En la sala de prensa del Teatro de la Maestranza no hay hoy periodistas sino un grupo de niños tuneando lápices con motivos flamencos. Sus padres están en la sala contigua, donde actúa Farruquito, y como el espectáculo de hoy es de baile, los niños aprenderán unos pasos por bulerías. “No es una guardería: visitan exposiciones, les leemos cuentos relacionados con este arte, aprenden a distinguir los palos y es un servicio incluido en el precio de la entrada de los padres”, explica María Luisa Herrera, que recibió el encargo de la Bienal de Flamenco de Sevilla de organizar un servicio de ludoteca para los espectáculos del festival que tienen lugar en el Maestranza y en el Teatro Lope de Vega.
Los hijos de Araceli Pardal ya lo han probado. Los niños, de 8 y 10 años, viven con sus padres en Lebrija. Los cuatro se desplazan hasta la capital andaluza para ver varios espectáculos de la Bienal. “Creemos que es un acierto porque nosotros no queremos abusar de los abuelos y mis hijos, además están encantados". Los hijos de Pardal están acostumbrados a esta música, la han escuchado en casa desde la cuna y sus padres no tienen ni que preguntarles si quieren ir a un taller sobre flamenco. “Lo que querrían es venir al teatro con nosotros, pero no siempre podemos comprar cuatro entradas".
Los padres no tienen ni que preguntarles si quieren ir a un taller sobre flamenco: “Lo que querrían es venir al teatro con nosotros, pero no siempre podemos comprar cuatro entradas"
Los grandes eventos culturales que prevén un espacio para los niños mientras los padres disfrutan de, por ejemplo un concierto, son pocos en España. El Primavera Sound cuenta con una programación para toda la familia desde 2007 y el Sónar desde 2009 pero los demás, por lo general, acaban de darse cuenta de que sus espectadores necesitan conciliar.
En otros países, ya hay proyectos muy ambiciosos: por ejemplo, el Festival de Jazz de Nueva Orleans, que empezó hace siete años a organizar actividades paralelas para niños y hoy la programación infantil es tan variada como la oficial. O el Latitude, festival de música pop que se celebra en Suffolk (Inglaterra), y que cuenta con actividades infantiles separadas por edades que incluyen diseño de moda, clases de música o talleres para montar su propio medio de comunicación.
Lo ideal, todos juntos
Álvaro Sanz, organizador de Inspira, se dio cuenta de que mucha gente se quedaba sin participar en su festival de creatividad por no tener con quien dejar a los hijos. “Nosotros empezamos siendo un curso de foto y expedición para convertirnos un evento al puede venir toda la familia". A Inspira no es obligatorio ir con niños, pero la programación para ellos es nutrida.
Eso sí, los padres tienen que hacerse cargo en todo momento de sus vástagos. Silvia Blanch, doctora en Psicología de la Educación y profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona considera que esta es la fórmula más conveniente. “Los niños pueden realizar actividades solos pero los progenitores deben hacer un acompañamiento, ver si su hijo está a gusto con extraños y si no es así, aceptar que el niño aún no está preparado y no forzarlo".
Los niños pueden realizar actividades solos pero los progenitores deben hacer un acompañamiento, ver si su hijo está a gusto con extraños y si no es así, aceptar que el niño aún no está preparado y no forzarlo
Para Blanch, lo ideal en los eventos culturales es que la familia disfrute junta, no dejar a los niños en otra sala. “Pero a veces no se puede y mi consejo es que al menos, se pregunte a los más mayores si quieren quedarse y a los más pequeños, de dos o tres años, dejarlos en casa con alguien conocido". Blanch explica que a los críos les atrae el arte, que se muestran muy atraídos por la fotografía y que es muy beneficioso para ellos ir al teatro y escuchar música en directo. “Por eso considero que, más que ludotecas, deberían darse más ayudas para que las familias puedan acudir al mismo espectáculo".
Punk para críos
Si en Sevilla hay estos días niños cogiendo el compás de un fandango, este verano, en el Resurrection Fest los más pequeños aprendieron cómo se monta una banda de punk. El evento, que se celebra desde hace once años en la localidad lucense de Viveiro, reunió en julio a más de 80.000 amantes de las músicas hardcore, punk y metal. Cuatro días de acampada con un cartel que incluyó conciertos de Iron Maiden y Bad Religion y en los que desde hace dos años son bienvenidos los niños. En el ResuKids tienen sus actividades pero también pueden participar a algunos de los conciertos a los que van sus padres. “Los críos lo pasan en grande y las bandas alucinan”, cuenta a El Español Fernando Gómez, jefe de comunicación del evento.
Si en Sevilla hay estos días niños cogiendo el compás de un fandango, este verano, en el Resurrection Fest los más pequeños aprendieron cómo se monta una banda de punk
El ResuKids admite a 50 niños entre 3 y 12 años que no pagan entrada. “Entendemos que para algunos esto son unas pequeñas vacaciones y tienen que poder disfrutarlas en familia.” La experta en Educación cree que no hay nada malo en estos eventos y que hay que confiar en el criterio de los padres. “Lo que hay que evitar son esas situaciones de peligro y tener en cuenta que hay que protegerlos, por ejemplo, del volumen muy alto.” Para eso, en el ResuKids hay cascos y los niños no pueden participar en espectáculos donde haya fuego. Otro detalle que destaca Blanch es que no vale cualquiera para hacerse cargo de los menores. “No se trata sólo de vigilarlos, por eso no valen cuatro chavales echándoles un ojo o haciendo de animadores".
