“Predicción. La etapa de mañana del Giro d’Italia será la mejor etapa de la carrera para ver por televisión. Garantizado que todo se romperá en pedazos”. Lo tuiteó en la noche del lunes Joe Dombrowski, joven aspirante a vueltómano del conjunto estadounidense de Cannondale-Garmin. Habla de una etapa corta, sólo 132 kilómetros, tras día de descanso, lo cual siempre añade un componente de caos; con un puerto largo y sostenido a media etapa, Mendola, y otro corto y empinado al final, el Fai della Paganella, coronado a 10 kilómetros de la meta de Andalo.
Dombrowski no es un ciclista relevante en este Giro. Apenas un jornalero de la gloria, que diría aquel, activo en las fugas una vez que su líder Rigoberto Urán ha dejado patente su inferioridad respecto de los mejores y bucea por debajo de la línea del top10. Y sin embargo, el ciclismo es un juego tan coral que todas las piezas importan y este martes pudo ser decisivo…
Pesaron mucho las ganas de los grandes favoritos, con sus grandes equipos, ante un ciclista y una escuadra percibidos como menores. Movistar y Astana, Alejandro Valverde y Vincenzo Nibali, querían apabullar. Desarbolar a LottoNL-Jumbo, aislar a Kruijswijk, arrearle ataques hasta dejarlo KO y despojarle de la ‘maglia rosa’. A tal efecto, los telefónicos inutilizaron los kilómetros que mediaban entre la salida de Bressanone y el pie de Mendola. Querían que todo llegara empatado a la subida para “reventar la carrera”, en palabras de su líder murciano.
Apenas la carretera empezó a mirar al cielo, las andanadas de Movistar y Astana asolaron a los neerlandeses. Con cada arrancada azul o celeste se descolgaba un gregario del líder. Se sumaban al zafarrancho secundarios de la general, como Ilnur Zakarin (Katusha) o Bob Jungels (Etixx-Quick Step), asomándose al río revuelto para pescar el corte bueno. También los cazaetapas como Diego Ulissi (Lampre-Merida) o David López (Sky), buscando la ocasión de anotarse una victoria de prestigio.
En esta batalla desaparecieron Esteban Chaves (Orica-GreenEdge) y Rafal Majka (Tinkoff), segundo y quinto de la general. Pero no Kruijswijk. ‘La Percha’ se defendió a lo campeón durante todo Mendiola, sin miedo a secar todas las vías de agua que se abrían en cabeza del pelotón, sin pensar en el desgaste que estaba acometiendo. Así hasta coronar Mendiola en cabeza con Valverde, Nibali, Zakarin, Jungels y media docena de secundarios.
El medio centenar de kilómetros favorables hasta el Fai della Paganella fue un pulso a brazo partido con dos gregarios de Chaves, el australiano Damien Howson y el alicantino Rubén Plaza, buscando neutralizar el minutito que separaba a su líder del primer grupo.
En esa tesitura llegó el momento de Dombrowski. Él era uno de los secundarios que estaba en cabeza. En un momento dado, un relevo fuerte de Tanel Kangert, coequipier de Nibali, generó unos pequeñísimos cortes en el grupo que Zakarin o Jungels pudieron suturar, pero Dombrowski no. Cuando el americano se reveló incapaz de volver a la rueda de sus compañeros de aventura, gritó un “fuck” golpeando el manillar.
Acto seguido, mensaje de pinganillo y los Cannondale que rodaban en el grupo de Chaves se activaron. Empezaron a tirar, relevando a los Orica, y acercaron a Chaves y Majka a la cabeza. Al pie del puerto final, el pequeño colombiano aceleró. Unos minutos después, estaba de vuelta con los mejores. Quizá no hubiera sucedido sin Dombrowski.
Mientras tanto, en cabeza, un ataque de Valverde rompió definitivamente la carrera. Respondió Zakarin, respondió Kruijswijk, respondió Nibali. Sin embargo, el siciliano se quedó pronto sin discurso. Fue el inicio de un desfallecimiento que le llevó a perder casi dos minutos en meta. Allí no quiso hablar con la prensa. Su entrenador Paolo Slongo, que sí lo hizo, dijo: “Es el tercer día que perdemos tiempo. Probablemente hay algo que no va bien”. Aludía a algún tipo de problema físico indetectable.
La tercia de Valverde, Zakarin y Kruisjwijk resultó bien avenida. El murciano se impuso en el sprint final, llevándose la victoria de etapa. El ruso pegó un largo tirón final, rascando segundos que le acercan al podio. El neerlandés certificaba su aparente solidez: ahora el segundo de la general (Chaves) está a tres minutos de su liderato. “Es el más fuerte del Giro; si no revienta un día, lo ganará”, diagnosticó con sucinta seriedad clínica Majka, uno de los damnificados del martes.
¿Cuándo podría reventar Kruijswijk? Por suerte o por desgracia, hay terreno para ello. Si bien el miércoles toca jornada llana, el jueves hay una trampa y tanto el viernes como el sábado se afrontan puertos eternos, propensos a inducir crisis en aquellos que, como la práctica totalidad de participantes de este Giro, hayan incurrido en gastos de energía excesivos. Kruijswijk tiene ante sí el reto de continuar siendo el más fuerte de la ‘corsa rosa’ durante otras tres etapas. No será fácil.