Apenas 26 horas. Es lo que ha tardado el corredor catalán Kilian Jornet en inscribir su nombre, con letras de oro, en la historia del alpinismo. Es lo que ha tardado en subir desde el antiguo monasterio de Rongbuk, a 5.100 metros de altura y el último lugar habitado en la ruta hacia el Everest, y la cima del monte más alto del planeta, a 8.848m. Sin oxígeno artificial, en solitario y sin utilizar cuerdas fijas ni sherpas de apoyo, Jornet ha tardado sólo 12 horas más en bajar hasta el Campo Base Avanzado. Unos 50 kilómetros lineales a más de 5.000 metros de altitud y 3.848 metros de desnivel positivos, una distancia que los mejores alpinistas del mundo tardan entre cinco y siete días en recorrer.
Kilian salió a las 22.15 hora local del sábado del monasterio, para desde allí completar casi 22 kilómetros de carrera y 1.300 metros de desnivel hasta el Campo Base avanzado, situado en la ladera del Everest a 6.400 metros de altura. Allí se le sumó el cámara de altura Sebastian Montaz, que le acompañó en la subida hasta los 7.800 metros de altura, cuando Montaz se dio la vuelta por no poder seguir el ritmo infernal del español.
El reto forma parte del proyecto que emprendió Jornet en 2012 denominado Summits of my Life (Cumbres de mi vida, en español), que le ha llevado a escalar cimas de casi todo el planeta en un estilo minimalista y puro. En el caso del Everest, sin ayuda de oxígeno artificial, sin utilizar las cuerdas fijas que “cosen” buena parte de la ruta normal, y con el mínimo equipo necesario para poder acometer el ascenso y descenso con unas mínimas condiciones de seguridad.
Aunque no había referencias de tiempos anteriores, puesto que jamás nadie ha intentado ascender la montaña, por su lado norte, así, sin parar a descansar y hacer noche en los cuatro campos avanzados de altura, las previsiones del corredor catalán estimaban unas 30 horas para culminar el reto. Pasadas esas horas sin noticias –la expedición anunció que sólo informaría cuando Jornet llegara de vuelta al Monasterio- la alarma comenzó a correr por redes sociales hasta que a primera hora de la mañana en Europa llegó el mensaje de confirmación: “Kilian ha hecho cumbre en el Everest, por su cara norte, en la medianoche del 21 al 22 de mayo, hora local, sin oxígeno, sin utilizar cuerdas y de una sola tirada. A las 12.15 horas del 22 de mayo ha llegado al Campo Base Avanzado (a 6.500 metros de altura)”.
“Hasta 7.700m me he encontrado muy bien y avanzaba según el planning previsto, pero a partir de ese punto me he empezado a encontrar mal, supongo que por un virus estomacal. Desde allí he avanzado muy lentamente y tenía que ir parando cada poco para irme recuperando. Finalmente, he hecho cumbre a medianoche”, ha dicho Jornet desde el Campo Base, donde se recupera firmando autógrafos. Aunque el plan inicial era parar el reto en el mismo lugar donde empezó, en el Monasterio, el corredor ha optado por dejarlo en el Campo Base Avanzado, sentando así un récord total de 38 horas que será muy difícil de superar.
Fue apenas unas horas antes del ataque a cumple cuando el corredor fijó la fecha del intento, gracias al favorable parte meteorológico, aunque optó por ascender por la vía normal y evitar la que inicialmente había previsto, por el corredor Norton, por motivos de seguridad.
CÓMO SE GESTÓ LA HAZAÑA
“Me encuentro muy bien físicamente y a nivel de aclimatación me parece que hemos hecho un muy buen trabajo. Esperamos que la meteorología nos acompañe y podamos intentar completar este reto que también cerraría el proyecto Summits of My Life. ¡Nos espera un día largo y duro en la montaña pero que seguro que será también una experiencia precioso", decía el catalán justo antes de iniciar la ascensión.
Apenas una semana antes, el pasado lunes, Kilian logró subir desde el campo base avanzado hasta 8.400 metros de altura en tan sólo ocho horas.
Jornet, seis veces campeón del mundo de carreras por montaña y siete veces campeón del mundo de esquí de montaña, inició el proyecto Summits of my Life en 2012, para pasar de la competición más tradicional a un concepto “más puro e íntimo” de la montaña, un reto y una carrera consigo mismo. En agosto de 2013 se convirtió en el hombre que subió y bajo más rápido de una de las cumbres más míticas de Europa, el Cervino, en dos horas y 52 minutos. Algo más de tiempo tardó en subir y bajar corriendo al Mont Blanc, el techo de Europa, desde el pueblo de Chamonix: 4 horas y 57 minutos.
En 2014, batió el récord de ascenso a cumbre y descenso del Denali (6.194m de altura) en 11 horas y 48 minutos. Dos meses después, en diciembre de 2014, pulverizó el récord de ascenso y descenso del Acongagua en 12 horas y 49 minutos.
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