Preguntar en el pelotón cómo es Ion Izagirre (1989, Ormaiztegi - Guipúzcoa) es desatar un aluvión de elogios. “Es más listo que el hambre”. “Tiene las cosas claras”. “Sabe sacar todo el partido de sus cualidades”. Pequeño de talla, su aura es enorme. En su cuerpo se alojan un motor de altísima cilindrada y una mente a la altura que domina intangibles tan complejos como adquirir y mantener una posición dentro del pelotón o marcar siempre un ritmo adecuado a sus posibilidades.
Izagirre destaca en la contrarreloj, resiste con los mejores en la alta montaña y es astuto en las situaciones de emboscada táctica. Siempre lo fue. Así ganó una etapa en el Giro de Italia hace ya cinco años, cuando era una joven promesa al servicio de Euskaltel-Euskadi. Así completó una temporada alucinante en 2016 en las filas de Movistar Team: se clasificó entre los diez primeros de todas las rondas por etapas que completó salvo una, el Tour de Francia, a la que acudió al servicio del equipo… y en la que consiguió un triunfo apoteósico bajo el aguacero del Joux Plane que le ha hecho adquirir otra dimensión como ciclista y como icono.
P: ¿Qué le ha aportado esa victoria de etapa en el Tour de Francia?
R: Repercusión. A todos los niveles. He hecho segundo en la Vuelta a Suiza, tercero en el Tour de Romandía o quinto en París-Niza; he ganado otras carreras y tenido actuaciones muy destacadas en distintos escenarios… Pero lo que siempre se recuerda es la etapa del Tour. Es lo más especial, lo que más vende, lo que todo el mundo ha visto. Derroté a Nibali y Pantano en una etapa alpina del Tour de Francia. He conseguido victorias y resultados a mi juicio igual de valiosos o más que este. Sin embargo, la gente recuerda sobre todo la etapa del Tour. Y no me molesta.
P: A nivel personal, ¿qué supuso para usted?
R: Desde pequeño el Tour de Francia ha sido mi referencia. Vestir de amarillo en París está al alcance de muy pocos y, siendo realista, no en el mío. Una etapa en los Alpes, en cambio, sí es factible para mí y es muy importante. Conseguir este éxito me da confianza de que podré repetirlo en el futuro.
P: Por ejemplo, ¿este año?
R: El equipo tiene otras perspectivas para mí. Quiere que dispute la general. Yo no estoy convencido, pero ellos mandan.
“El equipo” es Bahrain-Merida. Ése es el logotipo que luce en la ropa con la que nos recibe en el hotel de Archena donde sostenemos nuestra conversación. Se trata de uno de los tres conjuntos espoleados por petrodólares que habitan en el pelotón del UCI World Tour, primera división del ciclismo mundial.
Bahrain-Merida debuta esta temporada, liderado por Vincenzo Nibali, y halló en Izagirre su segundo espada ideal por dos razones. La primera, admitida por todas las partes, que los puntos que figuraban en su cuenta eran definitivos para que el equipo fuera acreedor de una licencia World Tour, como los podían ser los de Purito Rodríguez. La segunda, más obvia todavía, su valía deportiva. Con el fichaje viene la responsabilidad: deja de ser un alfil de Movistar Team para convertirse en la dama de Bahrein. Para algo rompieron el contrato que le ligaba con la escuadra telefónica a golpe de talonario.
P: ¿Siente que en Movistar estaba infravalorado? ¿Que no formaba parte de la primera fila del equipo, atestada por Nairo Quintana y Alejandro Valverde?
R: No. En absoluto. Siempre he tenido mi espacio en el equipo. Lo de estar en la primera línea de Movistar ni me lo he planteado. Simplemente he ido a lo mío. Unos años salieron peor por h o por b y 2016 fue perfecto. Cumplí todos los objetivos que buscaba, y esa es mi prioridad. No me caliento la cabeza pensando en cuánto se me valora o en qué escalón de la jerarquía estoy. No me ayuda.
P: No obstante, era consciente de que en Bahrain se le pedirá un salto cualitativo. De que ahora sí es un líder de pleno derecho.
R: Lo sé. No puedo negarlo. En este equipo está Nibali, que es el jefe de filas y se centrará en Tirreno-Adriático y Giro de Italia; y luego estoy yo, que disputaré un calendario paralelo y tendré un equipo a mi alrededor. Tendré que coger responsabilidades y, en un momento dado, mandar dentro del pelotón. No será fácil notar los ojos de mis compañeros pendientes de mí en cada situación complicada de carrera, pero he tenido grandes líderes de los que he aprendido mucho y confío en saber imitar su papel.
P: Por lo pronto, ¿qué tal se está adaptando?
R: Fenomenal. Siempre he estado en equipos de casa como Euskaltel o Movistar, en una zona de confort, con mi gente, en mi idioma y mi cultura. Y parece que los cambios repelen. '¿Por qué cambiar si estoy de puta madre aquí?'. Le tomas miedo al cambio. Y a veces conviene romper la cáscara, pinchar la burbuja, y tomar esa oportunidad de dar un salto. Era el momento. Además, el equipo me ha dado muchas facilidades. Tratándose de una estructura nueva, venir solo, sin nadie de confianza para arroparme u otorgarme tranquilidad, me imponía respeto. Hablé con el mánager y me concedió la posibilidad de incorporar gente de mi confianza. Por un lado, un masajista que me acompaña en todas las carreras y concentraciones; por otro, un ciclista como mi primo Jon Ander Insausti que tiene un gran motor y puede ser un gran gregario para mí.
Que un español menor de 30 años ejerza de líder de un equipo ciclista de primer nivel es una novedad tan agradable como necesaria. En un contexto en que el declive de la generación de Alberto Contador, Alejandro Valverde y compañía ha sido mil veces anunciado, la aparición de corredores como Mikel Landa, David de la Cruz o el propio Izagirre supone un soplo de aire fresco.
No obstante, hay una diferencia sutil entre el caso de nuestro protagonista y el resto de citados. Izagirre no está llamado a reemplazar a Contador y Valverde en el podio de Giro, Tour y Vuelta. “Ha encontrado su nicho en la pelea por las rondas de una semana y lo está explotando”, describe un antiguo compañero. Las de tres las descartó hace tiempo, el Giro d’Italia 2015 al cual acudió con carta blanca de Movistar y fracasó. “He aprendido mucho estos días”, resumió sucinto en una entrevista inmediatamente después de acabar aquella corsa rosa.
Sin embargo, Izagirre está entre los mejores del mundo en pequeñas vueltas. Ya lo demostró recientemente en la Ruta del Sol, en la cual resistió un pulso con Valverde y Contador en dos etapas de alta montaña y lo perdió, cuando estaba en disposición de ganarlo, por un bache que le hizo volar por los aires en la contrarreloj.
La confirmación de Izagirre como líder tendrá un segundo capítulo desde este domingo 5 de marzo con la París-Niza, prueba francesa de ocho etapas que terminará el día 12 en el tradicional Bulevar de los Ingleses. En ella se enfrentará a Contador, a Richie Porte (BMC), a Romain Bardet (Ag2r) y a tantos otros titanes. Faltará Valverde, que tenía esta carrera como gran objetivo de su mes de marzo y se la perderá por una inoportuna enfermedad. El astuto vasco tendrá cuatro etapas de montaña que gestionar y una crono para imponerse.
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