Cuando LeBron James jugó por primera vez las finales de la NBA con los Cleveland Cavaliers, allá por 2007, Anderson Varejao ya estaba allí. De hecho, había llegado a la franquicia procedente del Barça, donde fue campeón de la Euroliga, en la segunda temporada del Rey en la liga. Y allí siguió, 4-0 de los San Antonio Spurs mediante, hasta febrero de este mismo 2016. Cuando, después de reencontrarse con LeBron y de repetir subcampeonato en 2015, acabó traspasado al enemigo: los Golden State Warriors. Lo que convierte al interior brasileño en el primer jugador de la historia que compite en los dos equipos finalistas de la mejor liga del mundo en una misma temporada.
El hito conseguido por Varejao traspasa aún más fronteras. Al haber militado durante media temporada en los Cavs (y teniendo en cuenta sus 12 años en la franquicia), el anillo de campeón puede ser suyo incluso si los Warriors pierden las finales. La culpa la tienen los 31 partidos que disputó con los de Ohio, porque la NBA permite recompensar con la preciada joya a todos aquellos que han formado parte del equipo que se alza con el título durante la temporada. Incluso si ya no están en la franquicia.
Sería una suerte de premio de consolación tanto para el brasileño como para el exentrenador de los Cavs, David Blatt. Si el que podría ser el nuevo técnico del Darussafaka turco no salió demasiado bien parado de Cleveland, lo mismo se puede decir de Varejao. Los recurrentes problemas físicos del interior acabaron causando su reemplazo vía traspaso por Channing Frye, ahora uno de los jugadores fundamentales en la pizarra de Tyronn Lue.
La decisión no contó con la aprobación de Varejao, que quería seguir perteneciendo a la disciplina de los Cavaliers. "Si me voy a otro sitio y gano un campeonato, no va a ser lo mismo. Quiero ganar un campeonato en Cleveland. Aquí es donde quiero estar. Amo Cleveland", declaró en enero. Era un jugador de rotación más y apenas contaba con minutos, pero 'The Wild Thing' no se planteó pedir el traspaso. Los gerentes de la franquicia decidieron por él.
Atrás quedaron los días de vino y rosas junto a LeBron, resultando uno de los escuderos más notables de James durante su primera etapa en Cleveland. Incluso tuvo un protagonismo mayor en el equipo durante las temporadas 2011-2012 y 2012-2013, las únicas en las que logró superar las dobles cifras anotadoras y reboteadoras de promedio. También integró el segundo mejor equipo defensivo de la NBA en 2010.
Y, a pesar de todos los servicios prestados, su final en los Cavs no pudo resultar más aciago. Cortado por los Portland Trail Blazers sin ni siquiera debutar, y ya más acostumbrado al traje que al uniforme de juego, el rumbo de Varejao parecía estancarse... hasta que los Warriors se cruzaron en su camino. Le ofrecieron lo que en Cleveland se negaron a seguir dándole: un puesto en la rotación y, sobre todo, confianza.
33 partidos después (dos más que con los Cavs esta campaña), el brasileño se siente más importante. No es uno de los hombres con más minutos en la segunda unidad 'warrior', pero para él es suficiente tener un papel, el que sea, en un equipo con aspiraciones. Ahora, tres meses después de su salida forzosa de Cleveland, se le presenta una oportunidad inmejorable de revancha ante el equipo que le despechó. El mismo que podría darle un anillo aunque lo perdiese con Golden State en estas finales.
Todo depende de si Anderson Varejao lo quiere o no, ya que sus deseos de victoria con los Cavaliers bien han podido trasladarse a los Warriors. Por honor. Para reivindicarse. En definitiva, para ganar la NBA en la cancha y no vestido, otra vez, de traje. Si además acude a los Juegos Olímpicos de Río y consigue una medalla con su Brasil natal, mejor que mejor.