“- ¿Si pudiera volver atrás se quedaría embarazada?
- Renunciaría a a tener hijos de todas todas.
- ¿A los tres?
- Sí. Me duele muchísimo decirlo. Renunciaría a ellos totalmente. En serio. Sin pestañear”.
Esta es Doreen, madre de tres niños de edades entre los 5 y los 10 años. Doreen afirma que “una vez que tienes a una personita en casa, y esa personita crece contigo, acabas sintiéndote unida a ella. Lo que ocurre es cuando digo que me arrepiento de ser madre es que las emociones que surgen, llámese conciencia… se dispara y te dice: ‘Espera, tú los quieres. ¿Cómo vas a romper con ellos?’. Lo haría. Pero decir eso resulta muy confuso”.
Doreen habla con Orna Donath, una socióloga israelí que ha entrevistado con 23 mujeres que se arrepienten de ser madres y las ha compilado en un libro: Madres arrepentidas: una mirada radical a la maternidad y sus falacias sociales. Las protagonistas del ensayo de Donath son mujeres que quieren a sus hijos, pero no quieren que sean sus hijos, cuenta la autora a EL ESPAÑOL. La socióloga saca la maternidad del saco de la perfección y muestra la realidad de las mujeres que no eligieron ser madres, simplemente hicieron lo que se supone que les tocaba.
La socióloga saca la maternidad del saco de la perfección y muestra la realidad de las mujeres que no eligieron ser madres, simplemente hicieron lo que se supone que les tocaba
Donath no habla del caos que supone tener hijos, habla de la soledad que implica tener una responsabilidad de por vida que no quieres. “Una madre tiene que serlo todo -escribe- y no puede dejar de serlo nunca”. La socióloga pone de relevancia el rol de la maternidad y cómo “se sigue bombardeando a las mujeres de todo el mundo con el mensaje de que su seno debería ser reclutado en beneficio de la nación”. Como una suerte de manifiesto político Donath señala que si las mujeres se arrepienten de ser madres “entonces el arrepentimiento es una señal de alarma que no sólo debería instar a las sociedades a ponérselo más fácil a las madres, sino que debería instar a las sociedades a replantear las políticas de reproducción y nuestras ideas sobre la misma obligación de ser madres”.
¿Para el poder político la mujer es un útero?
En muchos aspectos sí. La sociedad nos dice que la mujer sólo está completa cuando es madre, esto sucede en Israel y el resto del mundo, aunque trabajemos, vayamos al ejército, nuestro papel principal es la maternidad, todo lo demás viene después. En el caso de que no tengas hijos hay una presión, nadie te dice que esté mal, pero en la jerarquía sigue siendo mejor ser madre que no serlo.
¿Cómo encaja la sociedad el hecho de que una mujer no quiera tener hijos?
Hay mujeres que quieren tener hijos, lo saben desde pequeñas, y les encantan serlo aunque sea difícil por momentos. Pero hay otras que no. Y por encima de todas está la sociedad diciendo desde edades muy tempranas que hay tener hijos, lo que impide que aquellas que no quieren ser madres no sientan la verdadera libertad de examinarse, de preguntarse si quieren serlo o no.
En muchas de las entrevistas que usted muestra en el libro se ve cómo las mujeres afirman que llegado el momento en el que ‘toca ser madre’ no se lo planteaban. ¿Es un problema de educación? ¿Nos educan para mirar al exterior y no para mirar al interior?
No nos educan para ver qué deseamos, para saber qué queremos. En el caso de las mujeres simplemente se nos educa para ser madres. Cuando se habla de la maternidad se dice ‘cuando tengas hijos’, no ‘si tienes hijos’. Hay un mensaje subyacente de que hay que tener hijos casi por obligación. Se da por sentado que vas a tenerlos. He realizado mi investigación en Israel donde la esencia de la mujer a los ojos de la sociedad es ser madre. Tenemos la tasa de natalidad más alta de la OCDE y somos el país del mundo más avanzado en técnicas de fertilidad, pero también en su gratuidad y en su uso.
Pero, ¿es extrapolable a otras sociedades?
Sí. Por ejemplo, en Alemania se creó un debate enorme en cuanto a este tema y es un sitio donde hay más libertad para decidir no tener hijos. Pero incluso allí conocí a muchas alemanas jóvenes que se acercaban para decirme que sentían esa presión de tener hijos. Con lo cual está muy bien que no tengas hijos, pero en la jerarquía sigue siendo mejor ser madre que no serlo, porque se empuja a la mujer a tenerlos. Alemania es un país concreto, pero ocurre en más lugares.
