El pasado mes de febrero Sebastian Coe, presidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), decidió cerrar el grifo de las nacionalizaciones exprés, es decir, los movimientos de atletas que dejaban de competir por su país de origen para defender la camiseta de otra nación; un proceso rápido y polémico a partes iguales, pero poco regulado hasta aquel entonces.
Este miércoles, en un encuentro con la prensa española desplazada hasta los Mundiales de Londres, Coe explicó que la IAAF ha creado una comisión que se encargará de esta materia y que estudiará caso por caso las solicitudes de cambio de nacionalidad. “Estaba cansado de tantos emails entre federaciones y del mercado de atletas, así que decidí que la mejor manera de parar este problema era congelar las nacionalizaciones. Teníamos la sensación de que el sistema no estaba funcionando. Ahora necesitamos disciplina”, contestó el británico a la pregunta de este periódico.
El grupo de trabajo, liderado por el presidente de la Federación Africana Hamad Kalkaba Malboum, lleva unos cuantos meses en busca de una solución a “un problema muy complicado, nada simple”. Algunos países como Baréin o Turquía han fichado a atletas africanos o cubanos aprovechándose de sus difíciles condiciones: los primeros, por la enorme competencia en las pruebas de fondo; los segundos, que huyen de las redes de una federación que les dirige a su antojo.
A finales de año, la comisión enviará a Seb Coe una serie de propuestas y este firmará el cambio de normativa. “Nuestro deporte está basado en competición de campeonatos que se celebran en sedes nacionales y estamos empezando a perder ese concepto”, dijo el presidente de la IAAF, elegido antes del Mundial de Pekín 2015. “Es importante crear un sistema que devuelva la confianza al atletismo reconociendo la complejidad de la sociedad global”.
El número uno del máximo organismo atlético quiere terminar de alguna forma con estos cambios de nacionalidad con muchos intereses económicos detrás: “Mis principios dicen que el país para el que un atleta comienza a competir debería ser el país donde debería retirarse”, expresó un Coe que sí se mostrará accesible a casos excepcionales, como por ejemplo, uno similar al del keniata de origen Wilson Kipketer, uno de los mejores fondistas de siempre y que rompió su récord mundial de 800. “Wilson se casa con una mujer danesa, tiene hijos que nacen en Dinamarca, que van a la Universidad allí… Es un caso comprensible, pero no entiendo que cuatro días antes de los Juegos Olímpicos de Río nos lleguen 20 solicitudes de cambio de nacionalidad”.
A pesar de la derrota de Bolt, de un Van Niekerk que gana sin esfuerzo o del tiempo otoñal de Londres, Coe califica estos Mundiales, con un ambiente fantástico, eso sí, como “los mejores de la historia”. Sin el velocista jamaicano “el mundo y el atletismo seguirá girando”, pero está claro que se apaga uno de los mayores focos de atención. No obstante, Coe se muestra tranquilo porque sabe que el once veces campeón planetario no se alejará demasiado de la pista. Al bajarse el otro día del podio en la entrega de medallas de los 100 metros, Bolt le dijo a Coe: “Jefe, ¿en qué quieres que te ayude?”.
En una sala del lujoso hotel donde se alojan los miembros de la IAAF, el campeón olímpico de 1500 en Moscú 80 y Los Ángeles 84 habla de forma distendida si bien con varias preocupaciones en su discurso. La principal es la de que el atletismo rompa de una vez con el pasado oscuro e inicie una nueva etapa que atraiga a nuevos aficionados.
“En primer lugar, los runners, un movimiento global, tienen que sentirse identificados con nuestro deporte”, señaló Coe. “Debemos buscar un mayor reconocimiento mundial y aumentar nuestra presencia en las redes sociales”. Otra de las revoluciones que plantea el presidente de la IAAF es modificar la forma de presentar el atletismo en el estadio, la televisión e internet: “Las retransmisiones apenas han cambiado desde mi época”.
Ese lavado de cara del que habla Coe también pasa por el marketing —el Daily Mail publicó hace un par de días que la IAAF está planteándose un cambio de nombre para marcar distancias con el pasado, aunque fuentes del organismo atlético no han querido confirmar tal información—. Toda revolución en el nuevo atletismo es válida para alcanzar cotas de interés y repercusión de otros deportes punteros.