“No recuerdo a los fans de los Knicks vitoreando el nombre de un novato tan pronto en una temporada. Quizá el de Pat Ewing, pero lo dudo. Él llegó al equipo como 'El Salvador', no se mostró especialmente vistoso o efectivo hasta que Bill Cartwright fue traspasado y la pintura le pertenecía en exclusiva”.
Habla Peter Vecsey, toda una eminencia del periodismo deportivo estadounidense. Lo hace sobre la nueva sensación del deporte de la canasta en Nueva York: Kristaps Porzingis. 2,21 metros y 108 kilos de puro baloncesto.
Parece que lo importante aquí no son 29 puntos y 11 rebotes, con un Madison Square Garden entregado a su nuevo ídolo. Ni siquiera los 13.2 puntos (tercer anotador entre los novatos), 8.8 rebotes (segundo 'rookie') y 1.5 tapones (tercer debutante más sobresaliente) por noche que promedia el ala-pívot letón hasta la fecha.
Es algo mucho más profundo: el honor. “Porzingis llegó con la mayoría de aficionados preparados para tirarle los trastos encima. Sobresalir viniendo desde lo más bajo es mucho más divertido”, apunta Vecsey.
Y es que la historia de Kris no se entiende sin una continua adaptación a los entornos y dificultades que han ido apareciendo en su camino. Tampoco sin la superación. La suya propia y la de los obstáculos, más de los que parecen en cinco años con un denominador común: Sevilla.
Se busca culpable de dudas
“Le vi por primera vez en 2010 y fue mi primer reclutamiento como scout. Vi que tenía tres cosas muy buenas: un gran tiro de media-larga distancia, un esqueleto para el baloncesto (alto, delgado, con pinta de crecer) y una mente privilegiada”.
Salva Méndez, scout internacional de You First Sports, descubrió a Porzingis cuando tenía 15 años y todavía jugaba en el Liepajas Lauvas de su Letonia natal. Con padres y hermanos volcados con el baloncesto, ¿qué otro futuro cabía esperar para el pequeño Kris?
Un veterano agente letón fue el encargado de hacer circular los vídeos del chaval por Italia y España. Allí, llamaría la atención del Baloncesto Sevilla y de su comisión de cantera, formada por el director deportivo, Juan Llaneza, el director de la cantera, Arturo Montequi, y su ayudante, Pastor Planelles.
Sólo los dos últimos permanecen hoy en el club hispalense, cuyas dudas sobre el fichaje de la joven promesa se mantuvieron hasta el final.
“En los vídeos demostraba cosas, pero se le veía muy endeble físicamente. Ya era cadete y el cuerpo de los chicos de esa edad es un poco más duro. Se asfixiaba enseguida”, reconoce Planelles a EL ESPAÑOL.
No obstante, las incógnitas se transformaron en ilusión a raudales tras la primera visita de Porzingis a Sevilla, en junio de 2010.
“El primer día que le vi le dije al por aquel entonces presidente del club que Porzingis era un jugador NBA en cinco años. A poco que lo hiciésemos bien, iba a llegar”, desvela Rocky Jarana, actual ayudante de Luis Casimiro en el primer equipo verdirrojo. El fichaje estaba hecho.
Al brillo de aquella perla báltica había contribuido su altura. Si los dos metros de Porzingis ya deslumbraron en junio, aún lo hicieron más los 2,05 con los que apareció en octubre. Estaba preparado para afrontar la aventura española. Sin embargo, las dudas acerca de sus cualidades resurgieron por culpa de su debilidad física.
“Le entrenaba en un grupo de tecnificación de aleros cuando era cadete. De octubre a marzo no pudo completar ni un entrenamiento, porque a los 10, 20, 30 o 40 minutos te decía 'Coach, no puedo más', y paraba”, afirma Juanma Pino, futuro técnico de Porzingis en los equipos júnior y EBA sevillanos.
“Su futuro dependía mucho de que se pusiese en 2,04 o 2,18, ganara fuerza, fuese capaz de entrenar duro a buen nivel y aguantase mentalmente tanto cambio”, completa Méndez.
