Hacía tiempo que no se veía tanta ilusión por las opciones de un corredor español en una prueba que desde hace tiempo es terreno prohibido para nuestros ciclistas. Y es que el Campeonato del Mundo sub-23 no nos brinda una medalla desde hace ya más de una década, allá por el año 2002 con la plata de Francis Gutiérrez. Pero el asturiano Iván García Cortina ha tornado el esperanza lo que en los últimos años era desazón por ver que los sub-23 españoles no se encontraban al nivel de las grandes potencias, que sí alcanzan luego en profesionales.
La Selección Española que lleva Pascual Momparler debe ser una piña en torno a él, pues es la gran baza para ganar una carrera de ruta en la que no sabe lo que se va a encontrar ya que es la primera de la modalidad que se va a disputar en Doha. Ahí se verán, ya sí, los efectos del calor y el viento dentro de un nutrido pelotón. La prueba tiene sobre el papel 166 kilómetros, y por el momento nada hace prever que se vaya a acortar.
El caso es que Iván es el ejemplo paradigmático de lo que debería ser un joven español con proyección. Un paso por la categoría junior en el que sólo esperaba adaptarse a la categoría y sorprendió a todos y a sí mismo al convertirse en Campeón de España (2012). Subió a sub23 todavía fresco y recaló en las filas del EDP, equipo de la Fundación Euskadi de Madariaga. Todavía en aquella época, en el campo amateur, pensaba sólo en una cosa: disfrutar de la bicicleta. Incluso antepuso la diversión a un compromiso muy serio, pues la estructura del Etixx-QuickStep llamó a su puerta ya en 2013: “Hablé con ellos, pero consideraron que era demasiado joven. No importa, no tengo prisa. Quiero seguir disfrutando del deporte y luego ya se verá”, dijo en una entrevista hace ahora tres años.
Y eso es precisamente lo que convierte al asturiano en un corredor distinto. Su capacidad mental. Tener la cabeza bien amueblada. Por eso, tras un 2014 también exitoso en su debut como sub23, Iván entendió que ya sí había llegado el momento de dar ese paso adelante, y fichó con el AWT-Greenway, filial del Etixx QuickStep y donde sigue ahora bajo la denominación de Klein Constantia. El paradigma perfecto: paso por juveniles, un año de fogueo en sub23 y paso a continentales para curtirse en carreras de toda Europa. Lástima que en el campo sub23 español sea como hacer una raya en el agua por la falta de oportunidades, porque esto en Europa, Estados Unidos y Australia es algo relativamente normal.
“Una carrera de mucha tensión”
Como ciclista, Iván García Cortina todavía no sabe muy bien qué tipo de corredor es, porque sube bien para pesar más de 70 kilos, tiene una punta de velocidad muy poderosa, se atreve a jugar en los descensos, tiene dotes de liderazgo y hace buenos prólogos aunque quizás se le atraganten un poco las cronos largas. Y consecuencia de esta amalgama de aptitudes es una extraordinaria regularidad. En este 2016 ha ganado una etapa en el Tour de la Solidaridad y los Campeones Olímpicos, carrera catalogada como 2.2. en el circuito continental europeo. Fue al sprint y ganó al belga Enzo Wouters, que también estará en la línea de salida. Su talento no ha pasado inadvertido, pues ha estado a prueba con Etixx este verano y el año que viene dará el salto al World Tour en las filas del Bahrein-Merida. Compartirá equipo con Vincenzo Nibali y Ion Izagirre, entre otros, en el culmen de esa trayectoria ejemplar de proyección y crecimiento.
El asturiano asegura llegar “muy bien de forma y con el trabajo hecho” a la cita catarí, en declaraciones realizadas en la web de la Federación Española de Ciclismo, tras haber competido en el Tour de Olimpia: “Es una prueba así como esta. Muy plana, con mucha tensión y donde todo el mundo quiere ir delante. Creo que encontraré algo parecido aquí”, explica. Sus intenciones, por otra parte, son claras: “Este año he conseguido sólo una victoria aunque siempre he estado delante. Espero conseguir aquí la segunda”, aventura.
Inteligente como es, sabe que la colocación será fundamental para un buen desenlace de la prueba, por evitar tensiones y también librar los ‘látigos’: “Es un circuito plano, aunque no pegue mucho el viento en la isla, esto es todo el rato dando curvas, cambiando direcciones… un continuo arranca-para y eso acaba castigando. Además se irá rápido, porque al final es llano así que calculo una media de unos 47 por hora que es bastante alta”, argumenta Cortina. Le acompañarán Daniel López, Ion Irisarri, Gonzalo Serrano y Jaime Castrillo, “un equipo de calidad que me da mucha confianza”, según el propio Iván. Y es que ya llevan todo el año corriendo juntos la Copa de las Naciones. Un rodaje que pone las cosas un poco más fáciles.
Eso sí: que nadie piense que esto va a ser un paseo, porque la calidad es inmensa. Y las pruebas sub23 son mucho más imprevisibles que las de profesionales ya que los equipos más numerosos sólo llevan seis corredores. El alemán Phil Bauhaus es uno de esos rivales. Este año ha ganado al sprint una etapa en el Tour de Dinamarca frente a veteranos como Hofland o Bennati, ahí es nada. Erik Baska (Tinkoff) es otro de los hombres más peligrosos, así como el bielorruso Alex Riabushenko, reciente campeón de Europa. O Mads Wurtz, campeón del mundo contrarreloj el año pasado. Luego hay gente que, sin ser velocistas, sí tienen una calidad tremenda y si se meten en un corte pueden ser peligrosos: Rémy Cavagna y Cosnefroy (Francia), Filippo Ganna (Italia), Lennard Kämna o Mathis (Alemania), por poner sólo algunos.
Pero una cosa está clara, y es que este año parece ser el del punto de inflexión para España en la categoría sub23. No sólo por haber pasado de cuatro a cinco corredores, sino porque por primera vez en mucho tiempo hay garantías de competitividad. Es una pena que trayectorias como la de García Cortina sean una excepción en el panorama patrio, pero con un ciclista de su calidad hay motivos para ilusionarse y seguir creyendo que el ciclismo español tiene futuro.