En 2013, con un Madrid alejado ya del mourinhismo para dar paso al buenismo de Ancelotti, un joven que había maravillado en San Sebastián y después en el verano con España sub-21 irrumpía en el madridismo. El considerado heredero de Xabi Alonso creó una oleada de ilusión entre la afición blanca, sobre todo en aquellos que querían que por fin se llevara a cabo lo que se denominó 'españolización' del Real Madrid.
Asier Illarramendi (Motrico, Guipuzcoa, 1990) llegaba a la capital como el nuevo mariscal del centro del campo. Un talento que había que pulir, poco a poco, para que cuando Xabi Alonso se fuera, estuviera preparado para hacerse con la posición. Pero, quizás por su cabeza o por el poco tacto de Ancelotti, el vasco quedó relegado a un tercer plano que acabó con su progresión.
El futuro blanco quedó en pasado e Illarramendi tuvo que volver a San Sebastián. La Real Sociedad le repescó por 18 millones de euros, la mitad por lo que le había vendido, pero siendo aun así el fichaje más caro de la historia de la Real. En el equipo de su vida, en el que se lució en la temporada 2012/2013, es ya titular indiscutible y se ha asentado, primero con Moyes y después con Eusebio. Ha jugado todos los partidos en los que ha sido convocado (30) y en todos menos uno, de titular.
Circustancias de la vida, el bueno de Motrico se presenta como una de las piedras en el camino del Real Madrid para ganar la Liga. El duelo de Anoeta, donde hace dos semanas ya cayó el Barcelona, se presenta como el partido más difícil de los tres que le quedan al equipo de Zidane.
El líder de una 'españolización' fallida
Illarra fue el emblema de la 'españolización', después fallida, del Real Madrid. El equipo blanco venía del tormentoso final de la etapa de Mourinho, que acabó con tan solo tres españoles jugando en el once titular (Diego López, Sergio Ramos y Xabi Alonso). Tres años después, sirva como apunte, el Madrid juega con solo dos nacionales en su equipo (Ramos y Carvajal). En búsqueda de una nueva imagen, como respuesta a las críticas por una internalización del Real Madrid, Florentino Pérez fichó a Isco e Illarra y recompró a Carvajal.
El vasco venía de hacer una gran Eurocopa sub-21, que España ganó en Israel con un Illarra sobresaliente. Además, la Real Sociedad acababa de quedar cuarto con un equipo de ensueño (Bravo, Iñigo Martínez, Griezmann, Carlos Vela, el propio Illarramendi...). Con esta presentación, el Real Madrid, obligado a cambiar su cara tras quedarse en blanco la temporada anterior, tiró la casa por la ventana y pagó 38 millones por el jugador de Motrico.
Una Copa del Rey, una Champions, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes es el palmarés de Illarra en el Madrid. El vasco estuvo en el 2014 glorioso del Real Madrid. Pero no se puede decir que su época en la capital fuera un éxito para él. Con la comparación con Xabi Alonso siempre presente, al realista no le perdonaban desde la exigente grada del Bernabéu sus fallos y acabó siendo la perfecta diana, como puede serlo ahora Danilo.
Illarramendi siempre quedó marcado por aquel partido de vuelta de cuartos en la Champions ante el Borussia Dortmund. Su error en el segundo gol le dejó marcado para el resto de su estancia en Madrid. El vasco se vio superado por el empuje de los de Klopp y Ancelotti le fulminó en el descanso. El técnico italiano señaló así a Illarramendi y tuvo poco tacto con él, acabando la temporada sin jugar prácticamente nada, ni en una final de Champions en la que Carlo optó por Khedira, que venía lesionado, antes que el realista.
A pesar de que se sabía que Ancelotti no confiaba nada en él, el jugador se quedó un año más en Madrid y le salió caro. Ya sin Xabi Alonso y Di María se preveía que el jugador de Motrico jugara algo más, sobre todo para dar descanso a Modric y Kroos, pero la pésima planificación de Ancelotti le condenó al banquillo. Tras verse abandonado, volvió a la Real Sociedad.
De la cuadrilla a la vaquilla
Con algo más de 4.200 minutos jugados en dos años y sólo tres goles (el primero, casualidad, a su actual equipo), Illarramendi se fue sin apenas levantar la voz y con más silencio del que llegó. Porque el bueno de Motrico fue desde el principio un personaje peculiar.
El día de su presentación con el Real Madrid se llevó a toda su cuadrilla: 31 amigos se plantaron en el Santiago Bernabéu, previo viaje en autobus que pagó el jugador. "Están flipando con la dimesión de todo esto", dijo entonces. Bien lo hacían, que hasta llamaron la atención de Florentino.
Ya asentado en Madrid, durante los Carnavales de 2014 se fue a Azpeitia y allí dejó una de las imágenes que siempre le perseguirán: vestido de Batman, se puso a torear a una vaquilla en los festejos taurinos de esta localidad vasca. Illarra tenía permiso para 'escaparse' (había parón por las selecciones), pero acabó pidiendo perdón ante tal surrealista momento. "Todos los clubes tienen reglas para evitar cosas peligrosas, pero hasta ahora nunca había visto torear", bromeó Ancelotti. La cosa se quedó en una multa económica.
Su pasado madridista, ya olvidado para él, vuelve a la primera línea con el duelo del próximo sábado (16:00 horas). El mariscal del centro del campo de la Real se presenta ahora como el posible aliado de Atlético y Barcelona, que ven en el exmadridista un socio para quitarse a un rival de encima de cara al duelo final liguero. Illarramendi, ahora en la Real, puede ajusticiar al equipo con el que frenó su progresión.