Por tradición, el Nobel de Literatura, que se falla este jueves, es una fuente de sorpresas y de decepciones. A veces, incluso, de decepciones sorprendentes. Para algunos de los autores y autoras que preguntamos el premio de la Academia Sueca debería descubrir figuras poco visibles, otros lamentan lo previsible de reconocimientos politizados. La mayoría se muestran prudentes a la hora de responder a nuestra pregunta: “¿Cuál es el Nobel de Literatura que más te ha decepcionado?”.
Elena Medel, poeta, 'Un día negro en una casa de mentira' (Visor)
“No leo a un autor o a una autora porque haya ganado el Premio Nobel. Sí me acerco con algo de curiosidad a las entrevistas que conceda, hojeo sus libros… Igual que con otros certámenes similares. Por eso no puedo hablar de decepción: si su discurso no me interesa, no voy más allá. De los últimos premiados a los que no conocía, Svetlana Aleksiévich ha supuesto una revelación. Al principio no me acerqué a sus libros, pero una buena amiga —y una lectora en la que confío, María Sánchez— me animó a que olvidara los prejuicios. ¿Qué espero del Nobel? Que me descubra a un autor o a una autora que no conozca, y que me zarandee: algo similar al hallazgo que supusieron para mí —en su día— los libros de Elfriede Jelinek o Herta Müller. O que aporte visibilidad a escritores de calidad inmensa que la merecen, pero que no la tienen, como en el caso de los galardones a Tomas Tranströmer y a Alice Munro.
No me decepcionó, pero me apenó el Nobel a Modiano, porque esa "ley no escrita" va a impedir que se lo concedan a Annie Ernaux, para mí la gran novelista francesa de su generación, y la gran novelista actual en lengua francesa: una escritora que, con mayor verdad y mayor altura, lleva décadas haciendo lo que ahora aplaudimos a Karl Ove Knausgård".
Fernando Aramburu, novelista, 'Patria' (Tusquets)
“Confieso que no domino la técnica de entusiasmarme con la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura. No la espero con especial interés. Tampoco hago mi lista particular de favoritos ni participo en el juego de los vaticinios como no sea que alguna vez me diera por mofarme con afectuosa malicia de ellos. Jamás he experimentado decepción porque le concedieran el premio a este o el otro escritor. ¿Quién soy yo para vestirme de académico sueco y dictaminar que alguno no reúne los méritos suficientes? Ello desvelaría que me dedico a leer libros de autores carentes de dichos méritos, lo cual, a su vez, demostraría mi limitada perspicacia. Así las cosas, recuerdo con gratitud que el Premio Nobel me ha descubierto autores valiosos que yo no conocía o conocía superficialmente: Imre Kertész, Coetzee, Alice Munro…”
Alberto Santamaría, ensayista, 'Paradojas de lo cool' (La vorágine)
“He de reconocer mi absoluta ignorancia al respecto. He tenido que buscar en internet para saber quiénes han ganado el premio Nobel de Literatura. Sabía de algunos, pero de lo más reciente no tenía la menor idea. ¿Decepcionado? La verdad es que no. Hay personajes que desprecio viva e ideológicamente, como a Mario Vargas Llosa, pero es básicamente algo visceral, no literario. Por lo tanto es un problema mío. En este sentido, me parece que decepción es una palabra demasiado fuerte en mi caso.
Por otra parte, el listado de poetas que han ganado el premio en los últimos 40 años me parece magnífico. En buena medida, mis poetas favoritos (Heaney, Walcott, Brodsky, Soyinka, etc) están ahí. Posiblemente la poesía contemporánea —en la medida que yo la conozco, que es reducida, por supuesto— tiene un nivel que desborda a otras formas literarias. También me ha llamado la atención la presencia de filósofos como Russell o Bergson. Creo que incluir a la filosofía, a la escritura filosófica en los premios Nobel debería ser algo habitual. Hay en la filosofía, en el ensayo actual, una fuerza literaria que no debería de pasar inadvertida. Ya toca un premio Nobel de Literatura para un filósofo, no me cabe duda”.
Elvira Navarro, novelista, 'Los últimos días de Adelaida García Morales' (Random House)
“El término “decepción” aplicado a los premios Nobel me resulta excesivo, quizás porque el premio no es una condición necesaria para la consagración de nadie. Prefiero que el Nobel me descubra a escritores o escritoras sobre los que no tengo noticia, aun cuando yo luego juzgue que estos escritores o escritoras no son superiores en méritos a los que conozco y admiro, pues como lectora primo el que se me abran nuevos caminos. Por decirlo con un ejemplo: me gustan mucho Alice Munro y Elfriede Jelinek, pero aplaudo más el haberle dado el Nobel a Jelinek, a quien hasta entonces se desconocía”.
César Rendueles, ensayista, 'En bruto. Una reivindicación del materialismo histórico' (Catarata)
“Sé que suena anticuado o ingenuo pero el Nobel es un premio que me ha resultado razonablemente útil, en el sentido de que gracias a él he descubierto a escritores de los que ni siquiera había oído hablar o nunca me había animado a leer y que se han convertido en muy importantes para mí. Se me viene a la cabeza J. M. Coetzee, claro, pero el Nobel también me llevó a leer a Lessing y a Naipaul, que me encantan. Me han decepcionado, supongo que como a todo el mundo, los malos escritores premiados. Soy incapaz de leer a Modiano y Müller se me hace muy cuesta arriba, pero entiendo que haya gente a la que le interese su obra. En cambio, escapa a mi entendimiento qué puede ver nadie en Sholojov, Churchill o Gordimer.
