En estos primeros días, las voces que se alzan para opinar sobre el Mundial de Doha no están siendo precisamente complacientes con la decisión de la UCI de trasladar la cita a un país de Oriente Medio por primera vez en la historia del ciclismo. Tanto redes sociales como medios de comunicación son testigos y altavoces de las quejas de deportistas, técnicos y afición por diversos motivos: unos han puesto de manifiesto la absoluta falta de público, y lo cierto es que en las tres jornadas iniciales la asistencia ha sido desastrosa. El circuito estaba absolutamente desierto. Otros atacan la impericia organizativa –el campeón sub23 contra el crono, Marco Mathis, tuvo problemas con una ambulancia en pleno trazado y Ana Van der Bregen libró por poco a una moto en la CRI femenina elite-, pero el elemento que más está centrando las críticas es el intenso calor que se tiene que soportar en Catar.
Tanto es así que sobre todo en la prueba por equipos femenina del pasado domingo varias ciclistas lo pasaron verdaderamente mal para poder terminar debido a altas temperaturas. Por ejemplo, la neerlandesa del Rabo-Liv Annuska Koster se fue al suelo en una recta antes de una rotonda, al golpearse contra una valla. Cuando intentó reemprender la marcha, la joven corredora apenas podía ponerse en pie. Entre dos asistentes tuvieron que ayudarla a, al menos, incorporarse después de perder el equilibrio en varias ocasiones. Un desfallecimiento por golpe de calor provocó su accidente, en el que simplemente perdió el control de la máquina en un punto sin ninguna dificultad técnica y se ‘tragó’ la valla.
“Es como correr en una sauna”
En el equipo Twenty16-Ridebiker no hubo caídas, pero sí estragos de la asfixiante temperatura en dos corredoras que entraron literalmente vomitando a la línea de meta. Las críticas, evidentemente, no se hicieron esperar. Una de las compañeras de la accidentada Koster en Rabo-Liv, Roxane Knetemann, calificó la prueba como “correr en una sauna”, y aseguró que el calor era “simplemente demasiado”, especialmente para una contrarreloj donde el casco aerodinámico y la ropa específica dificultan la refrigeración normal del cuerpo: “No puedo explicar el sufrimiento de correr 40 kilómetros por el desierto. El calor en Catar es extremo”, sentenció.
Knetemann, además, atacó duramente la lentitud de las asistencias médicas para muchas corredoras que necesitaban atención tras la prueba: “Es de esperar que los organizadores y la UCI tengan algún conocimiento sobre ciclismo. Si mandas a la gente a correr bajo este calor en una prueba por equipos, asegúrate de que tengas al menos 10 ambulancias para atenderlas. La UCI no pensó en esto”, zanjó.
Pero, ¿por qué a las mujeres les afectó de tal manera el calor y, sin embargo, no vimos ninguna de estas escenas en la prueba masculina? El estadounidense Taylor Phinney dio una respuesta después de proclamarse vencedor en la crono por equipos con BMC: “Las féminas salieron a la hora de máxima temperatura, pero cuando partimos nosotros alrededor de las cuatro de la tarde, había empezado a bajar. Hacía calor, claro, pero no era tan extremo”. Es necesario señalar en este punto que el pico térmico se alcanza en Catar entre las doce y las dos de la tarde.
“Hacer el protocolo correcto”
Frente a quienes piensan que este calor es insoportable, otros aseguran que se trata de realizar la aclimatación correcta para poder llevar a cabo la prueba con seguridad. Así lo piensa, por ejemplo, el ex corredor y ahora técnico de Orica Matt White: “Para este tipo de esfuerzos, es fácil de llevar si haces el protocolo correcto. La temperatura no es muy distinta a la del Tour Down Under, pero para un esfuerzo de una hora es soportable”. Otros como el eritreo Meron Teshome Hagos, del modesto Stradalli-Bike Aid, daban sentido al refrán que dice que nunca llueve –ni calienta el sol- a gusto de todos: “La temperatura es similar a la de mi país. Así que yo personalmente lo he visto bien”.
White, por su parte, cree que el problema estará en la prueba en ruta por el tiempo de duración de la misma: “Con 260 kilómetros será otra historia diferente, ya que las etapas del Down Under son de 130 o 140 kilómetros. Será interesante”, explica White. Otro de los ganadores de BMC, Stefan Küng, incidió también en la aclimatación: “Nuestra mejor adaptación fue entrenar aquí durante la semana. Hacía calor, pero todos estábamos bien preparados”. Igual que Evelyn Stevens, también medallista de oro en la crono por equipos femenina con el Boels-Dolmans: “Estuvimos un tiempo en una sauna en Holanda, y creo que cuando llegamos estábamos adaptadas”, aunque dejó claro que el clima estaba lejos de ser agradable y que no querría “volver a tener tanto calor sobre una bici”.
Por cierto, que el pico de temperaturas está previsto precisamente para hoy, el día en que se disputa la contrarreloj masculina de categoría elite, y donde el español Jonathan Castroviejo peleará por una medalla tras proclamarse campeón de Europa hace ahora casi un mes en Plumelec (Francia) y ser cuarto tanto en Río como el año pasado en Richmond, a un suspiro de las medallas. El corredor vasco saldrá a las 14:06 hora penínsular –Catar tiene una hora más- y antes, a las 12:56, lo hará un Imanol Erviti que debuta en un Mundial en esta disciplina. Tony Martin, Dumoulin, Rohan Dennis, Taylor Phinney y un irregular Kiryenka son los rivales por las preseas. A todos ellos les esperan máximas de hasta 38 grados con una humedad cercana al 50 por ciento.
La sombra del recorte
Todo esto sucede mientras aún planea el fantasma de un recorte de la carrera en ruta de este domingo, que según la propia UCI podría pasar de 257 a sólo 106 kilómetros en lo que, sin duda, sería la puntilla para este Campeonato del Mundo. Pero aunque todavía quedan varios días por delante, se prevé que desde el jueves el termómetro dará un respiro y la prueba reina estaría a salvo con un tope de 33 grados.
De hecho, hay varias voces que ya se han pronunciado en ese sentido. Uno de ellos es Manuel Quinziato (BMC), que sostiene que hace “más o menos el mismo calor que en una etapa de la Vuelta a España”. Y precisamente de la ronda española sabe mucho Luis Ángel Maté, que en una entrevista publicada por la Real Federación Española de Ciclismo (RFEC) consideraba que las condiciones no eran “en absoluto tan extremas” como para acortar la carrera. Otros miembros de la delegación española apuntan al tramo anterior al circuito como el gran peligro: “Lo duro va a ser el trozo por el desierto. Eso sí es sofocante. El circuito de después ya no tanto”, comentan. Boonen es aún más optimista: “¿El calor? En dos días me adaptaré”.
En cualquier caso, lo cierto es que la organización del Mundial de Doha no gana para sustos. Si finalmente las pruebas de ruta se pasan sin mayor problema, tanto ellos como la UCI podrán considerar que se salvaron los muebles. Pero mientras no se produzca un anuncio oficial, las alarmas siguen encendidas. Y es que este Campeonato del Mundo va a ser recordado sin duda por los sofocos, los desfallecimientos, las aceras vacías y la alerta roja por calor.