En el Real Madrid son muy conscientes del presente de Luka Doncic y, sobre todo, de su futuro. La preocupación del club por quien ya es uno de los jugadores franquicia de la sección de baloncesto es evidente: tanto en lo bueno como en lo malo, no es uno más. La jerarquía del niño esloveno queda demostrada con gestos como el que se produjo este viernes 1 de diciembre. Entonces, se quiso abordar la falta de soltura evidente de Doncic en algunos finales de partido apretados y que terminaron con derrota. Para intentar solucionar el problema, claro.
Según ha sabido EL ESPAÑOL, la conversación con el jugador en estos términos se dio en Valdebebas, epicentro también del Madrid baloncestístico desde hace un año y medio. Fue una charla informal, para nada severa. En ella participaron un alto directivo de la canasta blanca, el propio Doncic, sus dos agentes (Quique Villalobos y Bill Duffy, representante en Estados Unidos) y, por teléfono, la madre de Luka, Mirjam. El mensaje lanzado a la perla balcánica y a su entorno no pudo ser más rotundo: “Sé tú mismo”.
El objetivo primordial del aparte con Doncic fue quitar hierro a esos momentos decisivos recientes en los que la joven promesa se apagó: el triple ganador fallado ante el Khimki, la precipitación contra el Panathinaikos, la pérdida de balón clave frente al Estrella Roja justo horas después de esta 'llamada al orden'…
Eso sí, también se le quiso hacer entender que la presión que no le supone ningún problema en el global de los partidos (14,1 puntos, 5,7 rebotes, 4,5 asistencias y 18,6 de valoración como promedios en ACB; 19,7-6,1-4,2-27 en Euroliga) no debe frenarle a la hora de la verdad. “Tienes 18 años y vas a ser el número uno o dos del Draft de la NBA. Como nos encontremos por la calle en Nueva York, ni me vas a saludar”, bromeó con Doncic el representante de la directiva madridista.
El joven acató todo lo que se le dijo con su madurez característica. De hecho, la reacción mostrada en la pista no ha podido ser más acorde a lo que el club espera de él. El Estrella Roja sufrió 20 puntos, tres rebotes y cinco asistencias que llevaron la firma de Doncic: fue el mejor del Madrid a pesar de ese error ya comentado y, mala suerte, capital. El Gran Canaria tampoco pudo frenarle el domingo: 16-4-5.
Su influjo en los partidos es enorme. Si Luka aparece, el Madrid sonríe. Y viceversa en la mayoría de ocasiones. No hay que olvidar que las defensas cada vez están más pendientes de él. Aquellos tiempos en los que los scoutings rivales apenas le tenían en cuenta ya pasaron a mejor vida. Aun así, a Luka le resbala eso de ser el jugador a parar. Lo gestiona con una solvencia apabullante. Claro que no es perfecto, ¿pero quién lo es en la adolescencia, cuando el cuerpo te pide cantar Despacito durante un tiempo muerto mientras mueves la cabeza al compás de la música?
Hay muy pocos jugadores de la edad de Doncic (es más, casi ninguno) capaces de ser referentes. Y más si forman parte de uno de los mejores equipos del mundo. La magnitud de lo logrado por Luka es tan gigantesca que es muy difícil no pedirle más. Dentro y fuera de su club. Lo bueno es que él escucha, interioriza y ejecuta: si le han dicho que sea él mismo a todos los niveles, lo será. Vaya si lo será.
Unión ante la crisis
La reunión con Doncic no sólo se dio porque el Madrid quiere que su estrella juvenil rinda al máximo de sus posibilidades. También responde a la gran preocupación que hay en el club blanco con la mala racha que atraviesan sus dos equipos. El de baloncesto, en Europa (cinco derrotas en los últimos seis partidos). El de fútbol, a todos los efectos.
En lo que atañe a la pelota naranja, se confía en que la defensa, gran quebradero de cabeza, quede apuntalada cuando Anthony Randolph y Jeff Taylor vuelvan a ser de la partida. Sus bajas (unidas a las de Sergio Llull, Gustavo Ayón y Ognjen Kuzmic) se han notado sobremanera atrás: 86, 90, 105, 82 y 87 puntos encajados ante Khimki, Maccabi, Baskonia, Panathinaikos y Estrella Roja respectivamente.
Caer hasta cinco veces en la liga regular de la Euroliga cuando el año pasado se perdieron tan sólo siete partidos antes de la fase decisiva es sinónimo de urgencias. Más cuando el 5-5 de balance del Madrid, séptimo, es igualado por el octavo (Zalgiris) y el noveno (Brose). Aun así, la competitividad del equipo es encomiable. Salvo en Vitoria, la plantilla siempre ha dado la cara. A pesar de las bajas, el ímpetu no ha faltado en ninguna de las derrotas. Ni, por supuesto, en las victorias.
La explicación es simple: el vestuario es una piña. Para muestra, y como otro dato revelado a este periódico, la cena de equipo prevista para el próximo sábado. Una a la que Llull y Ayón, que podrían faltar dada su condición de lesionados, acudirán para apoyar a sus compañeros. Todavía queda lo suyo para que los títulos estén en juego, pero la conjura en busca de todos ellos se pone en funcionamiento.
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