Me gustaría que algún Nobel cayera en algún autor de ciencia ficción o de novela negra, yo que sé, Ursula K. Le Guin o James Ellroy. De los escritores más tradicionales, cada año me sorprende que no se lo den a E. L. Doctorow”.
Ignacio Martínez de Pisón, novelista, 'La buena reputación' (Seix Barral)
“A Toni Morrison le dieron el Nobel en una época en que yo escribía crítica literaria, así que me tocó leerme seguidas las cuatro novelas que aparecieron de golpe en español. ¡Menudo empacho de lugares comunes y bisutería literaria! Nunca más he vuelto a leer nada suyo y me pregunto si me habré perdido algo...”
Lara Moreno, novelista, 'Piel de lobo' (Lumen)
“Me faltan muchos premios Nobel por leer. A otros muchos los he leído, y no he sentido decepción ninguna. A riesgo de que me catapulten a un lugar indeseado: me decepcionó W. B. Yeats. ¿Qué es la decepción en lo literario? No existe un juicio de canon en lo que digo, solo un asunto de percepción y sensibilidad: no fui capaz de emocionarme con él, recuerdo sus poemas como un decorado verde, oscuro y húmedo, demasiado tibio, donde no brillaba la hojarasca al anochecer”.
Luisgé Martín, novelista, 'El amor del revés' (Anagrama)
“Desde que tengo uso de razón literaria, el Nobel que más me ha deslumbrado fue Elias Canetti, un autor del que yo no sabía nada y que se convirtió en una absoluta revelación. Desde entonces, siempre que le dan el Nobel a un autor al que nunca he leído —y que a veces no está ni traducido al español— espero una revelación semejante. Y en la mayoría de las ocasiones me viene una decepción. La peor de todas fue Herta Muller, en cuya literatura no fui capaz de meter la cabeza. Ni siquiera de llegar hasta su borde. El Premio Nobel me reconforta cuando se lo dan a un autor al que admiro, pero me interesa más cuando sirve para poner la luz sobre alguien desconocido e interesante. Como el año pasado”.
Vicente Luis Mora, novelista, 'El lectoespectador' (Seix Barral)
"La lista del Nobel es muy irregular. Dentro de ella hay nombres inexplicables, como Churchill o Echegaray, y también autores cuyos méritos decaerían en un mundo justo frente a rivales directos: Neruda frente a César Vallejo, o Saramago frente a Lobo Antunes. Me gustaría que el Nobel nos descubriese a figuras poco visibles y necesarias, y espero que no encumbre a alguien por sus méritos mercantiles, como hizo la academia con Pearl S. Buck mientras pretería a Virginia Woolf".
Antonio Orejudo, novelista, 'Un momento de descanso' (Tusquets)
“El Nobel que más me ha decepcionado, después de Jacinto Benavente, fue Gao Xingjian, un chino al que se lo dieron en el año 2000 por haber escrito tres obrillas de teatro y una novela infame y pretenciosa, titulada El libro de un hombre solo. Nunca se le ha visto tan claramente el plumero político al Premio Nobel como ese año”.
Gonzalo Torné, novelista, 'Divorcio en el aire' (RHM)
“Hombre, decepción, decepción… No sé si alguno me ha decepcionado. Para decepcionarme se lo tendrían que dar a Bob Dylan o a Paulo Cohelo, algo así. Del premio espero dos cosas complementarias: que premie a un escritor que me guste o que me descubra a un autor buenísimo. Ambas cosas las consigue con frecuencia, con una eficacia altísima si lo comparamos, por decir algo, con el Cervantes. Si encima se lo dan a John Ashbery o a Anne Carson, pues fiesta completa. Al premio le tengo aprecio porque el año que le dieron el Nobel a Coetzee (y el artículo que escribió Ignacio Echevarría para celebrarlo) me "cambió" la vida, aunque esa es otra historia… Desde que estoy en Twitter es además un momento divertido, la quiniela de los letraheridos”.
Pablo García Casado, poeta, 'García' (Visor)
“No fue decepción, aunque sí esperaba algo más de Alice Munro. Uno espera el efecto Szymborska, y en este caso, la escritora era presentada como alguien capaz de sublimar la vida cotidiana. Sin embargo, novelas como La vida de las mujeres o la mayoría del los cuentos de Demasiada Felicidad me parecieron bastante previsibles. No digo que sea una mala escritora, pero creo que le falta el “pellizco” que sí tienen otros cuentistas de su generación”.
Fruela Fernández, poeta, 'Una paz europea' (Pre-Textos)
“Entiendo el Nobel sobre todo como una oportunidad para abrir nuestro arco de lectura, y por tanto me aburre cualquier victoria de los "escritores internacionales genéricos" como Le Clézio o Modiano (y ese runrún de candidatos y semicandidatos como Roth, Murakami, Auster, Marías...). Entre los recientes, me alegró el premio a Tomas Tranströmer y me alegraría uno a John Berger (o al inviable Peter Handke)”.