¿Entienden ahora por qué Sergio Llull decía que esta eliminatoria de cuartos de final de los playoffs ACB entre Real Madrid y Andorra iba a ser una guerra? ¿Y por qué Felipe Reyes calificaba al equipo del Principado de aquel que más difíciles había puesto las cosas a los suyos este curso? Lo del primer partido, definitivamente, fue un espejismo. El Andorra de este viernes es el genuino, el de toda la temporada: coral, agresivo a ambos lados de la cancha y, sobre todo, crecido ante su público. Al polideportivo del país no se le tilda de 'Bombonera' en vano. Lo fue para ganar a un Madrid lleno de dudas, sin acierto exterior y sobrepasado a partir de una segunda mitad prácticamente sin tacha para los locales. 21 años después, se venció a los blancos, con lo que eso supone: 1-1 y la posibilidad de eliminar al campeón de la liga regular el domingo [Narración y estadísticas: 89-77].
Que los hombres de Pablo Laso sólo hubiesen anotado 16 puntos en el primer cuarto ya era una señal, cuanto menos, inquietante. Los blancos sólo manejaron seis puntos de renta máxima durante el partido y eso ocurrió en esos 10 primeros minutos de choque. Después, vieron cómo Andorra empezó a venirse arriba, pero una antideportiva de Jelinek sobre Carroll bien pudo cambiar el signo del encuentro. Los visitantes respiraban, de nuevo en posición favorable vía remontada, y la situación recordaba a la del campo atrás copero. Pero el karma, esta vez, estuvo de parte de los de Joan Peñarroya.
Sus pupilos sacaron del mapa al vigente campeón liguero en el tercer cuarto. Uno en el que llovieron los triples y en el que Albicy estuvo sencillamente magistral. Desde luego, Shermadini, de nuevo imperial, no estuvo solo en esta ocasión. El bloque, como le ocurrió al Madrid el miércoles, resultó clave para que Andorra empatase la serie, acercándose a los 20 puntos de ventaja más adelante y sentenciando al Madrid: Antetokounmpo, Walker, Stevic, Navarro, Schreiner… Todos se sintieron importantes e hicieron añicos la moral del rival teóricamente superior, cuya fortaleza en el rebote quedó totalmente ensombrecida por su pobre juego colectivo (ni 10 asistencias, por las 15 de Llull el otro día).
Y, claro, por la noche para olvidar desde el perímetro. Cuando el Madrid no anota desde el exterior, las ideas se le apagan demasiado rápido. Apenas Llull y Carroll tuvieron cierto protagonismo, junto a un corajudo Nocioni. Por mucho que el argentino buscase la remontada a base de un carácter que se le sale del pecho, la gesta era imposible. No cuando su equipo también hacía aguas en defensa, con una auténtica masacre bajo tableros a cargo de Shermadini. Parece mentira que Ayón y Randolph empezasen el partido atreviéndose a poner tapones por dentro.
Nada que objetar a un Andorra que dejó vacío el tintero, sin nada olvidado, durante la gran final de su temporada. “Hace seis años estábamos en LEB Plata y hoy le ganamos un partido de playoff al Madrid”, resumía Peñarroya tras el bocinazo. No era fácil levantarse después de la paliza del Madrid 48 horas antes, pero sus chicos lo hicieron. También era difícil que los visitantes sufriesen una caída drástica de rendimiento después de la demostración de poderío inmediatamente anterior. Y, sin embargo, sucedió. Como el año pasado, toca 'match-ball' en cuartos de final de la competición doméstica. Y quién sabe si no habrá consecuencias drásticas para Laso y compañía en el caso de que la campanada andorrana siga su curso. Así de dura es esta Liga Endesa: por primera vez en la historia, las cuatro eliminatorias de cuartos de final se decidirán en un último partido a todo o nada.