Después de pasarse media vida fuera de su país, incluidas cuatro temporadas en la NCAA y nueve en la NBA, Carlos Arroyo (Fajardo, Puerto Rico, 1979) es todo un emigrante del baloncesto. También ha saboreado las mieles del baloncesto europeo de élite en equipos como el Maccabi israelí o el Galatasaray turco. No se puede decir que ya esté de vuelta en el mundo de la canasta, pues es uno de esos contados y valiosos ejemplos de jugador sin fronteras también en su DNI. Para él, la familia es lo primero.
En la cancha, organiza el corrillo de los jugadores del Barça antes de cada partido al grito de “All-in” (“Todos juntos”). Fuera de ella, disfruta viendo crecer a sus hijos y pasando tiempo en compañía de su mujer. Quizá precisamente para dar más empaque a su vida familiar, dejó de utilizar Twitter. También aparcó su aventura musical con el reggaeton hasta algún verano más propicio.
Quiere seguir disfrutando, tanto de los primeros pasos de sus retoños como de sus últimas diabluras en las canchas. Se lo cuenta a EL ESPAÑOL antes de recibir al Real Madrid en la Euroliga (este jueves a las 20:45, Canal+ Deportes).
Volvió hace unas semanas de una lesión y lo ha hecho en plena forma. ¿Cuánto baloncesto le queda por jugar a Carlos Arroyo?
No lo sé, sinceramente. Es algo que tendré que decidir a cada final de temporada en estos últimos años. Tendré que ver cómo me siento de ánimo, de actitud, físicamente… En mi decisión carga más peso mi familia. Mis niños se están poniendo grandes ya y tengo que ser parte productiva en su desarrollo.
A principios de temporada dijo que a este Barça le gustaría ser como el Madrid del año pasado. ¿Qué les falta para lograrlo?
Consistencia, que es lo que estamos tratando de agarrar ahora mismo como grupo. Creo que estamos encaminándonos a ello de la manera en la que estamos jugando. La consistencia es muy importante en este momento de la temporada. Ganar en la carretera (fuera de casa) y en casa significa mucho para nosotros. Viendo la posición en la que estamos en la Euroliga, no tenemos espacio para cometer errores y tener noches malas. Hay que jugar casi perfecto.
Siempre que se habla de usted aparece la palabra 'magia' por algún lado. ¿Con qué trucos, por así decirlo, disfruta más en la cancha?
Siempre disfruto pasando el balón, incluyendo a mis compañeros de cancha en el juego. También cambiando el 'tempo' del partido. Me gusta entrar a la pista y darle otra dimensión al encuentro. Siempre y cuando se pueda hacer alguna magia para el público, pues se hace. Eso sí, cautelosamente y tomando la decisión correcta.
Su compañero Álex Abrines le comparó con Neymar. ¿Realmente cree que hay algún aspecto en el que usted se parezca al futbolista brasileño?
Creativamente hablando, hay cierta similitud si te pones a pensarlo. Le he visto jugar y me encanta su forma de ver los partidos, al igual que la de Messi. Son jugadores muy creativos e interesantes a la hora de verles jugar.
'Piculín' Ortiz, Daniel Santiago, Ramón Rivas... Vaya papelón intentar igualar el legado de sus paisanos puertorriqueños en el Barça. Curiosamente, todos eran hombres altos, y usted es base.
Ellos estuvieron aquí anteriormente y dejaron una buena huella e impresión. Me enorgullece dejar ese tramo intacto y positivo, y hacerlo con mucho respeto.
Ahora que están tan de moda las canastas sobre la bocina, ¿se siente preparado para lanzar el tiro decisivo si llegan a un final apretado contra el Madrid?
Depende de cómo vaya el partido, pero por el momento queremos tener un juego en el que podamos sacar algún tipo de amplitud (en el marcador). Queremos sentirnos cómodos en ese juego y no tener que ganar el partido con un tiro final, sino estar cómodos cuando queden un minuto o dos para el final.
Fue el encargado de pasarle el balón a Justin Doellman para que empezase su festival anotador ante el CSKA en los últimos segundos. ¿Cómo vivió el momento desde dentro?
Fue un partido emocionante para nosotros y la afición, que nos hacía falta. Teníamos que ganar sí o sí en casa a un equipo que estaba en buen momento. Nos ayudó a reivindicarnos. En el momento en el que estamos, creo que desarrollamos un carácter bien recto y positivo ante la adversidad en el final del partido. Nos mantuvimos juntos, es lo que demostramos. Seguimos jugando y batallando y al final el encuentro se nos dio.
¿Ha cambiado mucho la liga española desde su etapa en Vitoria (2002) hasta su regreso ahora?
Estuve un mes y no vi mucho. Tampoco tuve mucho tiempo de juego. La liga española siempre ha tenido un buen nivel en el panorama mundial. Se habla mucho de ella y se la respeta por la historia que tiene. Hoy en día, he tenido el placer de ser parte de esta liga un año completo y la verdad es que a un nivel bien bonito.
Después de jugar con LeBron James, ¿uno se puede morir tranquilo?
(Risas) No, bueno, aparte de LeBron he tenido la dicha de tener compañeros de equipo 'hall of famers', jugadores que me han enseñado mucho. Siempre trato de aprender de cada experiencia.
Draymond Green, jugador de Golden State Warriors, dijo hace poco que ganar la NBA es mejor que el sexo. ¿Cree que con la Euroliga pasa algo parecido?
(Risas) Puedo vivir sin ganar un campeonato. No puedo vivir sin mi esposa. Desde luego, eso se lo digo.
¿Le queda la espina clavada de no haber acabado de culminar la sorpresa de Puerto Rico ni en el Mundial de 2002 ni en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004?
Veremos a ver qué pasa en el futuro. Está el repechaje (Preolímpico) este verano. A ver cómo está el equipo para comprobar en qué posición estamos y con qué mentalidad para tener una última oportunidad en los Juegos Olímpicos. Cuando se acerquen más las fechas, tomaré una decisión sobre si estoy o no con la selección.
Vivió de cerca el drama de los impagos en Turquía. ¿No cree que los presupuestos deberían estar más equilibrados en las grandes ligas europeas?
No sé. Está bien si el jugador hace su trabajo como profesional, noche tras noche. Si hay un contrato vigente, hay que seguir las normas y ambas partes tienen que ser profesionales.
Por último, Magic Johnson decía que se juega para ganar, para divertirse y para hacer felices a los demás. ¿Cree que usted ha conseguido las tres cosas a lo largo de su carrera?
Sí, gracias a Dios he tenido la bendición de poder hacer todo eso.