Así asesinó la CNT a Eduardo Dato: crónica de un magnicidio que sacudió España
El 8 de marzo de 1921, hace cien años, tres anarquistas asesinaron al presidente del Consejo de Ministros en Madrid, junto a la Puerta de Alcalá, cuando regresaba en coche a su domicilio.
8 marzo, 2021 02:52Noticias relacionadas
Por entonces, aún se circulaba en Madrid por la izquierda (no sería hasta el 10 de abril de 1924 cuando los conductores de la capital comenzaron a circular por la derecha de la calzada).
Aquel 8 de marzo de 1921 el automóvil del presidente del Consejo de Ministros, el conservador Eduardo Dato Iradier, regresaba a su domicilio en la calle Lagasca esquina con la calle Alcalá, tras pasar la tarde en el Senado. La sesión había concluido a las 19.50 horas y Dato se entretuvo unos minutos en su despacho y los pasillos de la Cámara Alta, bromeando con algunos ministros y senadores, antes de vestirse el abrigo y subir a su coche oficial, un Marmont 34 negro propiedad del Ejército, sin blindaje.
El chauffeur (chófer), un lacayo y Dato emprendieron la marcha hacia la residencia del presidente. Alcanzaron la plaza de la Encarnación y recorrieron la calle del Arenal sin ningún contratiempo. Cruzaron la puerta del Sol y tomaron Alcalá. A la altura de la calle de la Virgen de los Peligros, el conductor ocupó temporalmente el carril derecho para evitar unas obras de pavimentación. Luego, atravesó la plaza de Cibeles y siguió subiendo la calle Alcalá, sin sospechar de una motocicleta Indian de 7 CV con sidecar, ocupada por tres personas, que comenzó a seguirle a unos treinta metros de distancia.
Al llegar a la plaza de la Independencia, el chófer de Dato buscó la senda marcada por los raíles del tranvía de las Ventas para rodear, por el lado izquierdo, la Puerta de Alcalá. Justo entonces la motocicleta aceleró y se acercó al automóvil presidencial. A la altura de la calle Serrano, se situó a tres metros de distancia y dos de sus ocupantes, el que iba sentado en el asiento trasero de la moto y el del sidecar, comenzaron a disparar repetidamente sobre el vehículo del presidente. Eran las 20.14 horas de la tarde. Las últimas balas habían sido descerrajadas a apenas dos metros de distancia de la rueda posterior izquierda del coche de Dato. En total, los atacantes dispararon veinte proyectiles contra el vehículo oficial. Dieciocho alcanzaron su objetivo.
El chauffeur, el sargento de Ingenieros Manuel Ros Navarro, de veintiséis años, se detuvo un segundo tras las descargas. "¡Arrea deprisa, que me han matado", le gritó el ayudante del presidente, José Fernández, que había resultado herido en la cabeza. Ros reanudó inmediatamente la marcha, mientras los terroristas giraban a la izquierda y desaparecían a toda velocidad por la calle Serrano. En el asiento trasero yacía malherido Dato, alcanzado por varios disparos.
"Sin fijarme si le había pasado algo al señor presidente", relató posteriormente Ros, "puse el automóvil a toda marcha, llegando enseguida al domicilio del señor Dato. Como mi compañero estaba herido me lancé yo a tierra y abrí la portezuela. Entonces vi horrorizado que el presidente se encontraba como muerto: con la cabeza reclinada en el respaldo del lado derecho, y arrojando gran cantidad de sangre por la frente y cara; el respaldo todo manchado, el sombrero en el suelo del carruaje. Volví a subir al coche y poniéndolo a toda velocidad fui a la Casa de Socorro de la calle Olózaga".
Minutos después, el automóvil presidencial se detenía en la puerta de la Casa de Socorro. "¡Pronto, un médico, que el señor Dato viene herido!". El político fue trasladado a la mesa de operaciones. Los doctores de guardia, Adrián García López y Luis Felipe Vilas, aplicaron al presidente una inyección de cafeína. Pero Dato agonizaba. Las heridas eran mortales y al administrarle la segunda inyección, el presidente expiró. Tras Juan Prim (1870), Antonio Cánovas del Castillo (1897) y José Canalejas (1912), Eduardo Dato se convertía en el cuarto presidente del Gobierno asesinado en España en poco más de cinco décadas.
Desfile funerario
Su cuerpo presentaba varios orificios de bala, entre ellas, según recogió el parte médico, "una herida por arma de fuego, con orificio de entrada, en la región occipital y salida por la frontal, mortal de necesidad; otra por arma de fuego en la región mastoidea izquierda, con orificio de salida, en la región malar del lado contrario; otra de igual naturaleza en la región costal izquierda, a la altura de la séptima costilla, penetrante y sin orificio de salida". El sombrero de copa del presidente mostraba dos orificios.
