En la vorágine de entrenamientos, desplazamientos y partidos en la que vive instalado el jugador de baloncesto moderno, pararse a valorar lo conseguido es prácticamente una entelequia. Pero se puede lograr. Que se lo digan a Javier Beirán (Madrid, 1987). Claro que se le intuía la sonrisa mientras conversaba con EL ESPAÑOL el sábado, de camino al primer entrenamiento de la selección en Zaragoza. No es para menos: ha costado lo suyo, pero ya tiene una internacionalidad absoluta a sus espaldas.
Puede que los 13 puntos, tres rebotes, una asistencia y dos robos ante Bielorrusia conformen la estadística de la que Beirán se sienta más orgulloso. ¡Y mira que ha habido unas cuantas en su trayectoria! Pero esta es de las que trascienden. Faltaría más con lo que se hizo de rogar la convocatoria con #LaFamilia. Primero, por esa lesión tan similar a la de Sergio Llull que le dejó casi nueve meses inactivo en el mejor momento de su carrera. Después, por un esguince de tobillo que le apartó del equipo nacional en noviembre.
Aunque, por si todavía quedaba alguna duda y tras esos contratiempos, Beirán ha vuelto como si nunca se hubiera ido. Con labia dentro y fuera de la pista. Que se note esa vena periodística.
No cabe duda de que se moría por debutar con España. ¡Menudos cuatro minutos iniciales y menudo final de partido!
Tenía muchas ganas de jugar ya con la selección. Después de esta semana de entrenamientos y de las veces que me había quedado a las puertas, empezar con una victoria, al fin y al cabo, era lo más importante.
¿Se sintió liberado tras meter ese primer triple?
Creo que ese primer triple a tablero ayudó bastante para el devenir del partido. Después de lo que aguanté, todo se recompensa con ese triple. Luego, las cosas fueron más fáciles.
Eso sí, menudo encuentro más sufrido que les tocó vivir. Vaya con Bielorrusia.
Sí. Dominamos bastante el partido. Nos fuimos dos o tres veces de más de 10 puntos, pero no fuimos capaces de cerrar el encuentro. Ellos, con su defensa de cambios, se vinieron arriba. Metieron canastas fáciles y se metieron en el partido. También el público presionó más. Al final, pudimos ganar, pero se nos complicó para cómo lo estábamos llevando.
Hay que darse cuenta de que no es fácil ganar fuera de casa. He visto que otros rivales también están sufriendo. A priori, éramos favoritos y ganamos. Pero no es todo tan sencillo como pareció en la primera 'ventana', cuando el juego fue increíble y se ganaron los dos partidos con comodidad.
Le habrán llegado un montón de felicitaciones. ¿Alguna más especial que otra?
Mis amigos, mi familia y mi mujer, al ser el partido fuera de casa, lo siguieron por televisión. Tenía un montón de mensajes de gente que me había escrito. Les doy las gracias. Muchos eran amigos. Otros, aficionados que también tenían ganas de verme con la selección.
¿Qué le ha dicho su padre? No sé si sabe que ya ha conseguido anotar más que él en cualquiera de sus partidos con España.
Ya me dijo que había superado su media. Y que estaba orgullosísimo. También que disfrutara de este momento. Somos la cuarta pareja padre-hijo que juega en la selección. Eso no es fácil en toda la historia de España.
Cuéntenos cuál ha sido la clave para llegar hasta aquí. Hubo ocasiones en las que parecía que iba a ser internacional y luego se le escapaba el tren.
Constancia, mucho trabajo y no desanimarse. Había estado muy cerca de venir un par de veces. Alguna me afectó más que otra, pero lo intenté tomar como un reto para seguir trabajando. Confiaba en que me iba a llegar otra oportunidad. Ahora seguiré trabajando para intentar estar en las siguientes 'ventanas' y ponerlo más difícil de cara a los campeonatos futuros.
Ya han pasado unos cuantos meses desde que hablamos en Logroño. No cabe duda de que vuelve a estar en plena forma.
Sí. Ya no sólo por este partido. Los últimos meses con mi equipo, en los que conseguimos el pase a semifinales de la Copa del Rey, he hecho buenos partidos. Estoy sintiéndome cómodo en la pista y tengo totalmente olvidada la lesión. Simplemente, recuerdo la cicatriz para saber por dónde he pasado y todo lo que he tenido que hacer.
Se han encontrado con Mariano Rajoy en Zaragoza. ¿Qué tal con él?
Nos ha deseado muchísima suerte. Nos ha dicho que sepamos lo que representamos. Lo importante que es nuestra labor e imagen de cara a todos los niños y la gente que rodea al baloncesto.
¿Y el cumpleaños de Rabaseda?
Le han sacado una tartita en la comida. Le hemos cantado el Cumpleaños Feliz un par de veces: en el avión y en el hotel. Como dice él, tiene la suerte de poder celebrarlo con todos nosotros.
Al final, no se puso nervioso al oír el himno el viernes. ¿O sí?
No, sentí mucho orgullo y satisfacción. Había algunos nervios por el partido, como me pasa muchas veces cuando juego con mi equipo. El día que no sienta ningún nervio por jugar será la hora de dejarlo. Es algo que me gusta y que creo que es necesario.
¿Qué cabe esperar de Montenegro el lunes? Después de que se mascase el susto en Minsk…
Veremos qué tal lo hicieron contra Eslovenia. Perdieron en casa. En la primera 'ventana', muchos jugadores de aquí jugaron contra ellos. Saben en qué aspectos hay que ser fuertes. Tenemos que mejorar esos 82 puntos recibidos el viernes. Si recibimos más de 80, es difícil ganar todos los partidos.
Más allá del primer partido, ¿con qué se queda de la concentración hasta ahora?
Con el ambiente que hay. Ojalá pudiéramos jugar en equipos con más españoles. Tengo la suerte de estar en uno con cuatro o cinco, pero ojalá hubiera más. El ambiente es muy bueno. La selección no es lo mismo que un club, pero creo que la palabra 'equipo' es la que define a este grupo de personas. Sabemos en lo que estamos y el tiempo que estamos. Lo disfrutamos al máximo.
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