Nunca antes una Copa del Rey de baloncesto había dado tanto de qué hablar y, muy probablemente, jamás lo vuelva a hacer. Aquella decisión del trío arbitral formado por García González, Pérez Pérez y Jiménez Trujillo ha provocado la mayor crisis en la historia de la ACB y quién sabe si el principio del fin de su existencia.
El Real Madrid continúa con paso firme en su idea de abandonar la competición nacional después del escándalo perpetrado por los colegiados en la final contra el Barcelona y que le costó el título al club blanco. ¿Quién pierde más? La ACB, sin duda. No solo ha visto cómo su producto estrella se devalúa tras el mayor 'robo' en la historia del baloncesto, sino que está cerca de quedarse sin el equipo que genera la mayoría de sus ingresos y sus mejores audiencias en televisión.
¿Qué transcendencia tendrá la ACB sin el Real Madrid? Casi nula. Antonio Martín tiene que estar preocupado. El tsunami provocado por una decisión arbitral injusta no ha sido más que la chispa para que estallara una guerra que se había mantenido fría durante los últimos años, pero que ya había tenido otros capítulos anteriores.
Florentino Pérez está en su pleno derecho de plantear a los socios la continuidad o no en la ACB y estudiar desde ya la viabilidad de abandonarla. El Real Madrid ha sido maltratado desde hace tiempo y el pasado domingo fue vejado en un minuto de locura. Tres árbitros se cargaron uno de los mejores partidos de la historia de la Copa.
Las imágenes no dejan lugar a la duda. Cuando pregunté a Laso en la rueda de prensa por la acción no tardó en espetar: "No era tapón, era rebote". La famosa frase que ya incluso se ve impresa en camisetas y que vende el mítico tuitero Pablo Lolaso. Seguramente, inundarán el WiZink Center en los próximos meses.
Volviendo al tema, el rebote de Randolph nos deja que García González, Pérez Pérez y Jiménez Trujillo, que solo vieron dos tomas de las once que tenían disponibles y que tomaron una decisión en menos de un minuto, cometieron prevaricación o negligencia profesional. No hay lugar a otra opción e independientemente de que fuera una u otra de las señaladas, no pueden volver a pitar un solo partido de baloncesto.
Sería prevaricación si dieron los dos puntos al Barcelona Lassa conscientes de que estaban obrando equivocadamente. Da igual si lo hicieron por la mal llamada en los últimos días 'ley de la compensación' o si tomaron esa decisión para favorecer al conjunto azulgrana de forma consciente y en pleno uso de sus facultades. Según la RAE, prevaricación es un "delito consistente en que una autoridad, un juez o un funcionario dicte a sabiendas una resolución injusta".
Por otro lado, y poniéndonos en el caso de que no hubo mala fe, los árbitros cometieron una grave negligencia profesional. No es posible que tres colegiados, con once tomas de televisión y sin límite de tiempo, se equivoquen de forma tan burda e inaceptable. En un negocio en el que se mueven millones de euros y en el que hay millones de personas pendientes de un resultado, no puede haber un fallo de tal magnitud. Sobre todo porque no es un error humano, ya que tienen a su disposición la tecnología. El despido, como en cualquier trabajo, es el castigo que deben tener.
Rizando el rizo, el Real Madrid estaría en su derecho de reclamar los daños morales y económicos que ha sufrido la institución, sus socios y sus aficionados por la prevaricación o negligencia profesional de los tres hombres que perpetraron el mayor 'atraco' jamás imaginado en el deporte español. García González, Pérez Pérez y Jiménez Trujillo han matado a las competiciones nacionales. DEP Asociación de Clubes de Baloncesto.