Hablar de los deportistas que más veces han subido al podio en la historia de los Juegos Olímpicos es hacerlo de Michael Phelps, Larisa Latynina o Nikolai Andrianov. Pero entre todos ellos hay una española a la que una silla de ruedas no le ha impedido hacer historia, hasta convertirse en la más laureada del deporte español. Y todavía sigue haciéndolo a sus 42 años. Teresa Perales recibió con 19 una noticia que le marcó para siempre, una neuropatía que le paralizó el cuerpo de cintura hacia abajo. Desde entonces no ha dejado de ganar brazada a brazada. Su próxima gran meta, Tokio 2020.
"Me siento con ganas de superar a Michael Phelps. Es uno de los objetivos que tengo entre ceja y ceja. Él es el deportista con mejor trayectoria y el más laureado de la historia, pero es que yo soy mañica y quiero pensar que todavía tengo oportunidad de conseguirlo, aunque llegue a la cita con 44 años", cuenta Teresa a EL ESPAÑOL.
Para ello todavía le restan dos oportunidades, el Mundial de para-natación en Kuching (Malasia), que definirá el número de plazas para el equipo español de cara a Tokio, y el Campeonato de Europa de 2020, donde se desvelarán los elegidos para la cita olímpica.
"No me gustaba nada la natación"
Con 19 años Teresa estudiaba Ciencias de la Educación, le apasionaba el deporte, el kárate, pero su relación con la piscina no era la mejor. "No me gustaba la natación ni nada que tuviera que ver con ello. Si lo veía por la tele pero nada más", confiesa.
Hasta que llegó la enfermedad y todo cambió de la noche a la mañana. "La natación me dio una sensación de libertad al principio, y al final se acabó convirtiendo en una profesión. Yo con mi ejemplo lo que puedo decir es que si das oportunidad a la oportunidad te puedes llevar grandes sorpresas", reconoce Teresa.
Su discapacidad no le hizo venirse abajo, luchó y pensó en el ahora, en cada bocanada que la vida le regalaba. "Esto me ha enseñado a amar la vida, que no está garantizada, disfrutar de cada pequeño momento. El ratito de después puede cambiar. Soy mucho de aprovechar el 'carpe diem', con honestidad y siendo consciente de que hay que vivir a toda costa y disfrutar", cuenta la nadadora.
No cambiaría sus medallas por volver a caminar
Aun así, Teresa no lo tuvo nada fácil al principio, y llegó a asumir que lo suyo era un hándicap insalvable. "Se hace muy duro porque nunca te planteas que eso te pueda pasar. Pierdes el control. La vida se convierte en algo mucho más difícil. La gente se empeñaba en decirme 'pobrecita'. Y yo pensaba 'que lástima de mí misma' y no piensas que puedes ganar otras cosas", asegura.
Y lo que ganó compensa todo lo sufrido. 26 medallas olímpicas. Cinco en Sidney, seis en Atenas, cinco en Pekín, seis en Londres y cuatro más en Brasil, un hito culminado con seis oros. Y ganó a su actual marido y a su hijo, por lo que no se le pasa por la cabeza cambiar ni una sola de sus medallas por volver a caminar.
"No, no la cambio, pero no es por la medalla, es más la experiencia que he vivido. Todos esos momentos… mi hijo es fruto de las medallas, si no hubiera tenido esta discapacidad mi marido no me hubiera entrevistado, no nos habríamos enamorado y no habríamos tenido al niño. No puedo cambiar nada. No se como habría sido mi vida, pero la verdad es que me da igual", cuenta una Teresa emocionada, que llegará a Tokio con 44 años, pero que cuenta con el aliento de su pequeño para seguir adelante.
Y lanza un último mensaje, para todos aquellos que han atravesado una situación similar, que se estancan en el fondo del pozo sin mirar la luz que entra desde arriba: "Yo no puedo controlar caminar. Pasó y ya está, pero lo que sí depende de mí es mi vida y cómo le puedo sacar partido. Tienes un regalo maravilloso que es estar vivo, así que adelante sea como sea".
[Más información: Iker, el niño con síndrome de Down que cumplió su sueño de jugar al fútbol y marcar goles].
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