Javier Ibarra (La Jota, 1980) -qué extraño- parece un ser humano al teléfono, pero todo lo que dice suena a dios cuando se sacude la infinitud. Ser Kase O. es tener un deber, como los superhéroes clásicos: aquí está la angustia del hombre sencillo que se ensancha hacia lo inagotable, reventando de verbo. Caudales locos de energía llegando de no se sabe dónde; y el mundo dejándolo hacer, encogido de hombros. Ibarra fue filosofía de bar, de colchón, de acera, de autobús de colegio; virtió su palabra por los auriculares del discman y se nos enquistó en el cerebro. Estaba ahí, como un santo pagano, cuando nos fumamos el primer cigarro, nos masturbamos o amamos de forma inédita, cuando supimos quiénes eran los amigos de verdad y redondeamos nuestra identidad con algo más que estampas de futbolistas... con algo más que sueños de modelos.
Lo que tiene Ibarra -lo que tendrá siempre- es que habla constantemente de dignidad, como un humanista incorregible, y puso base a esas claves del respeto que no se enseñan en pizarras. Puede irse o puede volver, pero su estilo persiste, como un olor muy viejo, muy dulzón y familiar. Ahora saluda, cinco años después de la publicación de su álbum con Jazz Magnetism, con El Círculo en las manos. Una apuesta rara, sofisticada, sexy, dolorosa, mordiente, también romántica; en la que se nota que acaba de salir de las zarzas. Kase O. guiñando con el ojo de la nuca. Claro que nos alegramos de verle.
¿Cómo es la responsabilidad esa de ser el número uno? ¿Cómo afecta al proceso creativo?
Bueno, hubo un proceso largo para quitarme esa impresión, ¿no? De ser el número uno, de que todos los ojos están puestos en ti, y toda esa obsesión por ser... me impedía crear, y nada de lo que creaba estaba al nivel del número uno, o de mi idea del número uno, o de lo que la gente esperaba. Mi gran trabajo aquí ha sido quitarme los miedos, quitarme la responsabilidad. No quería hacer un disco por la industria, ni porque lo que toque es disco, gira, disco, ni siquiera hacerlo por la gente. Ese pensamiento me horrorizaba, así que me dije: "mira, tío, tú eres humano, no eres el número uno ni nada, sé sincero y sal de esta como puedas". Esa fue la solución: buscar la humanidad que había en mí y ponérsela a Kase O.
¿A qué teme Kase O.?
En ese proceso del que hablamos, a los malos comentarios de la gente, de la crítica, a no gustar de repente, a dejar de molar, yo qué sé. Pero me dan miedo muchas cosas más... como la policía (sonríe).
¿Qué has aprendido del amor desde Ninguna chavala tiene dueño? Han pasado ocho años...
He aprendido a pensar en el otro, ¿sabes? Porque creo que mis relaciones antes se basaban sólo en pensar en mí (ríe). Una vez que entiendes lo que es el amor de verdad, la historia cambia. Es ayudar, es compartir... y todo eso te hace sentir mejor que vivir en una relación para ti mismo. Me es difícil explicarlo.
Decía el otro día Tote King que sus propios fans le criticaron por decir que votaba a Podemos y que había mucho tío de derechas oculto en el rap. ¿Te pasa a ti? ¿Crees que a un sector de tu público le chirriará un tema como Risoterapia o incluso Esto no para?
Bueno, no sé cuántos infiltrados habrá entre mi público, pero creo que mi rap puede gustar a alguien de derechas, o que incluso se puede reír con Risoterapia y ver que ahí hay verdades. No tendríamos que ser enemigos. Otra cosa es que me hubiera declarado de algún partido político y que salieran las rivalidades, como le ha podido pasar a Tote.
¿Concibes que el rap pueda ser también un fenómeno producido por la derecha?
No lo concibo (ríe). La esencia del hip hop es antirracismo, antifascismo, conciencia y paz. No sé si la derecha se identificará con todo eso, aunque tampoco, necesariamente, alguien de derechas tiene que ser racista, fascista y violento, todo a la vez, ¿sabes? Hay capullos de izquierdas en igual número que de derechas. No hace falta ser de derechas para ser un capullo. No obstante, si hubiera un rapero de derechas, me interesaría su estilo, porque yo lo que valoro en el arte es el estilo, la habilidad y que suene bien. Ese sería mi juicio.
En Risoterapia hay cortes de Aznar asegurando que había armas de destrucción masiva en Irak y de Rajoy prometiendo que no habría rescate... el tiempo lo ha dicho todo. ¿Por qué España sigue votando a esa derecha que nos ha traído hasta aquí?
Aaaamiga. Porque tienen razones históricas, tradicionales, familiares, inamovibles. Porque les da miedo lo nuevo, lo diferente. El miedo al cambio es normal, la peña está pensando que a ver si de Guatemala nos vamos a meter en Guatepeor. Son conservadores porque han inmovilizado su voto. Los votantes del PP son gente ya muy mayor para cambiar, ¿me entiendes? Y si además llevan a los viejos de los asilos y les ponen el voto en la mano... normal que tengan ventaja. Este país está dividido desde el 39. Unos ganaron, otros perdieron, unos fueron humillados y otros enaltecidos. Hay rencor. No se quita.
¿No se sacude España la guerra civil?
