Nadie que no pertenezca a las generaciones más jóvenes desconoce quién fue Karol Józef Wojtyla. Quizá le conozcan por su nombre más representativo: Juan Pablo II. Humilde y con una mirada que transmitía cercanía, fue el papa de la Iglesia Católica desde 1978 hasta su fallecimiento el 2 de abril del 2005. Sin embargo, pese a la enorme exposición mediática del papa, pocos conocen su vida y sufrimiento en la Segunda Guerra Mundial, donde los comunistas y nazis le hicieron padecer un infierno.
Lo más probable es que Juan Pablo II prefiriera no hablar sobre ello. Este octubre, el historiador y periodista José María Zavala publica de la mano de Ediciones Martínez Roca El enigma Wojtyla. Un retrato desconocido de Juan Pablo II. El autor, quien define al papa más relevante del siglo XX como apuesto, inteligente y un gran apasionado por el deporte, ha investigado el pasado de un hombre que este 2020 hubiera cumplido 100 años.
Más de medio siglo atrás, en Europa había estallado la Segunda Guerra Mundial y Polonia fue la primera en caer en las garras de Adolf Hitler. En tan solo un mes, el Tercer Reich había arrasado el país entero y el papa, entonces conocido como Wojtyla, tenía 19 años. Estudiaba en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro, pero la llegada de los nazis le obligó a abandonar la universidad y su pasión por la interpretación para trabajar en una cantera y en una fábrica química. Aquel cambio le premitió no ser deportado a Alemania.
Su padre, suboficial del Ejército Polaco, falleció en 1941 y al año siguiente el joven polaco decidió formarse clandestinamente en el seminario de Cracovia. Simultáneamente, su añoranza por el teatro le llevó a formar parte del Teatro Rapsódico, también prohibido.
El nacionalsocialismo, sin embargo, desaparecería en 1945. Hubo otro sistema que perduró y que persiguió a Wojtyla durante casi 60 años consecutivos. Los años en los que su patria permaneció bajo la férula asfixiante de la Unión Soviética, el KGB instaló micrófonos en todas sus residencias privadas, controló su correspondencia e intentó asesinarle varias veces.
Comunismo y papado
Tal y como explica José María Zavala, casi nadie que fuera investigado por los Servicios de Inteligencia soviéticos vivió para contarlo. Wojtyla fue perseguido desde 1946, "prácticamente desde que el poder comunista se instaló en Polonia, hasta su misma muerte", cuando la URSS llevaba más de una década extinta.
Los primeros en investigarle fueron los agentes de la antigua Oficina de Seguridad Pública, dependiente del Ministerio de Seguridad Pública de Polonia, quienes sospechaban que el futuro papa tenía acceso a comprometedores documentos que demostraban la implicación de los rusos en la matanza del bosque de Katyn, una de las mayores masacres que perpetró la Unión Soviética en suelo polaco.
A lo largo de los años posteriores a la guerra, criticó fervientemente la ateización que implantó Stalin en los países controlados por el comunismo. Mientras su tenacidad daba sus frutos y conseguía la orden para que se construyera una iglesia en Nowa Huta (Cracovia), el religioso era espiado por orden directa de la Unión Soviética.
El problema principal llegó cuando Karol Wojtyla fue elegido papa en el año 1978. Era el primer papa polaco de la historia y testigo de lo que sucedía en Polonia bajo dominio soviético. "La elección de Wojtyla provocó un gran desconcierto en las autoridades de la URSS, empezando por la Jefatura del Estado, que ocupaba entonces Leónidas Bréznev y siguiendo por las filas del KGB, a las órdenes de Yuri Andrópov", escribe el autor de El enigma Wojtyla. Un retrato desconocido de Juan Pablo II.
En 1979, Juan Pablo II visitó por primera vez como papa su querida Polonia. "¡Nadie puede excluir a Cristo de la Historia del hombre en ningún lugar del mundo!", exclamó al llegar. El papa no olvidaba sus años de cardenal, cuando los servicios secretos empezaron a reunir toda clase de informaciones sobre su vida: "desde el tipo de cuchilla de afeitar que utilizaba, hasta si fumaba, y, en caso de afirmativo, cuál era su marca de cigarrillos preferida". Asimismo, tal y como indicaba el político polaco Marek Lasota, con quien Zavala pudo conversar, "querían saber incluso la marca de la ropa interior de Karol Wojtyla".
Sin embargo, ni el KGB pudo cumplir la misión de asesinarle. "Intentaron matarle varias veces y hasta urdieron un siniestro plan para envenenarle", explica el escritor. De hecho, sobrevivió a un atentado en 1981, perpetrado por el turco Alí Agca. Tras una vida llena de peligros y que siempre dedicó a dios, murió el 2 de abril de 2005 a las 21:37. "Déjenme ir a la casa de mi Padre", fueron las últimas palabras del enemigo público número uno del régimen comunista.