"Academia", según el Diccionario para entender a los humanos (Trama editorial) de José Antonio Blanco (Baracaldo, 1961) es un "consejo de ancianos formado por artistas, escritores y filólogos al que la autoridad pública encarga la tediosa tarea de entorpecer la natural evolución de las Artes y las Lenguas". En el primer concepto ya pone de manifiesto el umbral que le supone la RAE. "Me ha ayudado mucho, en especial a desviarme del camino recto", dice en el prólogo. Y guiña: "Si por alguna razón se sienten ofendidos, envíen una carta al Ombudsman [una suerte de Defensor del Pueblo] de El País; me han dicho que es una persona muy comprensiva".
Las palabras son lo que cada uno quiera, o, más bien, lo que uno entienda, lo que uno construya. Los significados están ahí -por escrito en esas tablas de mandamientos que aspiran a ser los diccionarios-, pero las connotaciones son personales. Y hablan de quiénes somos. De qué tal pensamos. Son ideológicas, íntimas, emocionales. Tan intransferibles en cada ser humano como un rasgo de la cara, como la frase preferida de una canción, como un trauma infantil. Resulta algo trágico plantearse cómo vamos a entendernos -¿será que no basta el lenguaje, que todo no lo puede asir?- si cada uno maneja un vocabulario subjetivo.
Con la a, "alma": "Parte del cuerpo no comestible situada entre las plantas de los pies y el cuero cabelludo, pero más a la derecha. Los filósofos clásicos afirmaban que las mujeres carecían de alma, pero los pensadores contemporáneos no han sido capaces de desmentirlo". O "amistad": "Afecto de la persona que no exige saber para qué quieres el dinero. Es un sentimiento que sólo se da en la infancia. Hasta los dos años".
Amor, arte, banca
José Antonio Blanco -que firma como Perroantonio- paladea las palabras y las expulsa con saliva ácida. "Amor": "Trastorno temporal de los sentidos que provoca alucinación sensorial, suspende el juicio y produce un sentimiento de afecto desmedido entre individuos extraños. Para los observadores ajenos es un fenómeno tan fascinante como la aurora boreal o una lluvia de estrellas. Nueve de cada diez veces se cura con un baño de realidad en forma de calzoncillos sucios, loción desmaquillante o conversación. Los casos graves se tratan con matrimonio". ¿Y qué hay de "arte"? "Producto humano con finalidad estética que se adquiere o consume como símbolo de estatus por una cantidad desproporcionada de dinero. Si es barato, se llama artesanía".
Nueve de cada diez veces, el amor se cura con un baño de realidad en forma de calzoncillos sucios, loción desmaquillante o conversación. Los casos graves se tratan con matrimonio
Los conceptos se hilan entre sí: uno contiene muchos. La maraña es imposible de gestionar. No cabe la definición de "banca" sin saber que "los particulares que le entregan su dinero a esa ingeniosa industria" son "primos" que se dejan complacer, a cambio -y, más intereses- con "una palmada en el hombro, una cubertería de acero inoxidable o un termo". El "ciclista urbano" es un "ventajista a pedales" que, con el pretexto de considerarse un ecologista con ruedas, incumple, indistintamente, todas las normas de circulación; "change.org" es un "tontódromo" y "caridad" es un "placebo de la justicia administrable en dosis homeopáticas".
El "capitalismo" bien puede ser un monstruo con el que se asusta a los niños que no quieren estudiar o una bestia mitológica que corrompe la inocencia "de comunistas, socialistas, sindicalistas, curas e indígenas, y los empuja a beber Coca-Cola y a comprar más barato en los grandes almacenes". Claro que en el lenguaje nunca está el pecado. El pecado está en su empleo. La "cirugía estética" es una especialización cosmética de la cirugía plástica cuyo fin último suele ser mejorar el tránsito por el canal de la entrepierna, y el "comunismo" tiene el objetivo de distribuir equitativamente toda la pobreza de la gente.
Dictadura, dios, escritor
Las palabras también son imágenes. A Perroantonio le dices "dictadura" y piensa en un grupo de militares resabiados y reunidos en una cantina que nombran dictador al más salvaje de ellos por tiempo indefinido. "Dios" es el creador irresponsable de todas las cosas y algo así como el gran "vago" cósmico. Un "escritor" es un "profesional de la literatura que gana su salario en oficios diversos o chuleando a su cónyuge: sufren, en general, de un exceso de vida interior pese a lo cual suelen cultivar prestigio de alcohólicos y disolutos nocturnos para explicar su querencia diurna por el café o el té".
El "estado" es una organización institucional de carácter coactivo cuyo objetivo es regular todos los aspectos de la vida de las gentes para evitar que se maten, violen, se coman entre ellos y escriban poemas épicos para celebrarlo. El "europarlamentario" es el concejal que sabía inglés, y el "matrimonio" es esa formalidad que hace que los encuentros sexuales se realicen sin disfrute y sin regodeo, pues Dios lo observa todo. Una "monarquía" es una modalidad político sexual de la Jefatura del Estado que "sólo se practica en sociedades decadentes con tendencia al ensimismamiento".
El "europarlamentario" es el concejal que sabía inglés, y el "matrimonio" es esa formalidad que hace que los encuentros sexuales se realicen sin disfrute y sin regodeo, pues Dios lo observa todo
En otros momentos, los conceptos se delimitan por las filias o las fobias. Así, "fascismo", además de ser un "movimiento político totalitario nacionalista, militarista, antidemocrático, antiliberal, anticomunista y antihumanista que desprecia al individuo y alaba a la masa", también se distingue por su "gusto por las líneas rectas y los culos prietos", además de "preferir la trompetería a los adornos del violín": "Su propuesta intelectual más notable es el sometimiento de la razón a la voluntad, por lo que, lógicamente, hoy sólo prolifera en los estadios de fútbol".
El "neoliberalismo" predice que si el Estado se limita únicamente a regular el tráfico, "los tiburones se volverán vegetarianos y los gorriones pesarán cien kilos". Pornografía, publicidad, purgatorio. Verborrea -"estupidez densa pero fluida"-, vino, violencia. Y, muy especialmente, y casi al final de todo, "utopía": representación ideal de una sociedad en donde todo funciona pero no apetece vivir debido a la altísima concentración de tedio, mediocridad y moralina. También pasa con las palabras de la RAE.