El primer día que le vi le dije al por aquel entonces presidente del club que Porzingis era un jugador NBA en cinco años
Rocky Jarana habla en términos parecidos sobre aquellos inicios tan desalentadores, cuando Porzingis llegó a pesar sólo 71 kilos. “A veces, pensaba que Kris se quedaba conmigo. No asimilaba nada ni mejoraba en nada porque su cuerpo no se lo permitía, a pesar de la estructura ósea y de la coordinación que tenía".
"Después de 10 tiros, teníamos que parar el entrenamiento porque le dolían los hombros. Hacía tres o cuatro entradas a canasta seguidas y pasaba lo mismo. Le decía que era imposible que no aguantase un ejercicio así”, cuenta el técnico sevillano.
Si a sus problemas en la cancha se le añaden los siempre difíciles primeros pasos con un nuevo idioma y país, los sueños de grandeza de Porzingis parecían desmoronarse. Poco después, la nutricionista del Baloncesto Sevilla daría con la clave de su pobre rendimiento hasta entonces: Kristaps padecía anemia.
“Él estaba preocupado, no entendía por qué se cansaba tanto y tan rápido. Detectar esta anomalía fue clave en su desarrollo físico y mental. En ese momento, todos le apoyamos”, apunta Salva Méndez.
No asimilaba nada ni mejoraba en nada porque su cuerpo no se lo permitía, a pesar de la estructura ósea y de la coordinación que tenía
A partir del empuje que le transmitieron su entorno más cercano y todo el club para superar la enfermedad, la vida de Porzingis en España cambió radicalmente. Empezó a hablar español con fluidez, hizo amigos en el colegio, donde iba bien en los estudios, y el baloncesto empezó a darle las satisfacciones que buscaba.
“Le cambió hasta el carácter. Hasta entonces, era un chaval muy retraído. Siempre estaba un poquito apartado del equipo y no podía seguir el ritmo de nada”, apunta Jarana. “Le preguntabas cómo se encontraba y te decía 'Me siento más fuerte' ”, añade Planelles.
Las expectativas se confirman paso a paso
El cambio de Porzingis empezaba a ser patente para todos. Había empezado a partir del propio jugador.
“El último día de entrenamiento, hablamos. Me dijo literalmente: '¿Qué puedo hacer para mejorar?'. Me sorprendió y cambió mucho el concepto que yo tenía de él”. Juanma Pino ni se imaginaba entonces la evolución del jugador letón.
“En su primer año junior nos sorprendió. Pasó a disputar una media de 25 minutos en cada partido de liga EBA. Jugaba siempre de tres, sufriendo pero adaptándose en cada partido. Nos enseñó adónde podía llegar”, asevera el entrenador del filial sevillista.
Y es que, aunque la altura de Kris parecía obligar a utilizarle como interior, en Sevilla decidieron que también era interesante potenciar sus habilidades desde el perímetro. En los entrenamientos, era habitual ver a Porzingis en la posición de alero o como escolta.
“Se trabajó con él tanto a nivel defensivo, emparejándole con jugadores más pequeños para que controlase los lanzamientos, como a nivel ofensivo, para que tuviera un bagaje aún mayor. Queríamos que no se limitase a tirar, que crease ventajas sobre el bote”, recuerda Pino.
La mejoría siguió confirmándose en el segundo año del letón como junior. “Cambió aún más físicamente y empezó a dominar. Estaba por encima de la media entre los jugadores de su edad”.
Los éxitos no tardaron en llegar, al igual que las convocatorias y entrenamientos con el primer equipo. La petición expresa para moldear a Porzingis vino por parte de todo un experto en lidiar con jóvenes promesas: Aíto García Reneses, ahora entrenador del Gran Canaria.
“Le vio jugar en el Torneo de L'Hospitalet, se sorprendió y luego trabajó con él en un clínic que dio en Sevilla. Una vez que fichó por el club, dejó claro que quería que Kristaps fuese entrando en la dinámica del primer equipo”, afirma Juanma Pino.