Por teléfono se avisó a la mujer del presidente del Consejo de Ministros, que llegó a la Casa de Socorro acompañada de sus hijas Carmen, Isabel y Concha. Poco a poco se acercaron los miembros del Gobierno, junto al alcalde de Madrid, el gobernador civil y otras autoridades. También un sacerdote, que administró al presidente la extremaunción sub conditione. La noticia se difundió veloz por la capital y algunos cines las anunciaron a los espectadores.
La viuda solicitó trasladar el cadáver de Dato al que había sido su domicilio, para poder velarlo. El cuerpo del presidente fue colocado en una camilla, se tapó con una manta y, escoltado por guardias de Orden público, fue conducido desde la Casa de Socorro hasta la vivienda de Dato, rodeada ya de numerosos transeúntes que se habían acercado a confirmar la noticia.
"Para subir la escalera", publicó La Correspondencia de España al día siguiente, "lucharon con no pocas dificultades, teniendo que llevar la camilla a pulso y sobre la barandilla. El cadáver fue colocado en la habitación denominada 'La Rotonda'. Sobre un colchón, colocado en el suelo, se puso un tablero cubierto con una sábana y allí quedó".
El Gobierno en pleno y políticos de todos los partidos acudieron esa noche a velar el cadáver de Dato. Numerosas personalidades se acercaron a lo largo de la madrugada y el día siguiente. A las 10.30 de la mañana del 9 de marzo el rey Alfonso XIII y la reina Victoria llegaron a la casa mortuoria, donde oyeron una misa y dieron el pésame a la familia. Por la tarde se trasladaron a la vivienda el juez especial, el fiscal y los médicos forenses Cipriano Moreno Grau y Julián Fuentes, que practicaron la autopsia al cadáver y contabilizaron hasta ocho heridas de bala en el cuerpo del presidente, cuatro de ellas en el pecho.
A la mañana siguiente, los antiguos secretarios de Dato, su yerno Eugenio Espinosa de los Monteros y Bermejillo y dos oficiales de Marina ayudantes del presidente fallecido bajaron el ataúd con sus restos mortales hasta una carroza fúnebre tirada por cuatro caballos, que conduciría el féretro hasta el edificio de la Presidencia del Consejo, donde se le tributaría una despedida de Estado.
Aquel primer cortejo recorrió las calles de Alcalá, la plaza de la Independencia (pasando por el mismo lugar donde se había producido el atentado), Serrano, Goya y la plaza de Colón, hasta alcanzar el palacio de Villamejor, en el número 3 del Paseo de la Castellana, que fuera sede de la presidencia del Gobierno de España entre 1914 y 1977. El Heraldo de Madrid señaló en su crónica del día siguiente: "Allí perdió el acto de la conducción del cadáver del Sr. Dato el carácter particular (…), para comenzar a revestir toda la solemnidad requerida por el póstumo homenaje que oficialmente había de tributarle al ilustre político muerto por la patria. Delante de la Presidencia se había situado el armón de Artillería, arrastrado por seis caballos, en el cual quedó momentos después depositada la caja de caoba con herrajes de plata, y sobre cuya tapa se destacaba un crucifijo, que encerraba los restos mortales del Sr. Dato".
A las once menos cuarto, el rey Alfonso XIII, vestido con el uniforme de Capitán General de la Armada, llegó en automóvil al edificio presidencial y a las once, el cortejo fúnebre, acompañado de todas las personalidades políticas, militares, judiciales del Estado, emprendió a pie camino por la plaza de Colón, el paseo de Recoletos y el del Prado, hacia la plaza de Cánovas del Castillo. Desde la estatua de Neptuno se divisaba la multitud de ciudadanos que se había concentrado a lo largo de la carrera de San Jerónimo para despedir a Dato. Todo el comercio de Madrid cerró ese día en señal de duelo.
En la plaza de Cánovas comenzó un desfile de tropas, que se prolongó hasta la una menos diez, y con el que concluyó la ceremonia oficial. El rey regresó al Palacio Real y el armón que conducía el cadáver se dirigió hasta la Basílica de Atocha, donde se rezó un responso, antes de que la comitiva fúnebre reanudara su marcha hacia el cementerio de la Sacramental de San Isidro, donde Dato sería enterrado a las 14.25, en el patio de la Concepción, pabellón número 18, nicho 79.
Los magnicidas
Una vez cerrada la tumba se abrieron todos los interrogantes que rodeaban el atentado. ¿Quién había asesinado al presidente del Consejo de Ministros y por qué? ¿Cómo es posible que Dato no tuviera escolta? ¿Cómo nadie descubrió los seguimientos que necesariamente tenían que haberle realizado los terroristas? Dato fue sucedido interinamente por Gabino Bugallal y posteriormente, desde el 13 de marzo, por Manuel Allendesalazar.