No nos recuperamos de la guerra civil. No. Porque no se ha pedido perdón y porque no se ha hecho justicia, que no cuesta nada.
¿Qué puede hacer el rap contra el aborregamiento?
Más de lo que parece. Yo creo que la música transmite muchos valores, o, al menos, en la que hago yo intento dejar algunos valores que creo buenos. A la gente que ya es practicante le viene como anillo al dedo y se identifican, pero después hay gente que no está acostumbrada a ese mensaje... y que se les abra la mente un 0,1% ya es mejor que nada. A mí la sensación que me dan mis seguidores, por las cosas que me dicen, es que ven en mí alguien a quien admirar, alguien que les inspira y les cuenta cosas que no ven en la casa ni en el colegio. Además, mi rap ha cambiado de unos años a esta parte: empecé a plantearme que quería que mi mensaje fuera positivo, que no hubiera faltas de respeto y que fuera todo guay espiritualmente.
¿Y qué puede hacer el rap para dignificar la figura de la mujer y no cerrar cada frase con un "puta"?
Bueno, creo que esa cultura está importada de Estados Unidos, porque aquí no se da tanto. No se lleva llamar "puta" a las chicas, salvo que sea realmente prostituta. En Estados Unidos, bitch es sinónimo de chica. Yo lo que intento es hacer canciones bonitas, como Amor sin cláusula, de esa mujer que es un ser alegre, o Mitad y mitad, que es sensual y en la que intenté no decir palabrotas. Busqué que la mujer estuviera no sólo al nivel del hombre, sino más arriba, que fuera adorada. Es mi forma de compensar ese rap lleno de sexo fácil, de sexo que se vende, de frivolidad.
¿Quién dirías que es ahora el político de nuestro país que tiene más flow?
Revilla, yo creo. Porque veo que no tiene que pensárselo. Al resto los veo con el papelito, impostados... ¿cómo te voy a creer, tío, si estás hablando sin pestañear y con todo el discurso sabido? Revilla no tiene nada que ocultar.
Tú siempre has sido un defensor del antifascismo. ¿Cuál es el fascismo actual, dónde lo encuentras?
Está renaciendo en muchos países de Europa. Mira los casos que llegan de Estados Unidos, de asesinar a gente de color y sin motivos. Eso es un fascismo, un holocausto. En Alemania, en Austria, en Grecia, en Italia, en Portugal... el fascismo va a resurgir, y en España también, por supuesto. Porque en todos los sitios en los que hay crisis es fácil captar a gente que quiera echar a los que les quitan el trabajo, a los que son diferentes a ellos. Son carne de cañón. Cuando hay ignorancia, pobreza, paro y desesperanza, surge el fascismo y es fácil cazar.
¿Se puede ser toda la vida de Ballantines o, inevitablemente, acaba uno convertido en un gin tonic?
Hace mucho que me saturé del Ballantines. ¡En qué momento hice la canción! Ya no bebo whisky. Me gusta el ron, que está más dulce, o un buen gin tonic. No soy tan fiel. Igual si me hubieran pagado algo lo sería (ríe).
¿Puede crecer uno sin aburguesarse?
Claro. Si tú te mantienes inquieto, viajas, conoces... pero yo siempre digo que las contradicciones son síntoma de inteligencia. Igual has estado equivocado muchos años y ahora sabes verlo. Depende de los valores, de estar en contacto con tu casa, con tus padres. No te aburguesas si sabes volver al origen. Yo, en mi caso, ahora estoy viviendo con mis padres... así que no me he aburguesado mucho.
¿Por qué has criticado el estado de la música actual? ¿Ha dejado de ser un vehículo de contenido para convertirse únicamente en entretenimiento?
Es que es mucho peor la de ahora que la de otros tiempos. A mí me mola la música vieja, la que me transmite cosas, lo mismo porque estaba grabada analógicamente. La de ahora es toda digital, suena fría, y creo que está basada más en la imagen, en los videoclips, que en la misma música. No entiendo eso de que si no te ven la cara no te escuchen. El vídeo mató a las estrellas de radio, ya lo sabes.
¿Cuándo se siente guapo Kase O.?
(Ríe). Pues recién salido de la peluquería, con el pelillo ahí tó moderno, claro. Te ves y sabes que eres una persona cuidada. O después de un partido de fútbol, cuando sales de la ducha y sientes que todo el cuerpo está bien. Ahí me siento guapo. O quizás feliz.
¿Qué importancia le das a la belleza?
No sé, a mí la belleza me conquista, pero me conquista más la ternura. El saber que la persona me va a cuidar y va a ser tierna conmigo, ¿sabes? Que no me va a poner e nsituaciones violentas, ni me va a causar problemas psicológicos ni nada. Puede ser muy guapa, pero ser una arpía; o muy guapo y un cabronazo. A mí se me ha conquistado siempre con el arte, con la ternura. Con el tamaño del corazón.
¿De qué desconfías?
Desconfío de la gente que me ha fallado una vez. Yo soy un diplomático, pero no me vas a fallar dos veces. Soy fácil de engañar... pero sólo una vez.
¿Cómo se imagina Javier Ibarra de anciano?
Pues me encantaría vivir en la playa. Vivir todo el rato descalzo, incluso desnudo. Y acompañado por mi chica de toda la vida, jugando a las cartas y bebiendo una cervecita delante del mar. Día tras día. Eso sería la bomba.