Corría el año 1933. En tiempos de la Segunda República, Francisco Largo Caballero pisaba las calles de la capital para elevar su voz por la causa socialista. Entre octubre y noviembre de ese mismo año, el histórico dirigente del PSOE comenzó a ser conocido como el "Lenin español". Lo que en un principio parecía un halago, pronto se convertiría en un sobrenombre que Largo Caballero rehuiría.
La figura de Largo Caballero sigue siendo, a día de hoy, polémica y compleja. Se le acusó de encabezar, junto a otros, la Revolución de 1934, y fue una de las voces más importantes del bando republicano en los primeros años de la Guerra Civil.
La derrota de los republicanos le obligó a exiliarse en Francia. Sin embargo, al poco de finalizar la guerra en España, le siguió la Segunda Guerra Mundial. París caía en las garras nazis y fue internado en el campo de concentración de Sachsenhausen. Su libertad no se consumaría hasta la llegada del Ejército Rojo. No obstante, al año de que los fascismos europeos hubieran llegado a su fin, falleció en París de un cólico nefrítico del cual no pudo recuperarse.
Ahora, 74 años después de su muerte, Vox ha conseguido convencer a PP y Ciudadanos de quitar la calle de Francisco Largo Caballero en Madrid. Ubicada cerca del cementerio de la Almudena, la calle del histórico socialista corre peligro de desaparecer, paradójicamente, gracias a la ley de Memoria Histórica diseñada por Zapatero en 2007.
En este sentido, Javier Ortega Smith expondrá los motivos por los cuales Francisco Largo Caballero, el "Lenin español", debería carecer de cualquier tipo de reconocimiento en la capital española.
Vía revolucionaria
Según el partido presidido por Santiago Abascal, Largo Caballero fue un hombre de "sanguinaria trayectoria política y personal" y la presencia de una calle con su nombre "es una ofensa para los madrileños que sufrieron sus crímenes y sus pillajes".
Y es que el político socialista, pese a formar parte del Gobierno Provisional de la recién proclamada República, no dudó en atentar contra ella. Desde su cargo en el Ministerio de Trabajo impulsó varias medidas en favor de los trabajadores -la jornada semanal de 40 horas-, pero la ruptura de la coalición republicano-socialista en septiembre de 1933 llevó a Largo Caballero a abandonar la vía parlamentaria para apoyar la vía revolucionaria.
"Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos", se deja leer en El Socialista de 1933. La hemeroteca guarda innumerables titulares del político socialista alentando a un conflicto entre la España obrera y burguesa. Asimismo, en 1934, una serie de revueltas se extendieron por toda España, triunfando parcialmente en varias zonas del Estado.
Asturias fue el foco más importante. Por las calles y montañas de toda Asturias los mineros, armados con pistolas y carabinas, repetían una y otra vez el mismo mantra: "¡Como en Rusia, hay que hacer como en Rusia!".
Francisco Largo Caballero fue detenido el 14 de octubre de 1934 como cabecilla de una revolución que había dejado más de 1.000 muertos. Desde el gobierno republicano de Madrid, la Revolución de octubre fue tomada como una Guerra Civil.
Cabe señalar que el socialista fue absuelto de todos los cargos por falta de pruebas. No obstante, siguió predicando que la vía revolucionaria era la única que podría instaurar un sistema favorable para la clase obrera. Al final, en un océano de tensión entre dos bandos, los militares se alzaron contra la República.
Paracuellos del Jarama
Poco a poco, el conflicto de la Guerra Civil aumentó el protagonismo de Largo Caballero en las filas socialistas. Pretendía mantener unida a una izquierda heterogénea, donde la cohesión entre socialistas, comunistas y anarquistas era difícil de mantener.
Tal y como ha avanzado EL ESPAÑOL, Ortega Smith también tratará de vincular la matanza de Paracuellos del Jarama, donde los revolucionarios asesinaron a sangre fría a varios miles de españoles inocentes, con el histórico socialista. Lo cierto es que para entonces, Largo Caballero había abandonado Madrid con rumbo a Valencia, donde residiría el nuevo gobierno.
De esta manera, Vox decide emplear los mecanismos de una ley de Memoria Histórica que tanto ha criticado para tratar de eliminar de la acera de Madrid la figura de un político trascendental para la historia del Partido Socialista Obrero Español que el partido derechista califica como "antidemócrata".