Ese mismo día 13 de marzo la policía, muy criticada desde que se cometió el atentado, logró detener en Madrid al anarquista catalán Pere Mateu, que cometió la imprudencia de olvidar unos papeles en un piso del número 164 de la calle Alcalá y regresar a buscarlos. Mateu trató de sacar una pistola y disparar a los agentes, pero fue finalmente reducido y confesó sin ambages su participación en el atentado: "He trabajado desde los siete años de edad; he sido un buen obrero y puedo presentar certificados que lo acrediten. La única época que estuve parado, ha sido durante el lock-out de Barcelona, pero me ha cansado de ser víctima de la explotación burguesa y he querido realizar un acto resonante".
Dato, que como ministro y presidente del Consejo había impulsado dos leyes de gran calado social (la de Accidentes del Trabajo y la que regulaba el trabajo de mujeres y niños en las fábricas) y creado el Ministerio de Trabajo en 1920, había sido asesinado por representantes de un sindicato de trabajadores.
El atentado se había preparado desde al menos cuatro meses antes. El comité regional de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en Cataluña decidió a finales de 1920 atentar contra el presidente, por considerarle el máximo responsable de la política de mano dura que las fuerzas de orden público en Barcelona, dirigidas por el gobernador civil, el general Severiano Martínez Anido, y por el jefe de Policía, Miguel Arlegui, mantenían con el sindicato cenetista.
Desde el final de la Gran Guerra la Ciudad Condal era escenario de un enfrentamiento continuo entre las organizaciones patronales, la CNT y los Sindicatos Libres, surgidos en 1919 como contraposición a la organización anarquista y al que los cenetistas acusaban de trabajar para la patronal. Un conflicto agravado por el recurso a la Ley de Fugas –que justificaba el asesinato de los detenidos con la falsa excusa de que pretendían huir– que desembocó en un reguero de asesinatos.
El ideólogo del asesinato de Dato fue el secretario general del Comité catalán de la CNT, Ramón Archs, y los ejecutores, el barcelonés Ramón Casanellas Lluch, afiliado al sindicato del metal y mecánico de profesión, el tarraconense Pere Mateu Cusidó y el mallorquín Lluís Nicolau.
Casanellas, Mateu y Nicolau llegaron en tren a Madrid el 11 de enero de 1921, acompañados de la mujer de Nicolau, Lucía Forns, y de un cuarto sindicalista que abandonó la misión. Anarquistas madrileños les ayudaron a conseguir cinco armas, entre ellas las dos pistolas-ametralladoras Mauser con las que cometerían el magnicidio, y a alquilar dos pisos en la misma calle Alcalá, para vigilar mejor los movimientos de Dato. A finales de febrero, Mateu y Casanellas regresaron a Barcelona para exponer su plan a Arch y comprar la motocicleta con la que cometerían el atentado. De regreso a la capital, sufrieron un accidente en el puerto zaragozano de La Muela en el que se averió la moto, que consiguieron reparar. A su llegada a Madrid la ocultaron en un almacén de la calle Arturo Soria.
El 3 de marzo habían realizado el primer ensayo general del atentado, siguiendo el vehículo de Dato por las calles de Madrid sin que nadie se percatara de ello. El 8 de marzo en el que mataron a Dato, Casanellas conducía la moto, Nicolau iba sentado en la parte trasera de la misma y Mateu en el sidecar. Los dos últimos serían los encargados de efectuar los disparos contra el automóvil presidencial.
Tras el ataque, Casanellas huyó a la Unión Soviética. Regresaría a España después de la proclamación de la Segunda República y fallecería en 1933 en un accidente de tráfico. Nicolau y su mujer huyeron a Alemania, desde donde él fue extraditado (previa solicitud del Gobierno alemán de que no fuera ejecutado) y condenado a cadena perpetua. Liberado durante la II República, sería fusilado por las tropas franquistas al final de la Guerra Civil. Mateu, el único al que la policía logró detener antes de abandonar Madrid, fue condenado a muerte, pero se le conmutó la sentencia por prisión perpetua ante la necesidad de proceder como con el extraditado Nicolau. Al término de la contienda española se exilió en Francia, donde rehízo su vida.
Días después del asesinato de Dato, el rey Alfonso XIII concedió a su viuda el título de primera duquesa de Dato. Un año más tarde el féretro del presidente sería exhumado y trasladado al Panteón de los Hombres Ilustres de Madrid, a un mausoleo esculpido por Mariano Benlliure.