“Aíto le dio la confianza suficiente para ser jugador profesional y Diego Ocampo, las herramientas para serlo, con un trabajo extra fundamental para los jóvenes”, corrobora Pastor Planelles.
Jugaba siempre de tres, sufriendo pero adaptándose en cada partido. Nos enseñó adónde podía llegar
El propio García Reneses no esconde su debilidad por Porzingis: “Me gustó su movilidad. Se entera de las cosas y tiene facilidad para aprender. También domina el pase, que es uno de los aspectos más difíciles de leer. Ha sido uno de los jugadores jóvenes más importantes con los que he trabajado por su proyección”.
Porzingis pasó de completar 10 partidos con el primer equipo sevillista en la temporada 2012-2013 a convertirse en profesional el curso siguiente de la noche a la mañana.
Su maestro en los banquillos le guió en el proceso. “La magia de Aíto es la tranquilidad que transmite a sus chicos. Permite equivocarse y, a través de la equivocación, llegar a ser jugador”, opina Planelles.
“Aíto fue básico en la carrera de Kristaps por todo lo que le enseñó en referencia al conocimiento del baloncesto. También porque le dio mucha estabilidad emocional a la hora de estar siempre centrado, de seguir trabajando y mejorando”, recuerda Diego Ocampo, actual técnico de Estudiantes y entrenador ayudante en Sevilla durante seis temporadas.
El preparador gallego también destaca la fuerte mentalidad de Kris como clave de su éxito. “Le puedes decir algo que crees que tiene que cambiar o que está mal y lo asimila, no lo toma como crítica personal”.
Aíto le dio la confianza suficiente para ser jugador profesional y Diego Ocampo, las herramientas para serlo
Esa madurez aderezada con humildad, paciencia, sacrificio y optimismo dan como resultado un chico “muy normal” y “especial” a la vez.
“Estaba trabajando con Tomas Satoransky y Josep Franch antes del entrenamiento, él llegaba sonriendo y se metía en la sesión sin que le dijeses nada. Con sus 2,15, lo hacía tan bien como ellos”, recuerda Ocampo.
Entre viaje en autobús de su residencia al pabellón de San Pablo y de San Pablo a su residencia, con los inseparables cascos de música incluidos, Porzingis se hizo un hombre.
Tanto fue así que, cuando el chaval letón se quiso dar cuenta, había pasado de dominar el Torneo de L'Hospitalet y de liderar a Letonia en categorías inferiores a marcar las diferencias en toda una ACB.
“La temporada pasada se asentó de manera rotunda en el cinco inicial, jugando muchos minutos y siendo prácticamente el jugador referencia del equipo pese a su edad”, resume Salva Méndez.
La NBA no tardó en llamar a su puerta. Lo hizo de forma tan vertiginosa como había acontecido la evolución de Kristaps.
“Me sorprendió que nos visitaban scouts de las franquicias semanalmente, tanto en partidos como en entrenamientos. En el tramo final de temporada, para la tranquilidad de los chicos, tuve que evitar la asistencia de los ojeadores a los entrenamientos para que éstos no fuesen una competición para ver quién hacía más y se vendía mejor”, revela Luis Casimiro, entrenador del Baloncesto Sevilla.
La segunda presencia consecutiva de Kristaps en el Mejor Quinteto Joven de la liga española confirmaba lo evidente: el proyecto letón ya era una contundente realidad. En Sevilla no tuvieron más remedio que dejarle hacer las Américas, sabedores de su enorme potencial.
“Estábamos convencidos de que cuando en la NBA le viesen en directo, entrenando allí, iba a llamar la atención”, cuenta Pastor Planelles. Dicho y hecho.
Del descrédito al beneplácito
“Por primera vez, vi el Draft en directo, lo disfruté y me alegré mucho por él. Es tan buen chico que le tienes que querer a la fuerza”, rememora Casimiro sobre la primera gran noche de Porzingis en Estados Unidos.
El joven letón cumplió no uno, sino dos sueños a la vez: ser elegido en una posición alta de la lotería (número cuatro) y además por el equipo en el que deseaba jugar, los New York Knicks.
