Ante la atenta mirada de su 'Padrino', Pat Riley, los Heat entraron en el tercer partido con la confianza que otorga la reflexión. Conscientes de que con una correcta reorganización tendrían opciones de victoria, cerraron su defensa y jugaron con más pases. Hasta que Jimmy Butler decidió tomarse la justicia por su mano y desquiciar a LeBron con una actuación que nos trajo a la memoria a Michael Jordan: 40 puntos, 11 rebotes y 13 asistencias.
A veces las emociones de los partidos te ocultan la realidad, pero un repaso detenido, grabación mediante, revela que tus rivales están más cerca de lo que creías. Lo saben los jugadores veteranos y los sabe Erik Spoelstra, el entrenador de Miami, que repasó con detalle los partidos anteriores para darse cuenta de que aún cabían opciones. Un arranque fulgurante les puso el partido en franquicia y desconcertó a los Lakers, que jugaron a tirones, defendieron mal y se diluyeron en el último cuarto, LeBron y Davis incluidos.
Los Heat están supliendo las bajas de Adebayo y Dragic con energía y actividad, a las que hace unas horas añadieron su clásico juego de pasar y cortar, bloquear y continuar y dividir la defensa en busca de los tiradores de tres puntos. Un estilo vertiginoso que se había atascado en exceso en los encuentros anteriores y que, además de la irrupción descomunal de Butler, contó con el apoyo de Crowder y uno de esos actores de reparto que se convierten en protagonistas de forma inesperada: Olynyk.
La aportación de los citados equilibró la lucha por el rebote, uno de los factores que había inclinado la balanza en favor de los angelinos en los dos primeros partidos. En este tipo de eliminatorias apenas sin descanso, las correcciones tácticas son proverbiales, como la de asfixiar a Davis y cargar el juego ofensivo sobre la endeble defensa de LeBron.
El asunto tiene su miga, porque al juego dinámico de los Miami, los Lakers oponen el yo-yo del rey, que a su vez, se inhibe en tareas defensivas para tener la mente fresca en ataque. Lo que hemos visto hacer tantas veces a Leo Messi, con la particularidad de que en el baloncesto, el toma y daca, el ida y vuelta, son constantes. Spoelstra lo sabía y sus hombres también.
Miami comenzó el partido determinado a conseguir la victoria y no se desconcentró ante los envites de los potentes Lakers. Porque en este caso, el que dio primero mantuvo su energía, confió en su suerte y consiguió una victoria que da vida a una final en la que los favoritos siguen siendo los angelinos. Aunque LeBron James abandonara el encuentro nervioso y decepcionado cuando restaban segundos por jugarse.