En el año en que el diccionario de Oxford ha elegido un emoji como palabra de 2015, el meme sigue siendo la mejor unidad de medida para tomar el pulso al pop, porque además de las cifras de ventas, los cálculos deben hacerse en función del ruido que generan las estrellas. Lo hemos vivido con el Hello de Adele, un single devastador que ha entrado a la fuerza en nuestras vidas y cuya onda expansiva se ha amplificado en redes sociales y en medios digitales, que a su vez analizaban lo que usuarios y otros medios tenían que decir al respecto.
Hola, soy yo: pincha aquí para ver las mejores reacciones en internet al video y aquí para tener tu propio generador de memes de Adele. Bienvenidos al pop del siglo XXI, que se puede escuchar pero también consumir a nuestro antojo, ser despiezado en GIFs, mezclado en mashups con música de otros artistas y descontextualizado como la espuma de tortilla para nuestro entretenimiento.
En serio: hasta el mundo real se muere por ser viral. Lo sabía muy bien Donald Trump, al que este año alguien ha definido en Twitter como “la sección de comentarios de YouTube en la carrera por la presidencia” (y que como fetiche pop de nuestros avatares virtuales es bastante inquietante, reconozcámoslo), cuando se prestó a bailar Hotline Bling en el programa de televisión Saturday Night Live, consciente de que al día siguiente desayunaríamos con él.
Pero el mérito no es todo suyo: la canción y el videoclip son un producto del canadiense Drake, coronado ya como el rey de los memes. Consciente de su estatus de celebridad en la red, Drake concibió su por-momentos-ridículo bailecito con la idea de ser posterior objeto de sobre-análisis y mofa del resto, como ya hiciéramos con Thom Yorke o Beyoncé.
Miedo a un planeta ‘meme’
¿Miedo a un planeta meme? Otras no se desenvuelven tan bien en los nuevos medios y se hacen un lío. Es el caso de Madonna que, debido una filtración en el último momento de 2014, se vio obligada a publicar un adelanto de su último disco, Rebel Heart. En Twitter, la cantante distribuyó además las imágenes de Nelson Mandela, Martin Luther King y Bob Marley photoshopeadas de la misma guisa que ella en la portada: con la cara atada con cable negro. Primero llegaron las quejas, luego el aluvión de parodias, desde Dalí a Homer Simpson. Y finalmente, las disculpas de la artista en Facebook, un poco como aquella vez que Bono pidió perdón por espamear a 500 millones de usuarios de iTunes con el nuevo disco de U2. Como si el hecho de que fuera gratis aumentase nuestro interés.
Con un perfil más acorde a la vieja escuela, este año Bono y compañía han intentado sacar credibilidad y rédito de su proximidad a los atentados de París, lo que no es garantía en absoluto de que la gente no te esté vigilando y juzgando, como bien sabe Carlos Herrera a costa de su selfie delante de la sala Bataclan.
El otro popular meme que ha involucrado a una estrella con la política internacional y que ha hecho temblar nuestro callo delante de la pantalla, ha sido el de Kanye West como candidato a las elecciones estadounidenses de 2020, que de pronto él mismo confirmó. ¿En serio, Kanye? Casado con Kim Kardashian, West es, en este contexto hiperbólico y trompetero, lo más parecido que tenemos a un rey del pop y, como nos ha mostrado este año, está por encima de todo porque hasta Paul McCartney le ha llamado para escribir una canción.
El resto de la aristocracia pop mundial sigue bien, gracias. Prince, que lleva unos meses especialmente prolíficos, lanzó este año dos discos que en realidad podrían ser uno solo (HITnRUN: Phase One y HITnRUN Phase Two) en exclusiva en Tidal, el servicio de streaming de música del rapero Jay Z, y se apuntó a finales de octubre a Instagram, donde nos deleita con fotos de promo, artwork y también algunos memes alrededor de su menuda figura.
Mención especial para David Bowie, que ha vuelto con una imagen inquietante y otro fabuloso abrigo largo para pasar el invierno, 10 minutazos de Blackstar como tarjeta de presentación de su nuevo disco (de título ★) y el anuncio a última hora, de que estará actuando en directo en el festival Bilbao BBK Live. No, espera, que esto era una inocentada. Cachis, mierda de internet.
Todo negrata es una estrella
Por consenso, el mejor álbum internacional del año es To Pimp a Butterfly de Kendrick Lamar, un disco plagado de referencias a la cultura negra en otro año marcado tristemente por tiroteos racistas en Estados Unidos y la violencia policial. Lo es desde su carátula, donde posa frente a la Casa Blanca con un montón de negratas (“every nigga is a star”) y un único blanco con crucecitas en los ojos, a su interior, donde se dan cita desde Kunta Kinte a Samuel L. Jackson en Django Unchained, críticas a la América capitalista y ecos bíblicos en How Much a Dollar Cost, a la postre la canción favorita del año de Obama, según ha confesado él mismo.
