No todos los papas de la Iglesia católica han sido modelos ejemplares. Algunos se han ganado una reputación basada en su comportamiento contrario a los principios que proponía su institución. Uno de ellos fue León VII, monje benedictino que fue elegido por su hermanastro Alberico II tras el fallecimiento de su predecesor, Juan XI, en el año 935.
León VII fue el pontífice de la Iglesia católica durante tan solo tres años. Poco se conoce sobre este hombre nacido en Roma. En ese breve periodo de tiempo, trató de mantener la estabilidad entre cualquier posible disputa política entre el rey de Italia y el poder papal. Consiguió poner fin al conflicto concertando un matrimonio entre la hija del rey italiano, Alda, y su hombre de confianza, Alberico. Asimismo, dejó una serie de Epístolas en las que prohibía la entrada a las mujeres en los monasterios de hombres.
Por aquel entonces Europa estaba sumida en la llamada Edad Oscura que poco a poco parecía verse iluminada con el paso de los años. Al-Ándalus era una de las civilizaciones más prósperas de entonces mientras que el Imperio bizantino y el Imperio búlgaro luchaban entre sí por las tierras de los Balcanes. Por su parte, el cristianismo seguía siendo fuerte y el papado buscaba aumentar dicha influencia en el viejo continente.
Pero si por un hecho histórico ha pasado a la posteridad este papa no ha sido por la forma de proceder en cuestiones eclesiásticas. Su muerte en el año 939, aún a día de hoy, es todo un misterio que genera controversias. Pese a lo que dijeran las escrituras, León VII era un hombre sexualmente activo que tenía numerosas mujeres a su disposición. En este sentido, una de las hipótesis refiere que el pontífice murió de un ataque al corazón mientras mantenía relaciones sexuales con su amante.
Tal y como escribe Imma Penn, autora de Dogma Evolution & Papal Fallacies, este hecho no está del todo corroborado por la falta de documentación de la época. No obstante, no sería la primera vez que un papa fallecía de un infarto yaciendo con una dama. Poco más tarde que León, el papa Juan XII fue conocido como "el Papa fornicario" ya que se decía que en su residencia pontificia de Letrán era habitual ver a prostitutas, eunucos y esclavos con los que organizaba orgías y fiestas varias.
La versión más extendida sobre la muerte de este papa es que el 14 de mayo de 964 fue asesinado de un martillazo en la cabeza por un marido que había descubierto al Papa con su mujer. La otra versión tampoco es mucho más benévola, ya que asegura que murió de apoplejía en pleno acto sexual.