Aun así, sus anhelos no parecían ser los de los aficionados knickerbockers, que le recibieron con abucheos. Nada que Kris no pudiese superar.
“En vez de deprimirse, como muchos hubiesen hecho entonces, no tomó represalias. Me encantó la forma en la que se manejó esa noche. Dijo que lo daría todo, como ciertamente ha hecho. Aquella serenidad que mostró, cómo se puso de pie bien erguido para salir al escenario, me convenció de que los Knicks no habían drafteado a un cualquiera”, asevera el periodista Peter Vecsey.
Incluso se llegó a rumorear que la estrella de los Knicks, Carmelo Anthony, estaba descontenta con el flamante 'rookie' del equipo. Nada más lejos de la realidad.
“Me contaron que Melo invitó a Porzingis a participar en varias sesiones de entrenamiento en su gimnasio en julio. Por lo visto, se quedó muy impresionado. No es estúpido. Sabe que necesita ayuda y que Porzingis puede proporcionársela, particularmente si él también actúa como apoyo moral alrededor del equipo y de la prensa”, cuenta Vecsey.
Una vez más, el reto no ha achantado a Kris. Sus números y su importancia en los Knicks crecen partido a partido, al igual que su idiosincrasia con la Gran Manzana.
“Intenta asimilarlo con la mayor normalidad y ambición posible. No es un chico al que se le suba el éxito a la cabeza. Sus reacciones son de un hombre de 30 años, como cuando contestó a los elogios de Phil Jackson diciendo que aquellas declaraciones eran para motivarle y que él estaba trabajando duro para hacerlo bien”, opina Juanma Pino.
La madurez de Kris no deja indiferente a nadie. “Me sorprenden algunas acciones que he visto. No sólo por el talento técnico que tiene, sino por cómo se ha adaptado tan rápido a otro continente, país y liga siendo tan joven”, reconoce Diego Ocampo.
En Sevilla, los chavales solían gritarle a Porzingis el nombre de otro europeo que aterrizó barbilampiño en la NBA: Pau Gasol. Realmente, la comparación era acertada.
“Tienen en común una buena altura, mejor envergadura y una buena cabeza, a la par que unos buenos fundamentos individuales”, confirma Aíto, buen conocedor de ambos ala-pívots.
“Debe mejorar en la toma de decisiones sobre el juego, tanto con balón como sin balón, pero en los aspectos físicos Kris está mucho mejor de lo que lo estaba Pau en su primer año en la NBA”, complementa Casimiro.
El físico es precisamente el gran ámbito de mejora de Porzingis para consolidar su estrellato en la NBA, aunque las urgencias en este sentido son las justas.
“¿Alguien recuerda lo delgados que estaban Kareem Abdul-Jabbar y Wilt Chamberlain a una edad similar? El tiempo tiende a añadir peso a la mayoría de los cuerpos y, si no lo hace, Porzingis transmite dureza sin utilizar las manos", aporta Peter Vecsey.
"Me encanta que su expresión raramente cambia cuando falla, él o su oponente. Tampoco se sobreexcita al meter una canasta. Actúa como si fuera lo que tiene que hacer. Estoy seguro de que cualquier defecto que muestre va a ser borrado por la experiencia”, continúa el periodista norteamericano.
Todos son conscientes de que le queda mucho camino por delante, pero nadie duda de que la 'Zingsanity' ha llegado para quedarse.
“Sabe adaptarse a un equipo y entiende que la individualidad es importante a la hora de resolver situaciones de uno contra uno, pero también que la química entre compañeros gana partidos”, confía Vecsey.
“Ha sido una esponja y ha asimilado muchos conceptos de mucha gente en poco tiempo”, asegura Rocky Jarana. Para él, Kristaps Porzingis “va a ser el jugador más importante de la historia del Baloncesto Sevilla”.
¿Logrará lo mismo en los Knicks o en alguna otra franquicia de la NBA? Sólo el tiempo lo dirá. Diego Ocampo y el resto parecen tenerlo claro con Kris: “Está muy centrado en lo que tiene que hacer”.