Quién le iba a decir a Germán Rubio, jefe de prensa del Perfumerías Avenida de Salamanca, que comprar unas zapatillas en Polonia le saldría tan caro este jueves. Estuvo retenido durante 45 minutos en el aeropuerto de Breslavia por culpa de la caja de su nueva adquisición. Ésta fue considerada un paquete peligroso, que podía incluir una bomba, y su portador, que la había tirado a una papelera por falta de espacio en su maleta, una amenaza. Aunque el malentendido acabó resolviéndose, los policías "comprobaron en una base de datos, supongo que la de la Europol, que yo no era un terrorista ni nadie peligroso", cuenta Rubio a EL ESPAÑOL.
Todo empezó con la visita de los integrantes de la expedición salmantina a un outlet de marcas de ropa, justo antes de dirigirse al aeropuerto. Las chicas de Miguel Ángel Ortega habían derrotado al CCC Polkowice local la noche anterior en la Euroliga femenina (71-75). "Me compré un par de zapatillas y, como no entraban en la maleta, infeliz de mí, se me ocurrió la idea de quitar la caja", rememora para este periódico el jefe de prensa del Perfumerías Avenida.
Tras facturar y a una hora de embarcar de vuelta a España, a Rubio le pareció "lo más normal del mundo" dejar la caja de sus zapatillas al lado de una papelera del aeropuerto. Se marchó a tomarse un café tranquilamente con el cuerpo técnico del equipo y un periodista de La Gaceta de Salamanca cuando, de pronto, dio comienzo el suceso "más raro" de todos los vividos viajando con el Perfumerías.
"Un policía uniformado se acercó y me dijo que si le podía acompañar. Según íbamos de camino a la famosa papelera, me contó que había visto cómo depositaba un paquete al lado y quería ver si había sido yo. Le expliqué que era una caja de zapatillas vacía porque no entraba en la maleta. Me llevó hasta allí, me dijo que si la caja era esa, le dije que sí, la abrió y vio que no había nada", afirma Rubio.
"'Sabrá usted que esto es muy peligroso en la situación actual. Hemos considerado que podía ser un paquete peligroso, una posible bomba, y hemos llamado a un policía de operaciones especiales, que está aquí conmigo' ", cuenta que le dijo el agente tras las pesquisas pertinentes. El compañero del que hablaba "era bastante corpulento y llevaba metralleta", aunque su imponente presencia no amedrentó al director de comunicación salmantino.
Ya en la pequeña habitación utilizada como comisaría en el aeropuerto de Breslavia, a Rubio se le pidió que facilitase cierta información: los datos de sus padres, su número de teléfono, su lugar de trabajo, el motivo de su estancia en Polonia, fotocopias de su pasaporte, otro teléfono de contacto "en caso de que sucediera algo"... Después de 45 minutos de retención, volvieron a llevarle hasta la papelera de la discordia.
"El policía me hizo cambiar dinero y me dijo que eso constituía una multa grave, que podía ser bastante cuantiosa, pero que entendía mi situación. La dejó en 100 eslotis, que son 30 euros o algo así. Me pareció raro lo de la multa, pero no iba a discutir con él por esa cantidad de dinero. Se los di y ya me dejó pasar", zanja Rubio.
No se quedó más tiempo en Polonia de milagro, ya que faltaban sólo 15 minutos para el despegue cuando todo se solucionó. Hasta entonces, los policías tuvieron en su poder el pasaporte y la tarjeta de embarque de Germán. Quedarse en tierra fue el temor más grande del jefe de prensa salmantino, que se lo tomó todo con la mayor calma posible dado que "los policías estuvieron muy amables".
"Si lo analizas fríamente, sí que es hacer un poco el pardillo, porque, tal y como están las cosas, cualquiera que viera allí una caja un poco abandonada podía sospechar. Les dije que entendía todo y que lo sentía mucho", reconoce Rubio. A toro pasado, no duda en reírse de lo sucedido, como dice que hicieron las jugadoras del Perfumerías Avenida cuando todo se solventó.
Más se asustaron los entrenadores y el periodista que acompañaban a Rubio en ese café que acabó siendo menos plácido de lo esperado. "Nos empezamos a reír cuando llegó el policía. Al volver a por mis documentos y la cartera, se empezaron a asustar", confiesa, aunque, al final y con todo resuelto, las risas fueron generalizadas.
"Sí que hemos tenido retenciones porque no cuadra alguna letra en el pasaporte de alguna jugadora, ha habido que embarcar corriendo porque te tienen retenido…", hace memoria Rubio. Eso sí, "nunca me había pasado que una caja de zapatos diese lugar a una amenaza terrorista".
Antes de volver a centrarse en lo que realmente importa, el baloncesto, Germán se queda con lo que le dice todo el mundo sobre el suceso: "Ya tengo algo para contar a los niños". Alucina con la repercusión de esta suerte de anécdota o broma, como él la define riéndose de sí mismo: "Cuando lo he visto en todos lados, he dicho 'Madre mía, al final me van a impedir viajar a cualquier país, me van a conocer en todos lados' ".
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