En el libro habla usted de la maternidad casi como un arma política, especialmente en Israel.
Todos los países consideran la tasa de natalidad como una fuerza, como una potencia, las naciones necesitan hijos y necesitan una tasa elevada de natalidad. Yo creo que en Israel es una combinación de eso, de nacionalidad, de una cuestión religiosa y la percepción familiar, somos una sociedad muy centrada en la familia. Hay una sensación de que hay que hacer más judíos.
¿Qué es ser una madre arrepentida?
Es ser una mujer que mira su vida con retrospectiva y dice: para mi caso ha sido un error tener hijos. Hay que diferenciar entre este concepto y la ambivalencia, es decir, no es lo mismo aquellas madres que dicen que a veces que detestan tener hijos, que sufren por ellos, pero que si tuvieran la opción de volver a ser madres lo harían. Las madres arrepentidas son las que no lo volverían a hacer nunca, pero no se arrepienten de los hijos que ya han tenido, sino del hecho de ser madres.
"Los padres, al igual que las madres, afirman que el problema es que ahora van por el mundo con una conciencia diferente, no es lo mismo que andar por el mundo sin hijos", afirma Donath
¿Hay padres arrepentidos?
Por supuesto, aunque hay aspectos de su arrepentimiento que se parecen y otros que no. Yo entrevisté como a diez, pero el libro quería enfocarlo desde una perspectiva feminista y no los incluí. Sin embargo, es muy interesante. Durante las entrevista hablé con mujeres que ya son abuelas, por lo que ya no tienen que ocuparse de los hijos cada día y aún así todavía se arrepienten. Esto es lo que yo llamo ‘conciencia de madre’, es algo que siempre tienes detrás. Para los padres sucede algo parecido porque muchos de ellos no participan en el cuidado diario de los hijos, entonces yo les preguntaba: ¿tú de qué te arrepientes? Si me dices que te vas a trabajar y te olvidas de que tienes familia. Contestan, al igual que las madres, que el problema es que ahora van por el mundo con una conciencia diferente, no es lo mismo que andar por el mundo sin hijos.
Si tenemos madres que se arrepienten y aunque no lo hagan la experiencia de la maternidad es una tarea hercúlea, ¿nos estamos equivocando en cómo ser madres o en cómo nos hacen ser madres?
Nos estamos equivocando completamente y, además, nos equivocamos doble. Nos equivocamos al no escuchar con cuidado a las mujeres que dicen que no quieren ser madres y la sociedad trata de seducirlas a que tengan hijos. Y nos equivocamos cuando no entendemos las necesidades de las madres, porque les cae todo sobre los hombros. Creo que este libro participa de una llamada de atención, una llamada previa, de que ha llegado el momento de decir: ¡basta ya!
"En la sociedad nos equivocamos doble, por una parte al no escuchar a las mujeres que no quieren ser madres y, por otro, porque no atendemos las necesidades de las que ya lo son
Pero, poco a poco van cambiando los roles sociales, ¿no?
Claro, pero aunque diga una evidencia los hombres tendrían que participar en la misma medida, son sus hijos también. Sin embargo, hay que decir que en muchos aspectos la culpa no es de ellos, la estructura social no ayuda a la participación masculina. Por poner un ejemplo, todo el mundo tendría que acabar de trabajar a las cinco, no sólo las mujeres que tienen que volver a casa para empezar su segundo turno de trabajo.
¿Ofrece soluciones la política?
Nunca ha tenido la atención que se merece. Aunque los políticos digan cosas lo dicen con un lenguaje vacío.
¿Qué supone no escuchar esta realidad?
Si no prestamos atención creamos mucho sufrimiento, ya se está creando. Vemos cómo las tasas de natalidad se reducen en todo el mundo porque las mujeres no pueden hacerlo todo. Las sociedades tienen que escuchar lo que se dice, no sólo por mejorar las condiciones de las que son madres o para que haya otra vez mujeres que quieran ser madres. Sino en favor de la sociedad, para que las mujeres que no quieran tener hijos no los tengan. Hay muchas mujeres que no quieren ser madres, independientemente de las condiciones que les ofrezcan.
¿Realmente hoy en día una mujer puede decir: no quiero ser madre?
Te dirán que estás loca, que eres una egoísta, que no eres una mujer de verdad. Que vas a acabar sola y rodeada de gatos. Una representación feísima para la mujer que no quiere ser madre. ¿Cómo puede decir una mujer que no quiere ser madre así? ¿Cómo puede decidir que no quiere tener hijos si esta es la única perspectiva que se le ofrecen?