Orgullo literario: amor y sexo en la novela gay que nació en Instagram
'Basoréxico' es una novela escrit en 15 días con la colaboración de los seguidores de redes sociales del autor, Juan Arcones. Nueva táctica promocional: implicar a los lectores para alargar la vida del libro.
31 mayo, 2017 02:27Hay libros que son como la vida, o, al menos, como unas de esas frenéticas sitcoms que se parecen mucho a una semana cualquiera en la vida de un grupo de jóvenes españoles, con eso hermoso y vulgar que tienen de prototípico: andan sentimentales, confusos, efervescentes, heridos, un poco resacosos y residentes en Malasaña, reventando de indie. Basoréxico (Monorraíl), de Juan Arcones, tiene mucho de esa verdad -es, sobre todo, autobiográfica-, de esa verborrea, de esos triángulos amorosos imposibles y de esas noches en el Ocean Rock Bar.
Tiene mucho del “¿le escribo o espero a que me escriba?” -terror contemporáneo nuestro-, tiene mucho de falos bautizados como “pollas” -sin paños calientes- y tiene mucho de cultura popular: desde las barcas del Retiro a Ikea pasando por Lana del Rey. La obra no es un ejercicio de intelectualidad. Sí un reflejo de las vísceras púberes y sus ganas de arramblar con la vida a dentelladas.
Es la segunda parte de Dextrocardíaco (Snotewall), un análisis sobre lo destructivo de las relaciones humanas -acabó también en el Teatro Lara-, y el protagonista vuelve a ser Marc, un chaval al que el autor define como “una persona de las que quedan pocas hoy en día, porque pese a los palos que le caen, sigue creyendo en el amor clásico, en el de toda la vida”.
Campaña en Instagram
Aquí aún está recuperándose de la intensidad de su historia con Lucas cuando aparece Leo. Un percal. Apunte: “basoréxico” es la persona que siente una “necesidad repentina de besar a alguien”, y “dextrocardíaco” es quien tiene el corazón en el lado derecho del pecho. ¿Lo más curioso del último trabajo de Arcones? Su campaña. “La vida de un libro hoy en día es muy corta: se publica y al mes ya se ha acabado todo, además se publican muchísimos libros al año. Es difícil sacar la cabeza, y más siendo autor novel”, cuenta.
“Yo siempre intento proponer algo más con cada uno de mis libros, hacer algo diferente que alargue su vida. Por ejemplo, con Dextrocardíaco, Abel Azcona [artista performance irreverente e internacional] y yo montamos una exposición en Factoría de Arte y Desarrollo, en calle Valverde”, relata. “15 o 16 artistas internacionales dieron su visión particular del universo del libro y de lo que trataba. Me aburren las presentaciones literarias, intento darles una vuelta”.
La vida de un libro hoy en día es muy corta: se publica y al mes ya se ha acabado todo, además se publican muchísimos libros al año. Es difícil sacar la cabeza, y más siendo autor novel
Pero su idea para Basoréxico ha sido aún más rompedora. “En los últimos meses he ido ganando seguidores en redes sociales, también gracias a la obra de teatro. Mucha gente me pedía la segunda parte de la historia de Marc, así que pensé: si hay gente a la que le gusta lo que hago y está pendiente ¿por qué no implicar a los que me siguen en mi proceso de creación?”.
Al principio pensó en su público como simples espectadores. Se propuso publicar un vídeo diario en Instagram contando cómo iba escribiendo la novela e interactuaba con sus potenciales lectores, que dejaban comentarios y opinaban al respecto. Fue tanto el interés que empezó a ceder y a dejar que ellos también participaran. Incluía sus recomendaciones. La portada del libro fue elegida mediante un concurso en redes sociales: se presentaron unos 60 ilustradores y el que ganó se llevó 200 euros.
Una novela en 15 días
“Hablé con Spotify y me ayudó a hacer una lista colaborativa en la que cada lector pudiese poner una canción que le recordase al universo del libro. En cada una de las obras metí una fotografía de algunos de los lugares en los que se desarrolla la historia y negociaba con bares u hoteles claves que aparecen en la novela para que me dejasen escribir allí y poder compartirlo con mis seguidores”. Todo ese trabajo lo hizo entre 15 y 20 días. Reconoce que tuvo miedo de que, “de tanto exponer la obra, al final, cuando llegase el resultado, la gente dijese ‘pues se nota que lo has escrito con ayuda de redes sociales y tal, es un churro...’”. Afortunadamente, no ha sido así.
Dice Arcones que, en el mundo editorial, “como no seas ilustrador o youtuber, el tema de la visibilidad lo llevas chungo”. “Por otro lado, muchos autores se acomodan al ciclo natural de un libro: escribirlo, publicarlo, presentarlo y ya”. Él apuesta por salirse de esos cánones, incluso a riesgo de que su proceso creativo se vea afectado. “En realidad, esto siempre ha pasado en mayor o menor medida. Las editoriales grandes, Penguin Random House o Planeta, hacen estudios y pasan baterías de preguntas a su público objetivo para saber sobre qué tienen que publicar para que se lea e interese”, comenta. El lector está indisolublemente inserto en el libro ya, incluso desde antes de escribirse. El capitalismo es así: oferta y demanda, ninguna sorpresa.
Lo de que el lector intervenga en la obra no es nuevo: las editoriales grandes, Penguin Random House o Planeta, hacen estudios y pasan baterías de preguntas a su público objetivo para saber sobre qué tienen que publicar para que se lea e interese
Expresa Arcones que muy probablemente no lo volvería a hacer. Primero porque su motor es siempre buscar fórmulas nuevas; segundo porque llegó a cansarle un poco el compromiso constante de subir vídeos y de ajustarse a las preferencias de los lectores, aunque reconoce que era hermoso y gratificante, por ejemplo, “construir personajes juntos”.
¿Tiene lectores heterosexuales?
Hablemos de discriminación literaria. Según la encuesta de 2015 de Goodreads, el 80% de títulos escritos por mujeres fueron leídos por mujeres, quienes también leyeron el 50% de los escritos por hombres. ¿Cree el autor que hay público heterosexual para novelas con protagonistas LGTB? “La verdad es que mí no me gusta la etiqueta de ‘libro LGTB’, porque no lo considero un género. El libro será un drama, una comedia, una novela negra… intento luchar contra la etiqueta, normalizarla y universalizarla. Creo que antes era más necesaria que ahora, por visibilizar, pero hoy día es una forma de separarnos más”.
Màxim Huerta es homosexual pero escribe literatura heterosexual. Sólo nos meten estereotipados: el amigo gay gracioso, la amiga lesbiana machorra. Les cuesta, a los grandes autores, incluir protagonistas LGTB
Lo cierto es que la producción cultural con protagonistas LGTB es muy escasa y que, muy especialmente la literatura, no parece haber entendido aún que incluir personajes gays en una novela no es un acto político ni una reivindicación, sino meramente una muestra de la realidad. “La gente que normalmente se acerca a los libros LGTB es LGTB, que lo hagan los heterosexuales es más complicado. Y, dentro de los heterosexuales, se acercan sobre todo las mujeres”.
Es consciente de que los autores heteronormativos no dejan espacio ellos, pero que “al contrario sí pasa”: “Màxim Huerta es homosexual pero escribe literatura heterosexual. Sólo nos meten estereotipados: el amigo gay gracioso, la amiga lesbiana machorra. Les cuesta, a los grandes autores, incluir protagonistas LGTB. Y cuesta, sobre todo, escribir grandes historias LGTB. Falta valentía por parte de las grandes editoriales”.