No ha sido el único en un año de listas llenas de artistas negros, desde el también norteamericano Vince Staples al escocés Hudson Mohawke. Y del canadiense The Weeknd al mitad latino, mitad negro Miguel, que a mediados de año entablaron una batalla imaginaria por los tronos de Michael Jackson y Prince, respectivamente, con temas incuestionables como Can’t Feel My Face y Coffee. ¿Por qué el pop de 2015 suena a como una fiesta de los años 80?, se preguntaba Slate sobre el éxito de The Weekdn, Miguel, Carly Rae Jepsen y Taylor Swift.
De sensación adolescente a adorada por los hípsters, rezaba este otro artículo para explicar el giro de Carly Rae Jepsen en Emotion, con el que ha buscado nueva audiencia gracias a productores de otras divas indies, como Solange Knowles, hermana de Beyoncé, o Sky Ferreira. Como a Swift, la jugada le ha salido redonda. A Miley Cyrus lo mismo no le ha resultado tan bien, y eso que se marcó por sorpresa un disco al margen de su discográfica, junto al músico Wayne Coyne de The Flaming Lips, donde cuenta sus viajes con la ayahuasca y que musicalmente entiende como un gazpacho entre Pink Floyd y Portishead. El hit Love is free de la medio sueca, medio alienígena Robyn fue el himno no-oficial de la decisión del Tribunal Supremo de EEUU de “legalizar” el matrimonio homosexual.
Rihanna está cabreada, y pidió de forma explícita en su single Bitch Better Have My Money que le devuelvas la pasta que le debes, perra, en cuya imagen principal posa con cejas subrayadas como penúltimo juego de espejos pop donde se reflejan desde la Madonna ochentera a Frida Kahlo. También en 2015 hemos asistido a la vuelta de la siempre añorada Missy Elliott en compañía del ubicuo y saltarín Pharrell Williams, con un tema titulado WTF. ¡LOL! FKA twigs o Kalela son otras dos paradas obligatorias en las listas más exigentes por ese “R&B alternativo” de textura definitivamente digital.
Y más música hecha por mujeres: Björk protagonizó su propia exposición en el MoMA y entregó otro de los discos del año, Vulnicura, centrado en su ruptura con el artista Matthew Barney y con algunas virguerías visuales como un vídeo en YouTube con cámara de 360 grados. La vuelta de Sleater-Kinney puso sobre la mesa de nuevo a las riot grrls de los noventa, gracias también a las memorias de Carrie Brownstein. Otras que escribieron sus biografías y hablaron de ser mujeres en una industria musical fundamentalmente masculina fueron Kim Gordon y Grace Jones. Ay, y también hemos visto un documental estremecedor sobre la paulatina desintegración de Amy Winehouse. ¿Dónde se han metido los chicos este año?
Con 27 años, cuatro discos y un sonido que ella misma considera “post-internet”, la canadiense Claire Boucher, más conocida como Grimes, ha crecido frente a la pantalla del ordenador y podría enseñar Madonna algunas cosas sobre comunicación 2.0 y gestos sinceros y generosos hacia sus fans. Su nuevo trabajo, Art Angels, se ha colado en los primeros puestos de la prensa especializada estos días, ahora solo falta el empujón definitivo para llegar al gran público.
Flamenco cósmico
En España, la prensa nos hemos vuelto un poco loca con Voces del extremo del cantaor Niño de Elche, un disco fascinante cargado de crítica política y social pero también de experimentación sonora, que ha tenido eco en medios de tendencias, especializados y generalistas. “No he buscado en ningún momento que el flamenco esté presente de una forma consciente en Voces del extremo. Si hay algo de ello, que creo que no, es en algún giro de mi voz, pero poco más”, me decía en una entrevista hace un par de meses. Editado bajo una licencia Creative Commons, el disco también ha levantado pasiones entre músicos, como Le Parody, cuyo álbum Hondo también mezcla tradición flamenca, política y electrónica.
En 2015 ha enfriado un poco el hype levantado en 2014 alrededor de Pxxr Gvng, chavales de barrio de Barcelona cuyo disco Los pobres y su hit Tu coño es mi droga, publicados ya por Sony Music, ha divido opiniones. Pero lo más complicado, que es traspasar la indiferencia, lo han conseguido ya, y más allá de lo que suponga en lo musical, su actitud y sus letras han sido objeto de reacciones como esta: ¿Canción de Pxxr Gvng o poesía de la Generación del 27?
Al igual que otros jóvenes que se mueven en coordenadas parecidas, como Dellafuente, ellos insisten en alejarse de la tradición del rap para explicar su música y en arrimarse a la del flamenco, y lo mismo le meten al reggaetón que a la bachata, para hacer su “música urbana”. ¿Estaremos ante el nuevo flamenquito?, me decía un colega periodista. ¿Los nuevos Chichos?
Así que adiós, 2015, un año en que hemos visto crear de la nada la página web de House Water Watch Cooper como reacción a un patinazo de Pablo Iglesias, comenzamos a hablar de clickbait y Snapchat, los youtubers arrasaron también en las librerías, “grunge” fue la etiqueta más buscada en Tumblr y no supiste saber si los sacos de naranja de Disney con motivo de Star Wars que viste en un tuit eran de verdad o un fake. Parecían tan reales.
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