En los tres casos consultados el personal que se hace cargo de estos servicios se escoge con cuidado. En Inspira, por ejemplo, cuentan con profesoras de El Martinet, unas escuelas de mucho prestigio en la provincia de Barcelona; en el ResuKids es la Asociación Eureka y en la Bienal de Flamenco, un grupo de educadores que trabajan desde hace años en actividades similares para el Ayuntamiento de Sevilla y tres profesores de flamenco acreditados: David Santos a la guitarra, Pilar Muñoz para el cante y Sonia López para el baile.
El niño como espectador
¿Y si el menor no comparte el gusto de sus padres por el flamenco, el hardcore o la fotografía? Blanch cree que siempre hay que preguntar al menor si le apetece pero también puntualiza que en la mayoría de casos son gustos que ha ido aprendiendo en casa, con lo que no le son del todo extraños. Además, subraya, es bueno que conozcan lo que hacen sus padres. “También deberían saber algo de sus trabajos porque es donde pasamos más tiempo y enseñárselo abre su mirada y le ayuda a asimilar nuestra ausencia de otra manera".
La ficción para niños no es nunca lo que el niño quiere, sino lo que el adulto desea
Académicamente, hay teorías que aseguran que el niño como espectador siempre será, en parte, un misterio. Primero, porque aún no tiene desarrolladas las habilidades cognitivas ni de lenguaje para explicar qué le ha parecido una obra y segundo, porque la inocencia del menor es algo que se mesura desde la óptica del adulto. Así lo expone Jacqueline Rose, autora de The Case of Peter Pan, para quien no hay diferencia entre llevar al niño a un espectáculo del gusto de sus padres o a uno pensado para ellos porque toda la cultura que consumen está hecha por adultos. Rose, miembro de la Academia Británica de Ciencias Sociales y Humanidades, pone el ejemplo de las novelas y el teatro: “La ficción para niños no es nunca lo que el niño quiere, sino lo que el adulto desea".
Mathew Reason, profesor de Teatro en la Universidad de York, considera que se ha abusado mucho de esa visión del niño como alguien desprovisto de poder y que teorías como la de Rose desempoderan aún más a los infantes y refuerzan la idea de que el niño es “un otro incognoscible". Para evitarlo, Reason y muchos grupos de teatro en Reino Unidos apuestan porque el niño forme parte del proceso de creación de lo que va a ver. Y eso es precisamente uno de los motivos por los que quienes organizan las ludotecas de los festivales evitan ejercer de simples guarderías.
“En el ResuKids les enseñamos a montar una banda, nociones de música, los llevamos a los camerinos y a compartir escenario con los músicos". De esa manera, explica Gómez, los niños forman parte antes y durante del show y no se limitan a ser espectadores pasivos.
En el ResuKids les enseñamos a montar una banda, nociones de música, los llevamos a los camerinos y a compartir escenario con los músicos, así el niño deja de ser un espectador pasivo
Otra cuestión que hay que plantearse a la hora de programar una oferta de ocio intergeneracional es si el contenido y los horarios de los adultos sirven para los niños. En la Antigua Grecia se celebraban festivales de teatro que duraban varios días y aglutinaban a miles de personas. Los niños iban. Y también acudían a las ejecuciones públicas en época isabelina y a ver las obras de Shakespeare mezclados con el resto de la gente porque la infancia no era todavía considerada una categoría aparte.
No es hasta los siglos XVII y XVIII que los críos empiezan a considerarse personas con otras necesidades que precisan de una protección especial. Hoy, según Blanch, hay que protegerlos pero no subestimarlos y tener en cuenta sus gustos. “Se puede optar por ir a ver contenidos creados especialmente para ellos pero no necesariamente. Lo que no hay que hacer nunca es rebajar el nivel de los espectáculos".
En Inspira ofrecen actividades que pueden durar hasta altas horas de la madrugada o empezar muy pronto. Por ejemplo, las caminatas que hacen al amanecer para tomar fotografías. “Muchos niños también las hacen, siempre con sus padres. Al día siguiente hacen una siesta y listo”, explica su organizador. Silvia Blanch no ve problema en que un niño se acueste tarde o se levante muy temprano, siempre que sea algo excepcional. “El menor lo concibe como una aventura y eso también es un aprendizaje".
Fomentar el ocio de los padres
“Muy pocas familias realizan actividades de ocio (culturales, deportivas, etc.) y voluntariado en familia”, dice el informe elaborado por la Fundación Adecco y la Fundación Másfamilia, que resalta que la oferta en España aún es escasa pero que las familias además, usan poco la que existe. “En los primeros conciertos vino muy poca gente a usar la ludoteca pero ahora ya se presentan sin ni siquiera reservar”, cuenta María Luisa Herrera sobre el servicio de la Bienal de Flamenco.
Muy pocas familias realizan actividades de ocio (culturales, deportivas, etc.) y voluntariado en familia, dice el informe elaborado por la Fundación Adecco y la Fundación Másfamilia
Sobre los beneficios de pasar rato con los niños habla Blanch agarrándose a las muchas investigaciones que se han hecho sobre el asunto. “Cuando el niño tiene un vínculo fuerte con la familia tiene confianza, es un niño más seguro y eso revierte sus estudios, es más tranquilo, más estable". Blanch desmonta el mito de “poco tiempo y de calidad” diciendo que es una frase que calma a los padres pero no es verdad. “Imagina que te enamoras y la otra persona te dice eso, que paséis poco tiempo pero de calidad. Para un niño, estar con sus padres es una necesidad parecida". Blanch defiende estar siempre disponible, lo que no significa estar siempre encima y recuerda que el ocio de los padres es muy importante. “Por eso, también es beneficioso no llevárselo y que los adultos disfruten de un rato en pareja o con amigos".
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