El peor enemigo de Harry Potter es un gurú de fitness cachas
Sólo hay un autor que hace sombra a las astronómicas ventas de J. K. Rowling en su patria: un entrenador personal que asegura que comiendo hamburguesas también se adelgaza.
17 enero, 2017 03:07Noticias relacionadas
Lord Voldemort ya no es ese calvo blanquecino de alma partida en trozos que fustiga al mundo de los magos con dos ranuras por nariz. El villano pasó a mejor vida y perdió su condición de El que no debe ser nombrado. Ahora el acérrimo enemigo de Harry Potter -y de su madre súperventas- es un hermoso melenudo recién bautizado como gurú del fitness. El hombre del que no quiere oír ni hablar el imperio Rowling se llama Joe Wicks, tiene 31 años y nació en Epsom, Surrey.
Su carrera se disparó el año pasado, cuando la editorial Pan Macmillan lanzó su serie sobre alimentación para ponerse a tono: sus evangelios coleccionables prometen convertir al lector en un ser terso como un melocotón gracias a recetas de sólo 15 minutos y un poco de ejercicio, ¡y sin morir de inanición! “No me gusta la palabra 'dieta'”, dice el joven, mostrando sus dientecitos perfectos. El mundo entero quiere creerle. Olvidar las duchas de chocolate, las fuentes de carne, las barras libres de Navidad. Aquellas mágicas sobremesas.
El hombre del que no quiere oír ni hablar el imperio Rowling se llama Joe Wicks, tiene 31 años y es entrenador personal
El entrenador personal ha sido la revelación de 2016. Instagram y Channel le rinden pleitesía y las ventas de sus libros han alcanzado los 15 millones de dólares, casi cercando los 20 que se ha embolsado J. K. Rowling con toda su artillería pesada sobre la mesa. La ideóloga de la religión Potter ha extendido su presencia en las listas de éxitos gracias a cuatro productos diferentes: el guion de la obra teatral de Harry Potter y el legado maldito, el cinematográfico de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, las nuevas ediciones ilustradas de la serie de Harry Potter y hasta un tomo para colorear.
Sigue siendo la autora más poderosa de Reino Unido. Pero alguien se le acerca a pasos largos, como quien no quiere la cosa. Un chaval descamisado y cándido que, con sólo tres libros publicados de un contrato de ocho, ya ha vendido más de un millón de copias.
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En cuanto a las preferencias de los críos, después de Rowling sólo asoma la cabeza la estrella televisiva David Walliams, cuyas ventas literarias alcanzaron los 9 millones en 2016. Le queda lejos. Resulta significativo señalar que el mercado infantil se haya revalorizado un 6,55% -es decir, unos 382 millones de dólares-. ¿Por qué? Por el impacto que tiene cada libro de Rowling que, insaciable, aseguró en Twitter a finales del año pasado que estaba trabajando en dos novelas más. Tendrá que cuidar un poco más las exigencias de su público adulto si no quiere que Wicks termine de hacer el agosto.
Amazon siempre es una buena plataforma para tomarle el pulso a una nación: en Reino Unido, de entre los 10 libros más vendidos de todos los géneros, siete versan sobre alimentación, y seis de ellos están dedicados en concreto a perder peso. El público sueña con estar flaco pero a la vez anda hambriento y ya no se refugia en dietas que conviertan el pan y la pasta en delicias pérfidas. Mientras uno lucha contra sus propios deseos, viene Wicks y espeta que “comer limpio” no es su filosofía. Que él almuerza salchichas y puré y ahí lo ven, reventando de fibra y belleza. La báscula y el espejo no hablan de Harry Potter. Llevan impresos el nombre del coach y sus fórmulas mágicas.
Él puede prometer y promete que no hace falta censurarse, que basta con tomar de todo la cantidad adecuada para mantener un peso saludable. Propone dejar de comer fuera y cocinar en casa, para controlar bien los niveles de lo que se consume y ajustarlos a la energía que se gasta. Los tres libros que ha publicado en 2016 han sido número 1 en el mismo año, una hazaña que no ha perpetrado ningún otro escritor de no ficción.
Él presta su cuerpo y su cara para las portadas. Viste camisetas de lycra ajustadas de diferentes colores rompedores: verde chillón, azul eléctrico, rojo brillante. Sin embargo, aunque sabe que ser apuesto impulsa sus triunfos, asegura en una entrevista a The Guardian que “es molesto llegar a las sesiones de fotos y que siempre me pidan que enseñe el torso”.
No sólo Potter es una fe
Sonríe y ofrece al incauto lector lo que ande cocinando: un wok caído de los cielos, un colosal plato de pasta y hasta una hamburguesa que posa jugosa para la foto. Wicks, que es muy activo en redes sociales, muestra al universo las notables mejoras de sus adeptos adjuntando una foto del antes y el después de llevar a cabo su plan de 90 días -sólo bajo suscripción-.
Si lo de Potter era un fenómeno, esta promesa de delgadez y hermosura fácil no es menor que una fe. El autor ha creado hasta su propio idioma para hacer más liviano el proceso. A las repeticiones de ejercicios los llama “la triste etapa”; al brócoli, “árboles enanos”. Vuelve a sonreír y remueve la sartén como iluminado por una deidad. También al vender su producto gasta ese toque armonioso, casi de equilibrio cósmico: “Mi objetivo es que las personas cocinen alimentos saludables y hagan un poco de ejercicio cada día”, explica. “Por supuesto, he puesto mucho amor en esto, y ese amor me ha regresado en forma de todas las personas que compran mis libros”.
El autor fue un niño conflictivo. Se sabía un desastre, un trasto, y llegó a creer que no llegaría a nada en la vida. Sus padres se separaron cuando él era muy pequeño y Wicks vivió con su madre hasta que llegó la etapa universidad y se dispuso a estudiar Ciencias del Deporte. En ese momento, se mudó con su padre, un humilde carpintero especializado en arreglar tejados.
Autodidacta
No se puede decir que mamase en casa una educación nutricional ejemplar. Es más, ha contado que los armarios de su cocina siempre estaban llenos de chocolate y que la comida rápida era su menú del día. “Sólo había algo para calentar: lasaña congelada. Mi madre no tenía ni idea de cocina. Como mucho, preparaba una pasta con tomate o nos decía '¿os apetece un día de campo?' y nos alimentaba de sándwiches. Viví de la comida basura hasta los 16 o 17”.
Eso sí, el joven lo justifica porque “económicamente, no podíamos permitirnos comprar carne y pescado cada día”. Pasó de ser un crío alborotador al payaso de la clase en secundaria, fraguando un déficit de atención serio. El deporte le salvó. También de su hiperactividad. Y, aunque en un comienzo se dedicó a dar clases a niños, “los chavales no paraban de tirarme del pelo y de patearse las espinillas entre sí”: “Era un trabajo muy duro. Supe que lo que yo tenía dentro no podía canjearse en ese lugar, a pesar de mi amor por los niños. Así que me decidí a dedicarme a lo que más me gustaba: ser entrenador personal”.
Ni en sus sueños más salvajes, dice, podría haberse imaginado esta victoria. “Mi vida ha cambiado por completo. ¡Soy dueño de una casa! Ni siquiera pensé nunca en poder pagar una hipoteca. Vengo de un hogar en el que no teníamos propiedades. Mi familia nunca fue a la universidad, nunca tuvimos casas propias. Ahora puedo hacer todas esas cosas que jamás creí posibles”. Más o menos como cuando Harry Potter recibió la carta de Hogwarts. De maginal a héroe.