Hay días. Sí, los hay. Buenos y malos. Unos se recuerdan y otros se entierran, depende de la circunstancia. Eso pasa en la vida y en el balonmano, en cualquier ámbito. Pero, obviamente, hay matices. Las jornadas negras pueden acabar tornando en gris si se saben controlar y las de sonrisas son capaces de concluir en carcajada, en gozo, o en oro. ¿Cuál es la diferencia? En este caso, la forma de gestionar los momentos. De ahí que se puedan sacar muchas conclusiones de esta particular inyección de moral de España, que aplastó a Macedonia con puño de hierro, pero con muñeca de seda (20-31).
España comparecía en una jornada con cierto peligro. Al otro lado, una Macedonia en racha, “que venía de hacer las cosas muy bien”, como reconoció Aitor Ariño a este diario, y con Lazarov como objeto de todas las miradas. Todo eso dio igual. El máximo exponente del rival cayó lesionado en la primera mitad y España, mientras, cabalgó a lomos de la excelencia. Duro en defensa, efectivo en ataque, rápido al salir al contraataque, compacto… O quizás todo a la vez. Era el día. Magnífico, por cierto.
Si había alguna duda, la disipó cuando hay que hacerlo: en la Main Round. Antes, España desplegó todas sus versiones: se alzó contra la República Checa (32-15), templó los nervios frente a Hungría (25-27) y resbaló ante Dinamarca (22-25). La pregunta, por tanto, era obvia: ¿qué haría España frente a Macedonia? Aplastarla. No dudó ni se lo planteó siquiera. Actuó con convicción, argumentos y sin aristas. Además, con Gonzalo Pérez de Vargas, MVP del partido, en modo imperial (49% en paradas). Porque, realmente, daba igual por donde le llegaran. Las sacó todas. O, al menos, las que tenía que sacar.
Él, quizás, fue la cara más visible de un equipo en el que no falló nadie. Desde el primer al último minuto, manteniendo el ritmo. España se fue al descanso con nueve de ventaja (6-15) y acabó el partido arrasando (20-31). Con Gurbindo como máximo goleador (6/7, 86% de acierto) y Adriá Figueras y Ferrán Solé (cinco cada uno) como escuderos. Tres nombres para destacar, quizás los que puedan copar crónicas o segundas piezas, porque la principal debe versar sobre el plantel. El equipo de Jordi Ribera cabalgó en conjunto y sabiendo lo que tenía que hacer. Y, sobre todo, con hambre. Ya lo dijo Aitor Ariño en esta web: “El objetivo son las semis, pero la ambición es el oro”. Y así es. España tiene motivos para creer.
Noticias relacionadas
- Aitor Ariño: “El objetivo son las semis; la ambición, el oro”
- Una jugadora de balonmano denuncia que la selección masculina difundió fotos de ella desnuda
- España se atasca ante Dinamarca y pierde su primer partido en el Europeo
- Álex y Dani Dujshebaev, los 'Gasol' del balonmano criados con 'gachas' y 'entrenos' de Talant
- Aitor Ariño tira del carro y Ferrán Solé da la puntilla a Hungría
- España aplasta a República Checa en su debut en el Europeo de balonmano
- Valero Rivera: “Un Real Madrid le vendría bien al balonmano y a la selección”