Canastas imposibles, rachas anotadoras de escándalo, carácter ganador… Todo esto encaja a la perfección con la definición del Juan Carlos Navarro de los mejores días. Sin embargo, no es del escolta de Sant Feliu de Llobregat de quien hablamos, sino de Sergio Llull. El hombre llamado a acaparar el protagonismo que 'La Bomba', más pronto que tarde, le cederá tanto en la Liga Endesa como en la selección.
Parecen palabras mayores, porque hablamos del segundo jugador más importante (para algunos, el primero) de la historia del baloncesto español. Sin embargo, Navarro puede respirar tranquilo con tan buen heredero. Realmente, él y Llull se parecen lo suyo: un tiro característico (las 'bombas' de uno por las 'mandarinas' de otro), un estilo de juego eminentemente ofensivo, un liderazgo indiscutible en la cancha y en el vestuario… Como se puede comprobar, la comparación entre ambos resulta bastante pareja.
La irrupción del 'Increíble' en el cuadro de honor del deporte de la canasta nacional no es algo novedoso. Está en la élite de la pelota naranja desde hace años, creciendo a la vez que lo hacía el Real Madrid. Porque a nadie se le escapa que la superación de la etapa más oscura de la historia de la sección de baloncesto blanca no habría sido posible sin jugadores como Llull, determinantes y comprometidos. Por mucho que la NBA haya llamado a su puerta, ha permanecido fiel a los colores que le han dado todo. Quizá también fijándose en la experiencia fallida en USA de Navarro, su álter ego azulgrana.
Llull es un hombre en el que confiar cuando la pelota quema. Lo ha demostrado tantísimas veces en los últimos años, con una lista interminable de canastas decisivas en todas las competiciones, que su enésima exhibición en estos playoffs parece otra más. Después de anotar los tiros de la verdad en la Copa del Rey, la Liga y la Euroliga, su nueva muestra de determinación roza la normalidad. Es lo mismo que sucedía con Navarro en sus mejores tiempos: nuevos trucos, misma sensación de dominio.
Pero no es descabellado atreverse a decir que esta final liguera ha sacado a relucir una de las mejores versiones que se recuerdan de Llull. En realidad, su fantástico rendimiento desde mayo lleva a esquivar la pedantería al decir que está en uno de los momentos culmen de su carrera. Lo ratifican su condición de jugador más valorado y de máximo anotador de la postemporada. También su segundo MVP consecutivo en el playoff por el título (el último en conseguirlo fue Arvydas Sabonis en 1993 y 1994), colocándose a uno del dominador histórico del premio: Navarro.
'La Bomba' ya explota menos
La temporada que acaba de llegar a su fin es la segunda consecutiva en la que el capitán del Barça no logra al menos 10 puntos por partido como promedio anotador. Hay que viajar en el tiempo hasta los tres primeros cursos de Navarro como profesional para encontrar datos peores a los que presenta ahora. Incluso sus registros pasadores han bajado, con su peor media en asistencias desde la campaña 2004-2005.
No es novedoso apuntar que las lesiones le han hecho mucho daño en la época reciente. De hecho, y aunque resulte doloroso admitirlo, ya es imposible considerar a Navarro el jugador franquicia del Barça. No cuando sus mejores anotaciones esta temporada en Liga, Copa y Euroliga (16, 6 y 19) ni siquiera alcanzaron los 20 puntos que antes superaba con tanta facilidad. No cuando, por increíble que parezca, acabó un partido de estas finales (el tercero) con un -3 de valoración. Y eso que, como consuelo, en esta serie ha superado los 8.000 puntos en su carrera y se ha convertido en el máximo anotador histórico de los playoffs.
Aun así, el relevo no llega en su club. A pesar de que Álex Abrines y Pau Ribas estaban llamados a sustituir a Navarro con garantías, ninguno de los dos ha encajado todavía en ese papel: uno no termina de explotar y el otro, tras su gran Eurobasket, ha gozado de menos protagonismo del esperado en su nuevo equipo. Así que, de momento, el Barça no ha encontrado a una nueva 'Bomba' que explote sin compasión ante los equipos rivales.
Por lo menos, la herencia del '7' está a mejor recaudo en una selección española de la que podría despedirse en la cita olímpica de Río tras unos últimos veranos con más ausencias que presencias. Y, aunque también resulte triste, como suplente. Porque, en estos momentos, Llull, Rudy Fernández (ya le sustituyó de inicio en su día) e incluso sus compañeros Abrines y Ribas están más capacitados para ocupar el puesto de escolta titular.
Sí, la era Navarro se acaba, de forma irremediable. Ni las 'bombas' ni los triples entran como antes, pero el respeto hacia su legado permanece inmutable. Para muestra, las sonoras pitadas que se le han dedicado en el Barclaycard Center durante la final liguera. Aún se le teme, pero ha llegado la hora de ceder el testigo al jugador mejor capacitado para, al menos, igualar su valía: Sergio Llull.