Encuentran en Palmira el cuerpo de un arqueólogo decapitado por el ISIS por proteger el patrimonio
Khaled al-Asaad, que había dedicado toda su vida a estudiar la antigua ciudad, fue ejecutado en agosto de 2015 al negarse a revelar el paradero de valiosos vestigios arqueológicos.
8 febrero, 2021 18:34Noticias relacionadas
La destrucción de los valiosos restos arqueológicos de la antigua ciudad de Palmira, en Siria, a manos de los yihadistas del Daesh copó las portadas de todos los medios de comunicación del mundo en 2015. El ataque iconoclasta contra el patrimonio fue calificado por la UNESCO como un crimen de guerra. Pero el salvajismo de los terroristas no se ciñó exclusivamente a los objetos materiales: también acabaron a aquel que osase interponerse en sus radicales planes religiosos.
En agosto de ese mismo año, las autoridades sirias informaron de que miembros del Estado Islámico (ISIS) habían decapitado en una plaza pública al arqueólogo Khaled al-Asaad, entonces de 82 años. El investigador había dedicado toda su vida al estudio de las ruinas monumentales de una gran ciudad que fue uno de los centros culturales más importantes de la Antigüedad y que fusionó en los siglos I y II d.C. las técnicas grecorromanas con las tradiciones artísticas autóctonas y persas. Su crimen fue negarse a revelar a los yihadistas el paradero de valiosos vestigios arqueológicos.
Más de un lustro después, las autoridades sirias creen haber encontrado el cadáver de Khaled al-Asaad, según ha informado la agencia de noticias estatal. En las próximas fechas se realizarán análisis de ADN para confirmar la identidad. El prestigioso arqueólogo, uno de los más destacados del país, había dejado en 2003 su puesto como jefe de Antigüedades, pero siguió investigando el yacimiento, situado en el desierto de Siria, hasta que la zona fue capturada por los yihadistas en mayo de 2015.
Tres de sus hijos y su yerno, también arqueólogos, lograron escapar salvando del museo local cientos de objetos de gran valor. . Asaad, sin embargo, se enrocó y dijo que no iba a abandonar su casa. "Soy de Palmira y me quedaré aquí aunque eso signifique que me maten", profetizó. Los terroristas del ISIS lo detuvieron y lo interrogaron sobre el paradero de los tesoros arqueológicos ocultos, pero él se negó a transmitirles esa información. Fue decapitado en Tudmur y los yihadistas hicieron circular una fotografía que supuestamente mostraba su cuerpo atado a un poste, con un cartel al lado acusándolo de ser el "director de idolatría" de Palmira.
En las semanas siguientes a su asesinato, el ISIS destruyó varios sitios icónicos del yacimiento, como el templo de Baalshamin, el templo de Bel, el arco funerario o siete de las torres funerarias de la necrópolis. Tras recapturar el enclave en 2016, destruyeron el icónico Tetrapylon y parte del teatro romano. También se dedicaron a vender muchas de las piezas expoliadas en el mercado negro.
Tarek al-Asaad, hijo del arqueólogo, ha señalado que le gustaría homenajear a su padre enterrando sus restos en los jardines del Museo Nacional de Palmira. "Tendremos el honor, como familia, de escoltar los restos de nuestro padre y nuestro ejemplo hasta su lugar de descanso final. Esperemos que sea ese sitio, ya que su última petición antes de ser ejecutado fue visitar el museo. No habría un lugar más sagrado para él", ha señalado.