La venganza contra Felipe V de un pueblo valenciano convertida en símbolo contra la monarquía
Desde mediados del siglo XX, en Xàtiva se expone un retrato boca abajo del primer Borbón español, un desafío simbólico que ahora formaciones republicanas utilizan contra Felipe VI.
6 agosto, 2020 02:55Noticias relacionadas
La salida de España de Juan Carlos I ha generado una avalancha de reacciones tanto por parte de los defensores de la monarquía como de sus detractores. Uno de los mensajes más comentados en redes sociales ha sido un tuit de la cuenta principal de Izquierda Unida en el que compartían una imagen boca abajo de Felipe VI y el hashtag #RepublicaYa. Una pulla a la que ha respondido Santiago Abascal con otra imagen en la que aparecen Alberto Garzón, el líder de IU y ministro de Consumo, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez también del revés, esta sin ningún comentario.
#RepublicaYa pic.twitter.com/1vUZvy9KwZ
— Izquierda Unida🔻 (@iunida) August 3, 2020
Una miniguerra de marketing político —y casi se puede decir que hasta una moda, pues en los últimos años se han dado numerosos casos de escenas protagonizadas por un retrato del Rey hacia abajo, tanto en redes sociales como en algunos ayuntamientos de Cataluña o Valencia— que esconde una explicación histórica. Porque hay un pueblo del Levante, Xàtiva, que tres siglos después sigue fustigando simbólicamente la memoria del primer Borbón español, Felipe V, como venganza por un sangriento episodio que redujo la ciudad a cenizas. Y lo hace exhibiendo un cuadro suyo como si estuviese colgado por las piernas.
Los trágicos hechos se registraron durante la Guerra de Sucesión. En 1707, tras derrotar a las tropas austracistas en la batalla de Almansa, el ejército borbónico liderado por el marqués de Asfeld se desplazó hasta la localidad de Xàtiva, a escasos kilómetros de distancia. El nuevo gobernador de la plaza decidió fortificarla y amenazó bajo pena de muerte a todo aquel que se rindiera a los partidarios de Felipe D'Anjou. A pesar de una numantina defensa durante varias semanas, los franceses lograron abrir brecha en las murallas y materializar la conquista.
La férrea resistencia fue respondida por los atacantes con una devastación total de la ciudad y el asesinato de buena parte de sus habitantes. Si antes del asedio se calculaba que en Xàtiva vivían unas 12.000 personas, al año siguiente, entre muertes y migraciones, se contabilizaban apenas 400. Pero la decisión más polémica fue la orden dictaminada por el propio Felipe V de prender fuego a todas las casas. Según el cronista de la época Isidro Planes, "corrió válido que había orden del rey de que se demoliesse toda la ciudad de Xátiva, sin dexar edificios, ni aun las iglesias".
El incendio, que se prolongó durante varias jornadas, fue una suerte de apocalipsis, "una representación del Juicio Final". Pero además de contemplar inertes cómo ardían sus hogares, el orgullo de los locales todavía sufriría una última herida: la refundación de la ciudad bajo del nombre de Colonia Nueva de San Felipe y la creación del gentilicio de "socarrats". En ese mismo 1707 el monarca también firmaría la eliminación de los fueros valencianos y la implantación del modelo judicial y político castellano a través de los Decretos de Nueva Planta.
El cuadro del revés
Apenas una década después del terrible asedio, un retrato de Felipe V realizado por el pintor local Josep Amorós en 1719 presidía el salón de plenos del cabildo municipal de San Felipe. El lienzo, de escaso valor artístico y técnico —era el enésimo ejemplo de propaganda a través del arte, el principal canal de la época—, disponía al monarca en primer término, con un evidente porte borbónico, señalando con su mano derecha una batalla, probablemente la de Almansa. El cuadro sería una obra residual hasta casi 250 años después, cuando se convirtió en mito contra su propio personaje.
A mediados del siglo XX, casi con toda seguridad en 1957, según desveló el historiador setabense Germán Ramírez Aledón, un conservador del antiguo Museo Municipal, Carlos Sarthou, decidió darle la vuelta a la tela del Borbón como venganza simbólica por los hechos acaecidos en 1707. "El retrato de Felipe V lo colgué cabeza abajo en el Museo a mi cargo porque mandó incendiar Villarreal y Játiva, mis dos patrias valencianas, la nativa y la adoptiva", explicó en un artículo descubierto hace unos años.
Este metafórico movimiento en homenaje de la identidad valenciana arrasada durante la Guerra de Sucesión, especialmente con la destrucción de Xàtiva, se registró en pleno franquismo, pero en el contexto de una serie de conferencias que tuvieron lugar en el Ateneo Mercantil de Valencia entre abril y junio de 1957, coincidiendo con el 250 aniversario de la batalla de Almansa y la abolición de los fueros valencianos. Fue un resurgimiento del debate valencianista, algo "realmente inaudito en aquellos años", según Ramírez Aledón, que señala que uno de los ponentes, el académico y director del Centro de Cultura Valenciana, Francisco de P. Momblanch, llegó a afirmar que "Felipe V, al no haber jurado nuestros fueros, jamás fue rey legalmente de los valencianos", desatando entre los presentes una "interminable y emocionada ovación".
Desde aquel entonces, el cuadro del soberano que Luis XIV envió a la Península Ibérica sin conocer el idioma ni las costumbres españolas cuelga con la cabeza más cerca del suelo que del techo en la Casa de la Enseñanza de Xàtiva, hoy sede del Museo de Bellas Artes, un edificio que alberga una importante colección pictórica con obras de Ribera, Goya, Vicente López, Santiago Rusiñol o Benlliure, aunque ninguna que genere tanta atracción y fotografías como la tela de Josep Amorós. Un resarcimiento local y de carácter simbólico que se ha convertido en la actualidad en una manifestación en contra de la monarquía.