Cuando el bocinazo final irrumpió en el Barclaycard Center, la euforia se desató entre los jugadores de la sección de baloncesto del Real Madrid. Unos celebraron el título liguero logrado ante el Barça cortando las redes de una de las canastas, como Rudy Fernández. Otros, haciendo partícipes del triunfo a su familia, como hicieron Felipe Reyes y Sergio Rodríguez llevando en brazos a sus hijas mientras festejaban. Sin embargo, Jaycee Carroll fue más allá entre el jolgorio de sus compañeros. Como si de Raúl, Sergio Ramos o Luka Modric se tratara, pidió prestado su sempiterno capote a 'Toñín El Torero', un conocido hincha madridista. Conseguido el objetivo, se marcó unos pases en plena cancha del Palacio de los Deportes.
Tanto se gustó en el arte de la tauromaquia que al conocido aficionado le costó lo suyo recuperar la prenda tras las celebraciones pertinentes. Habituado a cederla gustosamente a los futbolistas cuando hay títulos de por medio, Toñín nunca antes se había visto en una igual: convertir en torero a uno de los jugadores del equipo de baloncesto. Concretamente, y como decía algún periodista con guasa en las redes sociales, en 'Morante de Wyoming'.
Ni siquiera Marcus Slaughter, tan empapado en la cultura española y madrileña como para cenarse un cocido, llevó tan lejos su amor por los colores blancos. El debut torero de Carroll sorprende aún más por su condición de mormón, una corriente religiosa realmente prohibitiva con según qué vicios y gestos. Sin embargo, tras capear a un Miura como el Barça, todo estaba permitido, y el jugador, por una noche, se lanzó a la piscina sin tapujos.
El escolta estadounidense se merecía un alegrón después de lesionarse al inicio de un tercer partido de la final que prometía ser el suyo. Este miércoles disputó 12 minutos en el duelo decisivo por el título, durante los que tan sólo anotó una canasta y robó dos balones. Su valoración final fue de -1, aunque no se puede decir lo mismo de su temporada.
Carroll ha logrado su mejor promedio anotador de las últimas cuatro temporadas (11.1 puntos por partido entre ACB y Euroliga, 13.2 tan sólo en la competición doméstica). Su capacidad de dinamizar los partidos saliendo desde el banquillo, de revolucionar el ya de por sí portentoso ataque del Madrid, le ha convertido, otro curso más, en una pieza muy valiosa para Laso.
De ahí que no sorprenda que haya estado entre los máximos anotadores de su equipo en un buen número de partidos. El apelativo de 'Microondas' le viene como anillo al dedo desde hace tiempo. Aterrizó en el Madrid a la vez que su entrenador, en verano de 2011, y desde entonces no ha dejado de meter tiros decisivos. Liga, Copa y Euroliga, sin excepción, han albergado las exhibiciones de Carroll, uno de los integrantes de lujo del banquillo madridista.
Sus finales han pasado más desapercibidas que las de otros grandes nombres del equipo, pero ahí quedan sus 21 puntos en el primer partido. Cuando el Madrid, a pesar de perder, empezó a ganar la batalla al Barça. Cuando Carroll, como este miércoles, fue torero. Y de los que salen por la puerta grande.
“La comunión en el baloncesto no tiene nada que ver con la del fútbol”
EL ESPAÑOL ha conseguido hablar con 'Toñín El Torero' sobre la anécdota protagonizada por Carroll. El conocido aficionado nos confirma que el estadounidense se trata del primer jugador de baloncesto del Real Madrid que saca a pasear el capote. “El año pasado, Felipe Reyes hizo un intento de cogerlo, pero se echó atrás. Este año, a última hora, sí toreó”, confiesa antes de relatar cómo sucedieron los hechos.
“Cuando llegaron los jugadores a abrazarse con el grupo de aficionados con los que me senté, Carroll vino hacia mí y le enseñé el capote. Se quedó asombrado. Le dije 'Tómalo', él lo cogió y creía que se lo había regalado. Estaba como un niño con zapatos nuevos”, cuenta entre risas.
Hasta tal punto llegó el asunto que, realmente, Carroll llegó a pensar que debía quedarse con el símbolo de Toñín. Siempre aparece en el baloncesto “cuando hay un título en juego”, porque “es mágico y milagroso” y “tiene que estar en las finales”. Sin embargo, el aficionado llegó a pensar que no recuperaba su talismán.
“Hice un Periscope en directo y la gente me decía que Carroll había metido el capote en su taquilla, que me había quedado sin él. Tuve que coger a los empleados del Madrid, a los que llevan la animación, para decirles que alguien le explicara que el capote es mítico y legendario, pero que no se lo había regalado. Se lo dijeron, volvieron a salir los jugadores a última hora y Carroll me lo devolvió muerto de risa”, narra 'El Torero' orgulloso.
De hecho, la primera experiencia taurina del baloncesto blanco llegó hasta los oídos del director de la sección, Juan Carlos Sánchez, al que Toñín conoce desde hace años. "Vino a decirme 'Toñín, las que lías, sin querer, son pardas' ", ríe. El capote causó tanta sensación que nadie quiso quedarse sin venerarlo.
“Todos lo tocaron: Sergio Rodríguez, Llull y Rudy (que me dijeron que no tenían ni idea de usarlo)… Es un orgullo para mí. Ayuda a fomentar el madridismo y la alegría de ver ganar a tu equipo”, declara el aficionado antes de tirar de autocrítica. "Esto no tiene nada que ver con lo que pasó en Milán cuando se ganó la Undécima. Los jugadores lo celebraron con sus hijos. Ese momento tiene que ser épico con la afición", reclama.
Por eso, Toñín opina que "la comunión en el baloncesto no tiene nada que ver con la del fútbol", tildándola de "extraordinaria". Antes de despedirse, se atreve a ponerle un apodo al nuevo torero del Real Madrid: 'El Niño de Wyoming'.