Las pasiones tienen doble dirección: hay cosas que se aman sin entenderlas y cosas a las que sólo se las entiende si se las ama. El flamenco cae en lo primero y en lo segundo, precisamente por su idiosincrasia. "Una de sus características es que lo escuchas y sabes que es flamenco. Por su estética, por su ornamentación, por su improvisación. Si cantas ópera, por ejemplo, sigues una partitura. Pero el flamenco va por otros derroteros, se reinventa conforme avanza", explica José Miguel Díaz Bañez, profesor de Matemáticas de la Universidad de Sevilla.
"Un cantaor ejercita su cante por la mañana, pero si le pides que lo repita al mediodía, ya no puede hacerlo. Esto complica el encontrar patrones similares entre unos cantes y otros". Por eso, hasta ahora, al flamenco se le ha entendido así: a golpe de efecto, de quejío, de intuición. Sin análisis técnicos. Como a un amor apretao. "Cuando le preguntas a extranjeros de distintos países por qué les atrae el flamenco, siempre dicen: por la pasión". Y quién iba a atreverse a diseccionar rigurosamente algo así.
Algoritmos del cante
"Hay estudios humanísticos, claro. Pero nunca se había hecho ninguna investigación científica de la música flamenca, por esta complejidad suya: hay algoritmos para otros tipos de música, para esta no. No valen los mismos", sostiene el profesor. Díaz Báñez lidera el proyecto COFLA, el primer análisis computacional de la música flamenca a nivel mundial, inaugurado en 2005.
Si cantas ópera, por ejemplo, sigues una partitura. Pero el flamenco va por otros derroteros, se reinventa conforme avanza
"Estudiamos un audio y vamos extrayendo propiedades de ese cante mediante distintos descriptores. Las aplicaciones van desde el conocimiento de la música flamenca en sí misma hasta ver su evolución a lo largo del tiempo; la identificación de palos -soleá, bulería, lo que sea-; las características que prefiere el público, ya desde un punto de vista más pragmático y comercial...", sintetiza el profesor. Cuenta que pueden determinar -objetivamente- los cantaores que han tenido más influencia en el arte: "Decimos: muchos se parecen a X. Vamos a comprobarlo. Y tomamos, por ejemplo, las melodías del cante por soleá de Antonio Mairena -que marcó una época- y vemos, numéricamente, cuántos le han imitado". Eso es crear escuela: "Tú escuchas ahora a Estrella Morente y, mediante algoritmo, puedes demostrar que intenta seguir la estética de La Niña de los Peines, otro gran referente".
COFLA se cuela hasta en la cabeza de Paco de Lucía si hace falta: "La música nunca sale de cero. Procede de ideas que tienen los músicos en la cabeza, de influencias... su creación es una variación o mezcla de lo que conoce. Son diccionarios de la mente donde están las composiciones que uno elige. Pues bien, nosotros podemos saber qué tenía Paco de Lucía en la cabeza cuando componía Entre dos aguas. Podemos determinar a qué frase melódica de todo el corpus flamenco se parecen más sus diferentes extractos".
Música de la calle
El profesor considera importante matizar que el flamenco "no es una música académica", sino que se ha desarrollado "en la calle, en los cafés, en los teatros", y que por ello tiene su propio léxico: "Además, estos artistas saben de música, no de teoría musical. Se meuven por sentido común y oído. Es una música hija de la cuenca mediterránea: si te fijas bien, Marruecos, las Islas griegas, etc... comparten melisma [grupo de notas sucesivas que forman un neuma o adorno sobre una misma local]". Díaz Báñez se refiere también a una "estética de la belleza particular", a una forma de ver la vida, a un estilo "ni mejor ni peor, sencillamente un sello". Personalidad. Arraigo. Emoción. Esa lente poética del flamenco lo hace insondable, misterioso, difícil de calibrar. De ahí el reto.
El carácter acompaña a toda la experiencia flamenca. "Hasta el movimiento de la mano derecha del guitarrista flamenco es distinto al del guitarrista clásico. Tiene una interpretación particular", sugiere. "Piensa que la guitarra flamenca fue concebida como un instrumento de acompañamiento, para marcar ritmo, dar tonalidad al cantaor y poco más. Es una guitarra que se toca muy fuerte, se le da mucha potencia a las cuerdas, incluso bastantes golpes". Otros dos elementos mágicos: el rasgueo y el silencio. "En Andalucía, en ciertas artes, se intenta buscar un silencio, una parada, y después una resolución rápida. Como en el toreo o en el baile. Se ejecutan primero muy despacio, después dejas un impás y, al final, resuelves. Se genera en el espectador una expectativa que finalmente se acata con mucha intensidad. Y surge un disfrute".
Puede que uno afine muy bien, siga a la perfección el compás, la melodía... no transmite igual, pero es más fácil extraer sus propiedades que las de otro
La complejidad en el estudio de un arte equivale a calidad. Según la opinión del profesor, los cantaores más difíciles de analizar desde la óptica tecnológica del ordenador son, a su vez, los más arduos de imitar en la vida, lo que se traduce en valor artístico. "No tiene nada que ver con cantar bien o mal. Es algo que va en la sentimentalidad", asegura. "Puede que uno afine muy bien, siga a la perfección el compás, la melodía... no transmite igual, pero es más fácil extraer sus propiedades que las de otro, que no sigue ningún canon".
Arte sin definición
COFLA es interdisciplinar: las investigaciones matemáticas complementan también las de otras áreas. "Trabajamos con musicólogos, con psicólogos, con antropólogos... por ejemplo, si estos últimos quieren estudiar los comportamientos de los aficionados o los cantaores, la aplicación que estamos desarrollando le da claves y caminos a seguir".
El objetivo final, lo que cerraría el círculo de la investigación -en palabras del profesor-, es crear una aplicación para usuarios, una aplicación de móvil del estilo Shazam o Soundhound, pero mucho más compleja al tratarse de flamenco: "Lo perfecto sería que identificase un canto por tarareo. Que te diga si es bulería, soleá, fandango... Shazam, por ejemplo, sólo es capaz de reconoce el disco que está sonando. Se limita a buscar la frecuencia más parecida que tenga en la nube, la encuentra y te la da. Pero no sabe distinguir los matices de la música".
Flamenco, señala Díaz Báñez, es "el estigma fundamental de la música española": "Un producto propio, nuestro, interesante y aprovechable que tenemos que saber vender fuera". Decía el bailaor Antonio Gades que el flamenco es "un extracto de fuego y veneno". Pero quizá quien más lo entendió -por amarlo primero- fue Paco de Lucía: "La guitarra flamenca me ofrece la capacidad de expresarme con el mundo. Sin utilizar ni una palabra".