En un primer vistazo, la altimetría de la undécima jornada del Giro d’Italia, 227 kilómetros entre Módena y Asolo, anunciaba una travesía llana, pacífica, la típica que se anotan los velocistas. Sin embargo, esto es la ‘corsa rosa’; aquí no se plantean dos días sencillos consecutivos, y mañana ya hay un circuito plano en Bibione.
Aplicando la lupa, en la parte final del perfil de la etapa de Asolo se podían detectar ondulaciones. En la primera de ellas, la Forcella Mostaccin, un ‘strappo’, encerrona estrecha y empinada a 20 de meta, arrancó ‘Bananito’ Betancur (Movistar Team) a modo de entremés. Fue Steven Kruijswijk (LottoNL-Jumbo), un escalador basto enamorado del Giro que en esta edición aún no ha cometido un solo error, quien rompió definitivamente las hostilidades y dejó la carrera en diez ciclistas, cribando un pelotón que ya había adelgazado debido a una caída que había perjudicado a dos contendientes de la general, Domenico Pozzovivo (Ag2r) y Jakob Fuglsang (Astana).
Esta mañana el Giro d’Italia aún se hallaba conmocionado por el abandono de Mikel Landa. “No sé qué me pasó; noté frío, malestar y mareo”, explicó en un canutazo. El escalador inexplicable era tema de conversación y, preguntado por él, Vincenzo Nibali (Astana) advirtió: “Chaves puede tomar su papel”. Dicho y hecho, el pequeño escalador colombiano de Orica-GreenEdge estuvo con el ‘Squalo’ y con Alejandro Valverde (Movistar Team) cuando el dúo de favoritos a la victoria final se lanzó en el descenso del ‘strappo’.
El trío fue absorbido rápidamente por el resto de la decena de privilegiados. Igual que el pasado martes, Movistar Team era el único equipo con dos representantes, Andrey Amador y el mentado Valverde. Igual que el martes, el costarricense atacó. Esta vez, el murciano no se quejó de la táctica del equipo. Probablemente porque, a diferencia de este martes, Nibali no parecía vulnerable y no había posibilidad de realizar un ataque dañino para el siciliano que fuera impedida por la ofensiva de su compañero. Sí se mostró molesto cuando los periodistas le preguntaron por qué no había colaborado con el ‘Squalo’ en la ofensiva precedente. “¿Qué carrera habéis visto?”, espetó. “He colaborado en todo momento”, elaboró. “Nibali hace su carrera y yo hago la mía”, zanjó.
Las dudas lógicas ante el demarraje de Amador fueron resueltas por Bob Jungels (Etixx-Quick Step), el único directamente agredido por su movimiento. El costarricense está a sólo un suspiro de su ‘maglia rosa’ y eso le obligaba a responder. Cuando se juntaron en cabeza de carrera, relevaron; pero sólo hasta que uno (Jungels) demostró ir mucho más fuerte que el otro. Ahí cesó la entente, lo que aprovechó Diego Ulissi (Lampre) para saltar desde el pequeño pelotón que se había formado en persecución de los fugados y darles caza. Betancur también quiso unirse a la fiesta: le faltaron piernas.
Los kilómetros finales fueron una exhibición de potencia de Jungels. En el día en que se retiró Tom Dumoulin (Giant-Alpecin), el luxemburgués le reemplazó en su rol de rodador valiente, bisoño y aspirante a la clasificación general del Giro. Sólo así se entiende que tirara sin prácticamente pedir relevo, resignándose a dejar la victoria de etapa en juego entre Amador y Ulissi. Se llevó el gato al agua el italiano, mucho más fresco y rápido, apuntando su sexta victoria parcial en una ‘corsa rosa’.
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