Nacho Llovet, Albert Oliver, Sergi García, Jaime Fernández, Edgar Vicedo, Sergi Vidal, Quino Colom, Sebas Sáiz, Fran Vázquez, Oriol Paulí, Xavi Rabaseda y Víctor Arteaga. Recuerden esos nombres. Recuérdenlos bien, porque cuando haya que honrar a la selección española de baloncesto los suyos serán tan importantes como los de los Gasol, Navarro, Rudy o Felipe Reyes. Ellos no han ganado ningún oro, y su triunfo ante Montenegro en el primer encuentro de las llamadas 'Ventanas FIBA' quizás no sirva de mucho. Pero esos 12 hombres, el eslabón más débil de la cadena en la guerra FIBA-Euroliga han demostrado tal arrojo, tal orgullo y tal juego en Podgorica que merecen el mayor de los respetos y el mayor de los reconocimientos. [Narración y estadísticas: 66-79]
Sería injusto limitar la victoria de este combinado de Sergio Scariolo únicamente a lo que sucedió en la pista. Sería injusto centrarse sólo en el baloncesto, en el rival, pensar únicamente en puntos, rebotes y asistencias. Este partido era una cuestión de supervivencia, una película bélica donde los 12 protagonistas eran abandonados a su suerte con la responsabilidad de media guerra sobre sus hombros.
Una disputa política que, en esta primera ventana -tranquilos, vendrán más y la guerra tendrá nuevas batallas-, ha dejado a los jugadores en el ojo del huracán. A aquellos que juegan en la NBA y siempre estuvieron fuera de la partida de los despachos, a los que militan en clubes de Euroliga y han tenido una situación incómoda y, sobre todo, a los que hoy jugaron en Podgorica, asumiendo la responsabilidad y la presión de todos y sabiendo, además, que si alguna vez hay una medalla o un reconocimiento ellos no estarán en la foto.
Y sin embargo, todos y cada uno de ellos, como lo hizo Xabi López-Arostegui en EL ESPAÑOL, manifestaron su orgullo y su disponibilidad a aportar su granito de arena olvidándose de posibles glorias futuras con otros protagonistas, aunque estas se cimenten en su sudor durante estas ventanas.
La veteranía de Albert Oliver, Fran Vázquez, Xavi Rabaseda y Sergi Vidal. El descaro de Jaime Fernández en los minutos finales cuando Montenegro se puso a seis con 2:25 en el reloj para el final del partido. La dirección de Quino Colom. Los rebotes de Sebas Sáiz. El desparpajo de Oriol Paulí y Edgar Vicedo. La presencia de Nacho Llovet y Víctor Arteaga. Y, sobre todo, porque él es la argamasa y quizás el mayor mérito de este equipo, el buen hacer de Scariolo, capaz de armar un e-q-u-i-p-o en cuatro días y con varios debutantes que no sólo ganó, sino que convenció y abrió las puertas -exigió, mejor dicho- a la solución del conflicto FIBA-Euroliga para que España esté en el próximo Mundial de China 2019 y en los JJOO de Tokio 2020 con los grandes. O no.
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