo el mundo.
La religión cristiana, a diferencia de la judía que siempre ha sido muy hermética, ha querido predicar la verdad universal. ¿Tiene tintes imperialistas el cristianismo?
Depende de qué entendamos por imperialismo. Si lo definimos como un gobierno universal entonces sí. Siempre ha sido así. Pablo recorrió el mundo para llevar a todos los rincones los evangelios. De hecho, al final de su vida dijo que iba a ir a España, al fin del mundo.
Dijo una vez el biólogo Richard Dawkins que en cuanto se interesó por la ciencia tuvo que abandonar la fe. ¿Son la religión y la ciencia incompatibles?
El primer movimiento intelectual que no estuvo saturado de elementos cristianos fue el darwnismo. Vino a destruir la creencia del cristianismo de que había virtud en la debilidad. No fue Darwin quien creó la frase de "la supervivencia del más fuerte" sino su primo pero esta reflexión la recogieron los gobernantes con cierto alivio porque así justificaban su fuerza respecto al pueblo.
De la misma manera, los cristianos veían su fe en peligro. Además, en Inglaterra esto tuvo mayor impacto. La palabra 'ciencia' en latín significaba 'filosofía' y otras doctrinas similares. Pero en el siglo XIX se creó el significado por el que la conocemos hoy en día. Era conocida como la 'no-religión'. Suponía un reto para la religión.
Habla en el libro sobre el marxismo y cómo Karl Marx pudo haber actuado cual profeta. ¿Tenía el filósofo alemán esa herencia cristiana pese a decir que la religión era el opio del pueblo?
Él creía que había encontrado la respuesta al engranaje del mundo y cómo funcionaba. En este sentido, su visión es bastante similar a las doctrinas cristianas. Al fin y al cabo, y a su manera, el bien se iba a enfrentar al mal y un nuevo Jerusalén iba a fundarse.
Siempre se dice que un verdadero cristiano comulga con la izquierda por su defensa de los más desfavorecidos pero tanto la religión como la izquierda reniegan entre sí. ¿Por qué?
Me parece una pregunta muy interesante. Es el legado de lo que ocurrió en la Revolución francesa. El impulso de la revolución fueron los evangelios y la idea de que "los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros". Esto proporcionó la energía y la gasolina de este cohete que finalmente evolucionó y terminó atacando al cristianismo mismo. Esto no solo ocurrió en Francia y en otros países católicos, sino que también llegó a los protestantes como los británicos.
En España podemos ver esta paradoja en la figura de Franco que, aun defendiendo a la Iglesia, era aliado de la figura más anticristiana como lo fue Hitler. Por otro lado, los republicanos no defendían la Iglesia pero actuaban bajo principios cristianos. Esta paradoja también la encontramos en Donald Trump. Sus seguidores son cristianos cuando él es una figura totalmente anti-cristiana.
Usted deja entrever en el libro que el desprecio de Lutero por el judaísmo pudo haber influido de alguna manera a Hitler y a la xenofobia que predicaba el nacionalsocialismo.
Hitler y los nazis eran abiertamente anti-cristianos. Al igual que Mussolini admiraban tanto la época moderna como el mundo clásico. Creían que la razón por la que Grecia y Roma habían caído era por la llegada de Pablo y cómo extendió la tradición judía. Pensaban que sus gobiernos no persistirían si existía el riesgo de que viniera un nuevo Pablo. Así, cuando Hitler llevó a cabo el Holocausto estaba basándose en 2.000 años de antisemitismo de los cristianos. Esta es la paradoja más amarga del cristianismo.
Escribe que "la muestra de lo cristiana que sigue siendo nuestra sociedad es que el asesinato en masa provocado por el racismo (Hitler) todavía se considera algo mucho más aborrecible que el asesinato en masa provocado por la ambición de llevar a las masas a un paraíso sin clases sociales (Stalin)". ¿Está diciendo que las dictaduras comunistas están más toleradas que las fascistas por nuestra herencia cristiana?
Sí, totalmente. La gente condena a Stalin y a Mao pero nunca los hemos identificado como la personificación del demonio tal y como lo hemos hecho con Hitler. Esto es porque el fascismo destruye los dos principios fundamentales del cristianismo. En primer lugar que todos somos iguales y en segundo lugar que los débiles pueden ser más fuertes que los poderosos. Los nazis rechazaban estas dos ideas completamente.